La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam NoguerasEuropa Press

El laberinto catalán

Junts y ERC agradecen a Sánchez la amnistía privando al PSC de la presidencia del Parlament

Los independentistas ganan momentum y se reactivan buscando su objetivo final: la separación

Los portavoces de los partidos separatistas catalanes subieron el jueves a la tribuna del Congreso para lucir músculo, revancha y ánimo de venganza. Míriam Nogueras (Junts) no dejo pasar la oportunidad de negar el reencuentro y mostrar su victoria por aplastamiento: «Hoy no se perdona, se gana».

Gabriel Rufián (ERC) se esforzaba para evitar que todo el oro, incienso y mirra independentista cayera sobre la portavoz de Puigdemont, pero los votantes independentistas ya sentenciaron el 12 de mayo por quién se decantaba esa estéril batalla.

La batalla del relato

Como siempre, en comunicación política la batalla es sobre el relato. Los socialistas hablan de reconciliación y los independentistas, de victoria. El relato y la realidad no siempre coinciden, pero en este caso sí. Lo de la amnistía va de venganza contra el estado de derecho y de humillación al conjunto de la nación, y muy especialmente a esa parte de la nación que reside en Cataluña y es leal a España.

En este contexto de rencor, venganza y victoria en la segunda vuelta, con el VAR amañado del Tribunal constitucional, los partidos independentistas se han reactivado, tras unas semanas –pocas– de lamerse las heridas por un resultado electoral que por segunda vez en la historia les ha impedido una mayoría nacionalista en el Parlamento catalán. Se han reactivado para reemprender su desafío al estado en busca de su único objetivo: la separación.

El próximo paso lo ha hecho público la líder de la CUP, Laia Estrada, que ha anunciado la apertura de negociaciones para «evitar que la presidencia del Parlament caiga en manos de fuerzas represoras –en referencia al PSC–».

Desde el día siguiente de las elecciones catalanas, Junts ha hablado de rehacer la mayoría independentista y ha pedido a ERC su apoyo para la investidura de Puigdemont. Por ahora los republicanos callan en público, pero están participando de unas negociaciones que les puede facilitar la presidencia del Parlament, segunda institución de Cataluña y posición clave en el proceso de investidura, dado que es la presidencia de la cámara autonómica la que designa que candidatos pueden someterse al pleno de investidura y cuando.

Matemáticas

Junts, ERC y la CUP suman 59 escaños, y si además los dos diputados independentistas de Aliança Catalana dan su apoyo al candidato separatista llegan a 61. Se trata de una cifra inalcanzable para el candidato a presidir la mesa del PSC, que cuenta con 42 votos y acaso con los 6 de Sumar-Comunes.

Salvador Illa solo podría imponer a su candidato a presidente pactando la mesa con el PP y VOX pero eso cerraría la puerta, casi definitivamente, a una investidura del candidato socialista, y abocaría a Cataluña a nuevas elecciones allá por el 12 de octubre.

El líder del PSC, Salvador Illa, y el presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonés.

Los independentistas quieren aprovechar el momentum que les propicia la aprobación de la ley de amnistía y a la vez rehacerse de un resultado que solo se preveía en la banda más baja de las encuestas.

En los cuarteles de ERC y Junts hace días que se justifican hablando de mala suerte, de circunstancias irrepetibles, de los pocos votos que han faltado en Lérida o de lo cerca que ha estado Orriols de alcanzar el 3 % en Barcelona.

Entregar la mesa del Parlament a ERC les permitiría en el corto plazo demostrar que están vivos, que la derrota del 12 de mayo ha sido coyuntural y a la larga si no hay repetición electoral controlar la mesa del Parlament, poder hacer proclamas independentistas y realizar debates inconstitucionales con la tranquilidad de que Conde Pumpido no se va a oponer.