Un candidato al Consell de la República de Puigdemont propone subcontratar la defensa catalana a Argelia
El aspirante también aboga por crear un microestado radicado en un barrio de Argel, Bab-el-oued, donde afirma que hace décadas se hablaba catalán
El próximo lunes 19 de febrero se celebran elecciones a la presidencia del Consell de la República, el artefacto político creado por el prófugo Puigdemont para sostener la ficción de que su fuga a Waterloo (Bélgica) –para huir de la Justicia– es algo parecido a un gobierno en el exilio de una república no declarada ni reconocida por nadie en el mundo, excepto, quizás, por Pedro Sánchez.
A estas elecciones además de su actual presidente, el prorruso Carles Puigdemont, concurren dos estrafalarios candidatos. Algunas fuentes señalan que dichos concursantes en la carrera a la presidencia del Consell de la República han sido invitados a presentarse por el propio Puigdemont para evitar dar la imagen de falta de democracia interna dentro del Consell. El hecho es que ninguno de los dos candidatos rivales del eurodiputado investigado actualmente por el Parlamento Europeo por sus vínculos con el Kremlin tiene ninguna posibilidad de victoria, pero desde el Consell se ha intentado dar apariencia de falsa neutralidad y han publicado sendas entrevistas con los dos adversarios de Puigdemont. En la última consulta realizada por el Consell de la República solo participaron 4.000 de los 103.000 militantes que afirman tener; y desde el entorno de Puigdemont se teme que una baja participación minara su liderazgo.
El primero de los candidatos que saltó a la arena es Jordi Castellà, concejal en Canet de Mar por Primaries, el partido que impulso la ANC y que cuenta con un puñado de concejales en algunos municipios catalanes. Esta formación radical defiende que la independencia ya fue declarada y no se ha implementado por la cobardía de los dirigentes políticos independentistas que gobiernan Cataluña. En la entrevista publicada por los canales propios del Consell, Castellà propone que Cataluña solicite a la ONU o bien ser descolonizada o ser declarada territorio no autónomo, un estatus parecido al que tienen actualmente Gibraltar o Puerto Rico. Castellà no concreta de que país sería Cataluña una colonia en el hipotético caso de que las Naciones Unidas atendiera su planteamiento.
Si la anterior propuesta puede parecer alejada de cualquier parámetro de normalidad, la misma puede llegar a parecer plausible cuando se lee el programa del otro candidato, Lluís Felipe Lorenzo. En este caso el candidato no es catalán, sino un periodista balear. Haciendo un ejercicio de fantasía política Lorenzo propone crear un microestado en Argelia radicado en un barrio de Argel, Bab-el-oued, donde afirma que hace décadas se hablaba catalán, y que ese nuevo Estado se incorpore a los Països Catalans. Lorenzo, además, quiere subcontratar la defensa militar de la futura República Catalana independiente a Argelia –no explica cómo primero quiere desgajar un trozo de la capital y luego ser un Estado vasallo de Argelia–. Las propuestas geopolíticas del periodista candidato a presidente no terminan aquí, y también apuesta por que la futura República catalana firme un tratado de cooperación con el Principado de Mónaco. Más allá de la tradicional inquina que el actual Monarca monegasco vienen mostrando hacia España en el Comité Olímpico Internacional en cada ocasión que tiene oportunidad, se desconoce que otros vínculos tienen los Grimaldi con el separatismo catalán.
El Consell de la República está formado por una presidencia, un gobierno que nombra el propio Puigdemont y una asamblea que actúa cual Parlamento cubano, con total adscripción al líder. El pasado mes de septiembre las bases del Consell fueron llamadas a consulta sobre la conveniencia de que Puigdemont negociara con Sánchez o no la investidura. Dichas bases rechazaron cualquier negociación dado que los militantes del Consell creen que Cataluña ya es independiente y que la única política válida es aplicar el resultado del referéndum ilegal del 1 de octubre que –según ellos– dio como resultado la voluntad inequívoca del pueblo de Cataluña de separarse de España.
Ante la votación de las bases, contraria a sus intereses de negociar para conseguir la amnistía y así poder volver a su Gerona natal sin riesgo de ser detenido, Puigdemont reaccionó airado suspendiendo la asamblea del Consell y anunciado que se aprobarían unas nuevas bases de elección de su pseudoparlamento. Nada de todo eso ha sucedido hasta ahora.