Sevilla
El caso de Juan Bosco, un padre víctima de denuncias falsas: «A mis hijas les dicen que soy un monstruo»
Su expareja leyó un manifiesto contra la violencia machista en el Centro de la Igualdad de Alcalá de Guadaíra un mes después de ser absuelto de delitos de maltrato habitual y amenazas
Es 25 de noviembre de 2024. El Centro de la Igualdad de Alcalá de Guadaíra acoge la lectura de un manifiesto contra la violencia de género. La tarea corre a cargo de Paola G. como «víctima» de esta lacra. Así se presenta en su discurso, en el que da su testimonio y anima a otras mujeres que viven bajo el yugo de la violencia machista a pedir ayuda y denunciar su situación.
«Mi proceso de separación comienza en agosto de 2017, tras una situación de maltrato en la que fui agredida físicamente, y no, no era la primera vez. En ese momento decidí definitivamente poner fin a mi relación de pareja […]. Quizás si yo no fuese parte de él, podría tener la oportunidad de ser buen padre […]. Eso soñé, lo intenté, y el tiempo me demostró que me equivocaba, que no solo no apareció el buen padre, sino justo lo contrario. Ahí comenzó nuestro calvario».
«Durante dos años largos, la situación fue una pesadilla. Buscaba causarme daño a través de las niñas, lo que ya conocéis como 'violencia vicaria', en principio de forma indirecta, hasta que llegó a hacer de forma directa. ¿Los resultados? Pues imaginaos: los mismos daños físicos y psicológicos a los que, a día de hoy, aún seguimos en proceso de sanación».
«En julio de 2019 […] sufrí una nueva agresión con mi hija Julia en brazos y una amenaza de muerte por su parte. Ahí fui consciente de que ya no podía sola, y no solo por mí, sino por ellas, por mis hijas. Así comencé un proceso largo, duro y que después de más de cinco años sigue y continúa; pero fui valiente y denuncié».
El relato de Paola G., sin embargo, choca frontalmente con la sentencia que emite y notifica a las partes la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla justo un mes antes, el 25 de octubre de 2024, y que absuelve a su exmarido y padre de sus dos hijas en común, Juan Bosco Vergara, de los delitos de maltrato habitual y amenazas que se le imputaban en relación con los dos episodios relatados por su ex el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La sentencia, emitida en respuesta a un recurso de apelación interpuesto por la defensa de Juan Bosco contra el fallo condenatorio con fecha del 14 de julio de 2023, y que ha sido recurrida por la representación procesal de Paola, desmiente que, en mayo de 2017, el hombre encerrara a su expareja en una habitación o la hubiese empujado de modo que ella se golpease con una puerta y sufriese una herida en el labio, extremo que se afirma en la primera resolución.
«Vaya por delante —señala la Audiencia— que es extraño que alguien se quede en una casa por tiempo de hasta cuatro horas en contra de su voluntad cuando puede llamar por teléfono para pedir auxilio, cuando su madre ha acudido al lugar a recoger a una de las dos hijas menores y cuando acaba saliendo sin que conste especial oposición. Si de verdad esa estancia le venía impuesta bien pudo Paola avisar a su madre para que acudiese a socorrerla o pudo llamar a la Policía, en vez de estar en comunicación por wasap con una amiga».
En este caso, según el tribunal, «no habría más prueba que la versión de la denunciante, que adolece de presentarse más de dos años después de los hechos y sin otro respaldo, cuando este bien pudo obtenerse acudiendo a asistencia médica. En este sentido, no se comprende por qué, si de verdad se sufrió aquella agresión, se hacen unas fotos, indicio de querer acreditar algo, y no se acude a los instrumentos lógicos para acreditar un cuadro lesivo, como es la asistencia médica».
Del mismo modo, la nueva resolución declara probado que, una vez terminada la relación, el 12 de junio de 2019 y en la vivienda de la madre de Juan Bosco, se produjo un enfrentamiento entre Paola G. y la hija de Juan Bosco, Lola, en el que intervino este, sin que conste que lo hiciese para agredir a Paola ni que hiciese amago alguno de golpearla para intimidarla o la amenazase de algún otro modo.
El tribunal declara probados insultos de Bosco hacia su expareja por correo electrónico y WhatsApp y, en consecuencia, lo condena por un delito leve continuado de vejaciones injustas a 30 días de trabajo en beneficio de la comunidad, así como a seis meses de prohibición de comunicarse con ella o acercarse en menos de 300 metros a su persona o domicilio. Esta última medida queda sin efecto al haber transcurrido ya el plazo de la pena.
El testimonio de Juan Bosco
En conversación telefónica con El Debate, Juan Bosco cuenta que durmió un fin de semana entero en el calabozo a raíz del episodio de 2019, ya que su expareja denunció los hechos un viernes con un parte médico que «decía que no presentaba lesiones, solo que estaba muy nerviosa, lo suficiente para activar el protocolo y que se presentaran seis policías en mi casa para arrestarme».
Se trata de una de las 24 denuncias que Paola G. ha presentado contra él, de las cuales «solo 12», la mitad, han llegado al juzgado, siendo el resto «archivadas por la Policía», según Juan Bosco, que asegura haber sido «absuelto» de las acusaciones en todas las anteriores.
«A mí me ha desnudado un médico forense para buscar pinchazos de heroína por una denuncia de Paola, simplemente porque ella lo dijo, siendo yo deportista. ¿No hay filtros, nadie filtra si esta chica está bien psicológicamente? ¿Basta solo su palabra?», se cuestiona Juan Bosco, que solo ha presentado una denuncia contra su ex, quien afirma, por su parte, haber pasado un examen psicológico.
«La única vez que yo denuncio es cuando recojo a mis dos hijas en bicicleta y ella se presenta, me monta el coche encima de la acera. Yo lo que hago es ponerme de espaldas para proteger a las niñas, y ella me partió el maillot y me arañó toda la espalda, y lo pruebo con un parte médico. Si me llego a volver y le doy un empujón, duermo esa noche en la cárcel».
Juan Bosco lleva sin ver a sus hijas Julia y Blanca desde septiembre de 2021. Culpa de ello al Centro Municipal de Información a la Mujer de Alcalá de Guadaíra, al que —según él— está vinculada Paola. En un informe de esta entidad «se decía hasta que yo amenazaba a mis hijas con una pistola para que comieran, y ni siquiera tengo pistola. ¿Dónde está la prueba?, ¿dónde está la pistola? Dicen cuatro burradas y me quitan las visitas».
«A mis hijas les dicen que soy un monstruo. Si la madre les ha metido en la cabeza ciertas cosas, actos como este [la lectura del manifiesto por el 25-N] se lo están confirmando», lamenta Juan Bosco, que defiende que «lo único que he hecho es contestar a unos insultos con otros en un correo y un wasap».
«El cabreo que yo tengo no es con ella, sino con las instituciones que le han bailado el agua. Me ha chocado la no neutralidad y la mentira tan burda de las instituciones», afirma este padre víctima de denuncias falsas, que aclara que él está a favor de leyes, «reales y no politizadas», que castiguen a los maltratadores y protejan a las mujeres de estos, pero con «mecanismos para frenar o detectar personas como esta».
El Debate ha contactado con el Centro de la Igualdad del Alcalá de Guadaíra con el objetivo de preguntarle a la delegada de Igualdad, Abril Castillo, si tenía conocimiento de la sentencia absolutoria cuando el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE en coalición con la formación Andalucía Por Sí, encargó a Paola G. la lectura del manifiesto por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sin embargo, no se ha obtenido ninguna respuesta.