La bandera de España, el Cristo de los Alabarderos y los Cadillac: así es la jura de guardias reales ante el Rey
Felipe VI ha presidido el acto solemne de los nuevos jurandos en el Cuartel 'El Rey' en El Pardo, ante la presencia de sus familiares y de otros miembros de la Guardia Real que pasan a reserva
En esta ocasión, no ha tenido que transcurrir casi un año por la pandemia para que los 29 nuevos miembros de la Guardia Real solemnizaran su compromiso con la defensa nacional. Veintisiete hombres y dos mujeres del Ejército del Aire han besado la enseña nacional y nada menos que bajo la presidencia de aquel a quien protegerán con su vida, el Rey Felipe VI.
El primaveral cielo madrileño ha respetado el acto solemne que este viernes por la mañana se ha celebrado en el Cuartel 'El Rey', en las inmediaciones del Palacio Real de El Pardo. Una jura menos gélida que la presidida en abril por la Reina Sofía, y con una mejor temperatura que la última del propio Felipe VI, en noviembre del año pasado.
Los jurandos, los guardias reales que pasaban a reserva, sus familiares y amigos, los cuadros de mando, el Cristo de los Alabarderos y la bandera de España: estos han sido los protagonistas que bajo un silencio sepulcral aguardaron la llegada del Rey. Y el monarca, no defraudó. Si el acto comenzó al mediodía, Felipe VI permaneció con las familias de los nuevos guardias reales durante casi tres horas.
La majestuosidad de este acto castrense remueve hasta al menos patriota. Tropas a pie, a caballo y motorizadas; históricos Cadillac y Rolls Royce; y el Cristo de los Alabarderos junto a una llama que desafiaba al viento para honrar a los caídos. La tradición recomienda que la jura de bandera tanto de civiles como de los militares se celebre de forma pública y solemne, de manera que los jurandos han compartido la jornada con sus familiares y amigos.
Tras la recepción de la bandera, llegaron las salvas, 21 en honor del Himno de España y 21 en honor del Rey. A continuación, Don Felipe pasó revista a la fuerza bajo un cielo encapotado por una bandada de buitres, despertados por las imponentes series de salvas. A continuación, el saludo a la bandera, y por fin, el juramento.
Felipe VI, ataviado con uniforme de capitán general del Ejército de Tierra y luciendo la boina azul de la Guardia Real observó el momento tan esperado, acompañado por el jefe de su Casa, Jaime Alfonsín, y por el jefe de su Cuarto Militar, el teniente general, Emilio Gracia Cirugeda. El capellán de la Guardia Real, Iván Manuel Cote, rubricó el juramento y después desfilaron los 29 nuevos guardias.
Sacrificio, incluso con la propia vida
Como recordó el coronel jefe de la Guardia Real, Juan Manuel Salom, con esta promesa, los nuevos jurandos se comprometen «en condiciones normales» a las cinco máximas de todo Guardia Real, estas son, «disciplina, voluntad de servicio, compañerismo, lealtad y abnegación». En circunstancias extremas, «a prestar la obediencia y el espíritu de sacrificio máximos para defender a España y a nuestro Rey, incluso con vuestra vida».
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El acto también despidió de forma oficial a siete antiguos miembros de las filas de la Guardia Real y del Cuarto Militar, a quienes Salom les agradeció su «ejemplo» y «entrega» y les recordó que siguen «siendo referencia para todos nosotros». La ceremonia concluyó con el homenaje a los caídos y una parada militar en el que participaron todas las unidades integrantes de la Guardia Real.