Casa Real Las bajas en la Casa Windsor, una llamada de atención para las Familias Reales demasiado reducidas
Las enfermedades de Carlos III y la Princesa Kate de Gales llevan a replantear los procesos de reducción emprendidos por casi todas las Casas Reales europeas
En los últimos años casi todas las Familias Reales europeas, también la británica, han emprendido procesos de reducción del número de sus miembros para modernizarse, hacerse más eficaces, recortar gastos y adaptarse a los nuevos tiempos. Así lo pone de manifiesto un informe de la Red de Estudio de las Monarquías Contemporáneas (REMCO), cuyo autor es el periodista Eduardo Álvarez.
El documento, que se titula Familias Reales menguantes, analiza el fenómeno imparable que las Monarquías europeas han puesto en marcha. Todo ello, en un momento en el que la sociedad reclama una mayor presencia de la Familia Real en los acontecimientos cotidianos. «Hoy se les exige que acudan a todo tipo de actos, que presidan toda clase de organizaciones, que ayuden a estrechar lazos diplomáticos con innumerables agentes internacionales... Todo ello exige suficiente personal al servicio de la institución, que, de lo contrario, también se resiente», sostiene Álvarez.
Una de las principales razones por las que las Familias Reales están reduciendo su tamaño es la cada vez mayor exigencia de ejemplaridad y utilidad a sus miembros. Al menos en teoría, sostiene Eduardo Álvarez, «resulta mucho más fácil ejercer control sobre un grupo reducido de personas -las que que forman el núcleo duro de cada Familia Real- que hacerlo sobre parientes más lejanos».
Esta exigencia también ha provocado que algunos de sus miembros hayan decidido personalmente «dar un paso atrás y apartarse para no tener que someterse a las rígidas reglas de la institución» y que, en otros casos, se les haya apartado como cortafuegos para evitar que les salpiquen los escándalos.
En algunas Monarquías, sostiene el autor, la reducción «también persigue un indisimulado ahorro económico», sobre todo cuando los miembros reciben asignaciones económicas directamente de las arcas públicas.
El caso británico
Sin embargo, cuando un equipo está muy ajustado y enferman dos miembros activos, como ha ocurrido en la Familia Real británica con el Rey Carlos III y la Princesa de Gales, gran parte del trabajo lo tienen que asumir los demás. Y, en este caso, casi todo el peso recae en el Príncipe Guillermo, de 41 años, y la Reina Camila, de 77.
Precisamente, una de las últimas Casas Reales que se sumó a la reducción del número de miembros ha sido precisamente la británica tras la coronación de Carlos III. El Rey redujo a once personas, sin contar a los nietos menores de edad, la tradicionalmente amplia Casa Real británica.
Tras la baja médica de dos miembros, aún quedarían siete activos, aparte del Príncipe Heredero y la Reina consorte. Pero cinco de ellos son mayores de 70 u 80 años y no podrían aumentar mucho el ritmo de trabajo. Ellos son la Princesa Real Ana, de 73 años, y los Duques de Edimburgo, de 60 y 59 años; así como los primos carnales de Isabel II con los que el Rey Carlos III ha querido seguir contando en su reinado: los Duques de Gloucester, de 79 y 77; la Princesa Alejandra, de 87 años, y el Duque de Kent, de 81 años.
Lo que ha ocurrido en la Casa Real británica supone una advertencia para las Familias Reales demasiado reducidas. Aunque existen una serie de funciones que solo puede ejercer el Monarca, hay otras muchas actividades de representación que el Rey puede delegar en el resto de los miembros de la Familia Real, pero si esta es muy reducida tampoco es capaz de asumirlas en su totalidad.
La modificación emprendida por Carlos III nunca gustó a su hermana, la Princesa Real Ana, como recoge el informe de REMCO. Preguntada por esta cuestión hace un año en una entrevista a la televisión canadiense CBS, la Princesa Real respondió: «Desde mi perspectiva, es mala idea. No veo manera de reducir (la Monarquía) todavía más».
En aquel momento, tres miembros de la Familia Real habían dejado de ser activos: el Príncipe Andrés por el caso Epstein, y el Príncipe Enrique y su esposa, Meghan, porque no querían ceñirse a las exigencias de la Casa Real. A pesar de la negativa de su hermana, el Rey Carlos III redujo la Familia Real a once miembros, «muy lejos de los casi 25» que llegó a tener en el reinado de Isabel II.
Aún así, once miembros puede parecer una cifra muy elevada si se compara con otras Familias Reales, como la española, compuesta por seis personas, aunque solo tres están en activo, señala Álvarez, en alusión a los Reyes Don Felipe y Doña Letizia, que asumen casi toda la representación de la Corona, y a Doña Sofía, puesto que la prioridad de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía es su formación, ya sea militar o académica.
En el resto de Europa
La investigación de REMCO pone de manifiesto que cada Casa Real ha emprendido los procesos de reducción según su criterio, sus normas y sus procedimientos. La única Monarquía que dispone de una ley de miembros de la Casa Real -que establece quiénes son, sus derechos y obligaciones- es la de los Países Bajos.
En Dinamarca, la anterior Monarca, Margarita II, un año antes de abdicar, suprimió mediante decreto los títulos de Príncipe de cuatro de sus nietos, sobrinos del actual Rey Federico. Y lo mismo hizo el Rey Carlos Gustavo de Suecia en 2019, cuando eliminó el tratamiento de Alteza Real a cinco de sus nietos, sobrinos de la Princesa Heredera Victoria.
La Familia Real de Noruega solo está compuesta por cinco miembros: los Reyes, los Príncipes Herederos y su primogénita, la Princesa Ingrid Alexandra, porque ni siquiera su hermano menor, Sverre Magnus, está incluido.
Y el Rey Felipe de los Belgas también puso fin, cuando asumió la Corona, a la herencia automática del título de Príncipe para todos los descendientes de los Reyes anteriores, y los limitó a los hijos y nietos del actual Monarca.