La gran batalla
El PP gana a Vox el pulso en Cataluña pero Abascal quiere la revancha en las europeas
El sorpaso de los populares se ha producido sin que la candidatura encabezada por Ignacio Garriga ceda uno solo de sus 11 escaños. Ambos partidos volverán a medirse el 9 de junio
Finalmente, la moneda cayó del lado del PP por cuatro escaños de diferencia y y tres puntos, 15 frente a 11. Una de las incógnitas de las elecciones catalanas era saber si los populares serían capaces de dar el sorpaso a Vox o a la candidatura encabezada por Ignacio Garriga amarraría la cuarta posición, que obtuvo por primera vez en febrero de 2021.
Las urnas sonrieron esta vez a Alejandro Fernández y un PPC que, en los anteriores comicios, a punto estuvo de quedar fuera del Parlamento de Cataluña, emparedado entre Vox y Ciutadans, que ya entonces estaba a la baja. El mérito de Fernández es mayor teniendo en cuenta que tuvo que vencer las reticencias de parte de la dirigencia del PP en Madrid a designarle candidato. «Ha sido un parto un pelín delicado, pero el niño ha salido sano y peleón. Pero también os aseguro que os va a dejar dormir por las noches», bromeó cuando fue ratificado. No obstante, Garriga no solo conservó los 11 diputados para Vox, sino que además creció tres décimas en porcentaje de voto.
El equipo de Alberto Núñez Feijóo se había marcado como objetivos salir de la irrelevancia en la segunda comunidad más poblada de España y recuperar el cetro de la derecha nacional en Cataluña. Los populares plantearon esta campaña como una OPA a los votantes de Cs y también de Vox, haciéndoles ver que la concentración del voto constitucionalista en torno a las siglas del PP es la mejor forma de mantener al independentismo a raya.
Los de Santiago Abascal, por su parte, fustigaron al PP por ser demasiado blando con Pedro Sánchez. «No se puede estar en las calles denunciando el golpe de Sánchez y pactando el gobierno de los jueces con él», era uno de los reproches que Abascal hacía a Feijóo en la carta que le envió el lunes de la semana pasada.
Las encuestas empezaron dando la ventaja al PP, pero a medida que avanzó la carrera los de Feijóo comprobaron que Vox se mantenía fuerte, con una campaña basada en la dureza contra la inmigración ilegal y la ocupación, vinculando ambas a los problemas de inseguridad en Cataluña. Tan fuerte como para estar en disposición de conservar el cuarto puesto. De ahí el intento in extremis de Feijóo de virar la campaña hacia posiciones donde siempre ha estado Vox.
No obstante, y como ya contó El Debate, la gran batalla entre los dos partidos será la de las elecciones europeas del 9 de junio, con un electorado de derechas mucho más movilizado que el de izquierdas. Los sondeos publicados hasta la fecha auguran que el PP ganará (por un margen no muy amplio), pero también vaticinan que Vox obtendrá un gran resultado y multiplicará sus tres escaños actuales.
A favor del partido de Abascal juega un factor crucial: son unas elecciones a circunscripción única y no deciden el Gobierno de España, así que el PP no puede jugar el comodín del voto útil para atraer a los votantes de Vox. Tradicionalmente, los comicios europeos, al ser supranacionales, son los más propicios para que los electores voten realmente lo que quieren. Y no lo que creen que deben para un fin superior, que es la esencia del voto útil.
Vox pondrá toda la carne en el asador e irá al choque contra el PP. Porque, a nivel europeo, los de Abascal creen que populares y socialdemócratas son prácticamente lo mismo: los dos conforman las «élites de Bruselas», ahora encabezadas por la conservadora Ursula von der Leyen.