Fundado en 1910
María Isabel de Braganza, fundadora del Museo del Prado, pintada por Bernardo López Piquer (1829)

María Isabel de Braganza, fundadora del Museo del Prado, pintada por Bernardo López Piquer (1829)Museo del Prado

Historias de la Corona  María Isabel de Braganza, la Reina que soñó el Prado

Procedente de las exóticas tierras brasileñas, se ganó el corazón de todos sus súbditos y, en apenas dos años como consorte, promovió la fundación de una de las pinacotecas más grandes del mundo

En pleno corazón cultural de Madrid, se erige el Museo del Prado, una institución que, en 2023, se consagró como el noveno museo más visitado del planeta. Sin embargo, poco se recuerda que su inauguración, allá por noviembre de 1819, quizá no hubiera sido posible sin el impulso de una Reina cuya historia casi ha caído en el olvido: María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII.

Fue en septiembre de 1816 cuando María Isabel, aún Infanta de Portugal, puso un pie en tierras gaditanas. Tenía diecinueve años y regresaba al Viejo Continente tras un exilio forzado en Brasil, debido a la invasión de las tropas napoleónicas. La futura Reina había vivido en Río de Janeiro, alejada del boato de las monarquías europeas, y había crecido en un ambiente exótico, donde criados con librea caminaban descalzos por los corredores de palacio y afroamericanos entonaban cánticos gregorianos en las iglesias. No llegaba sola, pues la acompañaba su hermana, la Infanta María Francisca, y ambas desembarcaban con un claro propósito: ella para casarse con su tío, el Rey Fernando VII, y su hermana para hacerlo con su otro tío, el Infante Carlos María, el hermano mediano del soberano español.

Su llegada suscitó recelos

Un matrimonio que se utilizó como un movimiento estratégico para reforzar la imagen del Monarca. España, recién salida de la Guerra de Independencia, atravesaba una profunda inestabilidad y la figura del Rey estaba seriamente cuestionada. La unión con María Isabel fue presentada como un símbolo de renovación y un intento de recuperar las glorias perdidas, evocando la grandeza de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.

La Reina María Isabel de Braganza retratada por Goya

La Reina María Isabel de Braganza retratada por Goya

Pero María Isabel se encontró con un importante desafío cuando aterrizó en la Corte española. Tras años sin Reina consorte y con el eco de la propaganda revolucionaria que había demonizado a la anterior, María Luisa de Parma, la llegada de la nueva esposa despertaba mucho recelo. Había un gran miedo a que formara su propia camarilla o un «Partido de la Reina», como lo había hecho su antecesora. De ahí que se vigilara con sumo cuidado su acercamiento a José García de León y Pizarro, secretario del Despacho de Estado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. María Isabel no tardó en ganarse el cariño de todos. Ajena a las intrigas políticas, consintió a la camarilla de su esposo y mostró una naturaleza conciliadora que, según numerosos testimonios, logró suavizar el carácter de Fernando VII.

«Madre de todos los españoles»

Desde la Casa Real se vio necesario generar una imagen de la Reina como «madre de todos los españoles», algo que no resultó difícil dado el carácter de María Isabel. Visitaba con frecuencia la Real Casa de la Inclusa y Niñas de la Paz, donde se decía que ella misma llegó a cambiar los pañales de los más pequeños. A través de su camarera mayor, la condesa de la Puebla del Maestre, repartió limosnas entre los más necesitados de su bolsillo secreto y sin dar la más mínima propaganda. Una imagen materna que se ensalzó aún más con el nacimiento, en 1817, de su primera y única hija con vida, la Infanta María Isabel Luisa, a quien, en un gesto poco habitual y seguramente criticado por la rancia aristocracia, decidió amamantar personalmente. Una niña que, a pesar de que existe documentación que avala que se planteó su jura como Princesa de Asturias, murió a los escasos meses, dejando a María Isabel sumergida en una profunda depresión que la llevó a destruir todos los retratos que había pintado de su hija.

Y es que la Reina había recibido en Brasil lecciones de pintura de Domingo António Sequeira, uno de los grandes exponentes del neoclasicismo portugués, y en Madrid, tanto Goya como Vicente López continuaron instruyéndola. Su interés por la pintura y el arte se vio reflejado en sus visitas a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde donó varios cuadros pintados por ella y pensionó a las primeras alumnas de la institución. Pero, sin duda, su contribución más significativa al patrimonio cultural español fue su implicación en la creación del Museo del Prado.

Biografía de María Isabel de Braganza, editada en Portugal

Biografía de María Isabel de Braganza, editada en PortugalEl Debate

Una biografía de la «Rainha do Prado»

Se cuenta que, durante una visita a los sótanos del Monasterio de El Escorial, descubrió una importante colección de obras de arte, algunas de la época de los Austria, tapadas con sábanas y olvidadas allí desde los tumultos de la Guerra de Independencia. Inspirada por la idea de crear un museo, que se había propuesto desde tiempos de Carlos IV, y bajo la orientación de Goya, María Isabel impulsó la materialización del Museo Real de Pintura y Escultura, hoy conocido como Museo del Prado.

Desgraciadamente, no vivió lo suficiente para ver su proyecto finalizado. Falleció en diciembre de 1818 en una muerte envuelta en un halo de macabrismo que merece mención aparte. En sus pocos años como consorte, María Isabel representó el rostro humano de una Monarquía en un momento crítico, una mujer que ayudó a cimentar uno de los mayores emblemas culturales del país. Para ayudar a llenar su vacío, se ha publicado en Portugal, bajo el Grupo Almedina, una biografía sobre ella, titulada Maria Isabel de Bragança, Princesa de Portugal, Rainha do Prado.

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