Pedro Sánchez, junto al primer ministro belga, Alexander de Croo, en el paso de Rafah, fronterizo entre Gaza y EgiptoEFE

Sánchez vio el vídeo de la matanza de Hamás antes de arremeter contra Israel

¿Cómo alguien que ha visto semejante matanza, que además causó la muerte de dos españoles, puede luego mostrar tal falta de humanidad y compasión?

La embajada de Israel convocó a la prensa barcelonesa en un hotel para mostrar un vídeo de 43 minutos que se convierte en el vídeo más largo de la historia. A pesar de que ya ha sido mostrado, en pases privados, en Madrid y otros lugares del mundo y que algunos de los fragmentos se han visto por redes sociales, el vídeo, sin editar, se convierte en una pieza insoportable por su extrema violencia.

Cuando han trascurrido los tres cuartos de hora de proyección, un silencio absoluto impera en la sala y, a pesar de tener la sensación de haber asistido a un continuo de asesinatos, profanaciones de cadáveres, decapitaciones, descuartizamientos, arrastre de cuerpos y todo tipo de formas incalificables de matar a niños, bebés, ancianos, jóvenes y familias enteras, al final hay una advertencia que indica que solo se han visionado 138 asesinatos, más de 3 por minuto, un 10 % de los que Hamás perpetró el pasado 7 de octubre cuando asaltó 30 municipios y Kibutz.

Pedro Sánchez vio un fragmento de este vídeo antes de sus intervenciones del pasado viernes que le valieron el aplauso de Hamás ante Netanyahu en el paso de Rafah. ¿Cómo alguien que ha visto semejante matanza, que además causó la muerte de dos españoles, puede luego mostrar tal falta de humanidad y compasión? ¿Es que Sánchez no estaba atento cuando le explicaron que desde el 7 de octubre Hamás ha disparado más de 100.000 cohetes sobre población civil en Israel, mucha de ella de confesión musulmana?

Cuando Sánchez intervino aleccionando a Netanyahu y luego se fue a besar al líder palestino Mahmud Abas, ¿no recordaba que 1.300 de esos cohetes lanzados por Hamás han caído sobre la mismísima Gaza causando la muerte de palestinos? ¿Por qué en su visita a Israel no tuvo ni una palabra de recuerdo para nuestros compatriotas Maya Villalobo e Iván Illarramendi? Este último fue quemado vivo por Hamás.

La proyección en Barcelona ha sido un oasis en una sociedad como la catalana tan fraccionada por culpa del independentismo. En la sala había periodistas, columnistas y tertulianos tanto constitucionalistas como independentistas.

Los miembros de la embajada israelí han explicado que el vídeo no se difunde en público para preservar la intimidad, memoria y dignidad de las familias que han visto como sus casas eran quemadas, sus familiares asesinados o secuestrados o sus hijos violados o descuartizados. Que a Pedro Sánchez la visualización del vídeo no le hiciera cambiar su posición política preestablecida no significa que si el mundo pudiera ver lo que hizo Hamás es muy posible que las masivas manifestaciones a favor de Hamás y las criticas contra Israel se invirtieran.

Respetar la dignidad humana y formar parte del mundo civilizado tiene un precio para Israel que resumió la que fuera primer ministro israelí, Golda Meier, cuando dijo que «entre caer mal o desparecer, elegimos lo primero».

El mundo exige a Israel que respete a los civiles y le pide contención en su acción militar en Gaza, pero tras ver el vídeo solo se puede llegar a una conclusión: Hamás no llevó a cabo una acción militar, no fue un acto justificado en nombre de su fe –el grito que más se oye en todo el vídeo es 'Alá es grande'–. Hamás llevó a cabo una matanza premeditada, despiadada, inhumana. Su objetivo no era solo matar, ultrajar y violar judíos por el mero hecho de serlo, lamentablemente lo lograron.

Las imágenes proyectadas son de tal bestialidad que dejan en nada las increíbles escenas de celebración de los asesinatos de los gazatíes y los actos de descuartizamiento y profanación de cadáveres llevados a cabo por las turbas en mitad de la calle. Cuando la ONU, o Sánchez hablan de proporcionalidad, no han caído en la cuenta de que no ha habido en Israel ningún acto de celebración por las muertes sucedidas en Gaza.

La civilización estuvo en deuda con los judíos tras permitir el holocausto. Hoy está en deuda con Israel porque sus víctimas del 7 de octubre lo son por ser occidentales libres que forman parte de una civilización que tiene los derechos humanos y el respeto a la vida como uno de sus valores fundamentales. Sánchez olvida que entre los 1.300 muertos dos son españoles, pero podrían haber sido muchos más y que hoy Israel, aunque él no lo quiera, lucha para evitar que el islamismo, que ya ha golpeado tantas veces Europa, y lo ha hecho de forma dramática, como en Atocha y las Ramblas, no se haga con el poder también en nuestras casas.

Ni que fuera por la memoria de las víctimas del 11M en Madrid y el 7 de agosto en Barcelona, antes de llevar a cabo su infame declaración debería habérselo pensado dos veces.