De los pisos colmenas al 'Colmena Service': vuelven a Barcelona las minihabitaciones y la polémica con el AyuntamientoHaibu 4.0

Cataluña

De los pisos colmena al Colmena Service: vuelven las minihabitaciones a Barcelona

La empresa Haibu 4.0 abre en Sant Andreu un local donde los usuarios de pisos y coches colmena dispondrán de duchas, cocina o un espacio de trabajo. El pack completo costará unos 160 euros al mes

El 30 de julio abría sus puertas en Barcelona, concretamente en la calle de la Manigua, en el distrito de Sant Andreu, el primer local de la empresa Haibu 4.0 bautizado como Colmena Service. Se trata de un espacio compartido en el que los residentes, dice la compañía, «pueden trabajar, estudiar, ducharse, lavar la ropa, descansar, hacer amigos y amigas, cargar sus dispositivos, hacerse comida, guardar sus objetos valiosos y mucho más…». Y, además, aseguran, es «perfectamente legal». En este local también se puede visitar un piso colmena de «muestra», una pequeña habituación de unos 3 metros cuadrados, en la que cabe una pequeña cama y una mesita de noche. Las pertenencias se pueden colocar debajo.

Un local que cuenta con comedor, cocina, y duchas para que pasen el día los clientes que ya duermen en un piso colmena o en un auto colmena, que son coches estropeados que la empresa tiene aparcados por las calles, van equipados con un colchón y llevan los cristales tintados para preservar la intimidad de los que allí duermen. Los usuarios tienen que pagar unos 160 euros mensuales por utilizar el paquete completo, es decir, dormir en un piso o en el vehículo y poder tener acceso a este nuevo espacio.

El gerente de Haibu 4.0, Marc Olivé, defiende la legalidad de su proyecto y no solo eso, no entiende por qué el Ayuntamiento de Barcelona lleva años persiguiéndoles cuando «nosotros estamos haciendo una cosa para ayudar a una serie de personas que están en la calle o a dos telediarios de estar en la calle. Si nosotros estamos haciendo de red de protección para esta gente, ¿por qué puñetas se meten en este proyecto para pararlo?», se preguntaba Olivé. Además, considera que el precio que está ofreciendo a los usuarios les deja margen para poder ahorrar, «poder salir adelante» y en un futuro poder alquilar un piso. De momento, asegura, hay unas 4.000 personas en lista de espera.

Pero este proyecto vuelve a tener en contra al Ayuntamiento de Barcelona, que ya en 2018 precintó los primeros pisos colmena. La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, decía que «hace tres años paramos la construcción de pisos colmena porque en Barcelona la infravivienda y el hacinamiento son ilegales. Ahora haremos todo lo posible para parar un modelo delirante: 160 euros por dormir en el coche y ducharse en un co-working. Con el derecho a la vivienda digna no se juega», dejaba claro la concejal, quien también advertía que se ha activado la Unidad Antiacoso Disciplinario de Vivienda del Ayuntamiento para investigar la actividad de este local, y que según Sanz «está incumplimiento toda la legalidad», además de que «no tiene ningún tipo de permisos». También ha pedido a Haibu que desista porque «mercadean con los problemas sociales que sufre mucha gente» y muchas personas que «tienen problemas de acceso a una vivienda por dificultades económicas».

Hay que recordar que, ante esta problemática, el Ayuntamiento de Barcelona también ha recurrido a «minipisos» realizados a base de contenedores marítimos reciclados. El edificio de Glòries, por ejemplo, consta de 77 de estos contenedores. Las viviendas de una habitación tienen una superficie de unos 26 metros cuadrados y cuentan con un salón comedor y cocina abierta, una habitación doble y un baño completo. Los alojamientos dobles tienen una superficie de casi 53 metros cuadrados, y en este caso, además de disponer de una habitación adicional, también cuenta con un espacio de almacenamiento. En la planta baja se encuentran los servicios comunes, como la lavandería o una sala polivalente.

Cuando Ada Colau llegó a la alcaldía de Barcelona, en 2015, había 6.000 pisos públicos en la ciudad, a los que pretendía sumar 8.000 hasta 2023 con el objetivo de superar el 2% del parque de vivienda pública, que ahora es del 1%. Pero por el momento sólo se han podido añadir un millar, y conseguir el objetivo que se puso la propia Colau parece una misión casi imposible, teniendo en cuenta que le queda menos de un año de mandato.