Macrobotellón en BarcelonaEuropa Press

Cataluña

Botellódromos, la polémica solución que propone el Defensor del Pueblo de Barcelona

Es la propuesta del Síndic, David Bondia, que pide se habiliten espacios con lavabos y puntos de información sobre drogas

Según el último balance hecho público por la Guardia Urbana de Barcelona, el año pasado se desalojaron unas 574.000 personas de la calle y se interpusieron casi 26.000 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública. En lo que va de año, al menos hasta febrero, la policía ya ha desalojado unas 22.000 personas. Pero la capital catalana también fue noticia por los macrobotellones que se celebraron especialmente el pasado verano, cuando a raíz de la llegada de la quinta ola, se cerró el ocio nocturno. Macrobotellones durante las fiestas de la Mercè, como el que se celebró en la avenida Maria Cristina, que además acabó con disturbios, medio centenar de personas detenidas en sólo un fin de semana y un centenar de heridos. Unos macrobotellones que se repitieron en las fiestas de Gracia o en las de Sants, y también en algunas playas de Barcelona.

Teniendo como referencia estas cifras, el Síndic de Barcelona, David Bondia, alerta que este fenómeno, el de los botellones, no va a desaparecer ni de forma fácil, ni rápidamente. De ahí que pida al Ayuntamiento que estudie la posibilidad de habilitar espacios en la ciudad para que se puedan celebrar botellones. Espacios que deben reunir una serie de condiciones para que se lleven a cabo, en la medida de lo posible, con seguridad. Por este motivo, dice Bondia, deberían contar estos espacios con aseos públicos, puntos de información sobre drogas, puntos lilas y también con un sistema de recogida de basuras. Y todo ello, también acompañado de descuentos para el uso compartido del taxi.

El Síndic reconoce que puede ser una propuesta contradictoria porque podría interpretarse como que es un respaldo al consumo de alcohol entre los jóvenes. Pero también considera que no se puede hacer frente a este fenómeno prohibiéndolo, y enfocándolo desde el punto de vista policial casi en exclusiva, porque eso «supone una perdida de esfuerzos». David Bondia no propone ningún lugar en concreto para que se puedan montar estos botellódromos, pero cree que se podrían buscar espacios, que sean accesibles, contando con la opinión de los jóvenes.

Una propuesta que no parece convencer a nadie, empezando por el Ayuntamiento de Barcelona, el gran interpelado. El primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, la considera una «ocurrencia» y cree que no se sustenta por ninguna experiencia que haya funcionado en ningún sitio. Ha recordado que experiencias similares se han aplicado en otras ciudades de España «y no ha funcionado porque ha acabado causando molestias al vecindario, además de costes para el Ayuntamiento desde el punto de vista de la limpieza y de la seguridad». «Creo que antes de lanzar una propuesta de estas características hay que contrastarla con mucha gente que ya tiene experiencia sobre la gestión de los botellones en el espacio público», ha dejado claro.

También se oponen algunos grupos de la oposición. Desde Ciudadanos, Luz Guilarte considera la propuesta un «despropósito». «Los botellones no pueden ser una opción de ocio para la ciudad» dice, y plantea al Gobierno municipal que escuche y cuente más con el sector del ocio nocturno porque lo considera parte de la solución. Desde Junts, su portavoz municipal, Elsa Artadi, la ve «desacertada y extemporánea» y cree que «genera un debate y una polémica innecesarias en un momento en el cual ya se está trabajando sobre el ocio nocturno y las medidas que hay que tomar para hacerlo más seguro y a la vez hacerlo compatible con el descanso de la ciudadanía».

También las patronales del ocio nocturno se oponen a la iniciativa del Síndic. Desde Fecalon creen que se trata de una especie de «ocio low cost y de mala calidad». Dejan claro que no están en contra de un ocio «alternativo», a pesar de que el botellón es precisamente una de las amenazas a las que tiene que hacer frente el sector, muy castigado ya a raíz de la pandemia. Y, en cualquier caso, el secretario general de Fecalon, Fernando Martínez, cree que, si este fenómeno sigue más vigente que nunca, es entre otras cuestiones, porque «se permite», y de ahí que considere que lo primero que hay que hacer es «acabar con la sensación de impunidad» de los que participan.

También defiende que el sector del ocio nocturno es un «servicio indispensable y que «el problema real» asociado a los botellones se debe al déficit de locales en Barcelona y su área metropolitana. De hecho, más de 200 discotecas y bares musicales han cerrado sus puertas en los últimos quince años, según un estudio que están preparando Fecalon y el Gremio de Discotecas de Barcelona y Provincia.

Una voz algo discordante en la del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, quien ha asegurado en una entrevista a Ràdio Estel, que el control de los botellones «debe ir por ese camino», en referencia a la propuesta del Síndic, si bien ha reconocido que no se la ha leído en su totalidad. Defiende «ordenar» este tipo de celebraciones, eso sí, con colaboración de los ayuntamientos, de entidades y también del ocio nocturno.