Cabeza mecanizada de un dragón, en Nantes

Cabeza mecanizada de un dragón, en NantesLaith Abushaar / Unsplash

La leyenda del dragón catalán que trajeron los sarracenos desde África

Un dragón aterroriza Cataluña en esta leyenda medieval nacida en las montañas de Sant Llorenç del Munt

Cuentan que en las montañas de Sant Llorenç del Munt, cerca de Terrassa, vivía un temible dragón. Es una leyenda que viene de la Edad Media, del siglo IX, y ha dado lugar en nuestros días a la Cova del Drac, la «cueva del dragón», en catalán.

Dicen que a los moros les venía de perlas que el dragón habitara allí, ya que lo usaban para impedir el paso de los cristianos. Colocaron una cadena desde la cueva hasta el río Llobregat, y el dragón vigilaba que ningún cristiano se acercara por la zona.

La leyenda cuenta que este dragón lo trajeron los sarracenos desde África cuando era pequeño. Mezcla de ave y de reptil, fue alcanzando un tamaño monstruoso, de manera que tenía una fuerza descomunal. Como era capaz de volar, llegaba muy lejos para atacar y devorar a los rebaños y a los seres humanos.

Un caballero blanco

Varios valientes caballeros intentaron acabar con el dragón, pero perecieron en el intento. Toda Cataluña estaba aterrorizada. Un día apareció un caballero que llevaba una armadura resplandeciente, montaba un caballo blanco. Parecía que todo él fuera luz. Dicho caballero apareció de repente volando entre las montañas y se enfrentó con el dragón.

A diferencia de los otros caballeros, logró vencerle. Esperó que saliera de su cueva, arrancó un roble de cuajo y lo rompió contra la cabeza de la fiera. El caballero se fue igual que vino, volando con su corcel blanco entre las montañas, pero no sin antes haber liberado a la montaña de Sant Llorenç del Munt del temido dragón... y del dominio de los moros, que huyeron despavoridos. En otra versión se explica que, después de matarlo, lo despellejó para llevarlo a Barcelona, donde estuvo expuesto durante mucho tiempo.

El dragón de san Lorenzo

La Cueva del Dragón, también conocida en catalán como El Morral del Drac -«El Morral del Dragón»-, es un monolito en el macizo de Sant Llorenç del Munt. Se encuentra en la parte norte de la montaña de La Mola. Tiene una elevación de 980,2 metros.

Vista del Morral del Drac, en Sant Llorenç del Munt

Vista del Morral del Drac, en Sant Llorenç del MuntWikimedia

Está en el municipio de Matadepera, en el Vallès Occidental. Es un monolito de conglomerado de composición carbonatada formada por dos grandes bloques de unos 32 metros de altura, separados en la base, dejando entre ambos una gran apertura. Sobre el Morral del Drac o Cueva del Dragón se cuenta otra historia, la del dragón de san Lorenzo.

Es una historia que parece que hay que situar en el siglo X, cuando parece que fueron consagrados los dos edificios religiosos que formaban parte del municipio de San Esteban de Castellar y Sant Feliu de Valriu.

Corrían tiempos de sarracenos en Cataluña y por las tierras del Vallès. Desde África, estos llevaron una vibria, un tipo de dragón de lo más feroz, para vengarse de sus derrotas ante los cristianos. De pequeño lo alimentaron, en la cueva de Santa Inés, con ganado, hasta que adquirió enormes dimensiones.

Una vez privado de comida, la vibria se puso a investigar qué comer por las tierras del entorno de Sant Llorenç del Munt. Matadepera, Sant Llorenç Savall o Castellar estaban atemorizadas por la presencia del terrible dragón que acababa con sus rebaños, dañaba las cosechas y mataba personas.

De noche, el monstruo se cobijaba en lo que hoy conocemos como la Cueva del Dragón. Las quejas se incrementaron hasta que llegaron a los oídos de Sunifredo I, conde de Barcelona, que decidió que su caballero Spes fuera hacia Sant Llorenç a liquidar la bestia que atemorizaba la zona, acompañado por otros caballeros.

Spes llegó al lugar donde la bestia se encontraba. Fue tal el espanto que les produjo a los caballos que lo acompañaban que estos se precipitaron por uno de los riscos de la montaña. Este, hoy en día, se conoce como el Risco de los Caballeros. Después del fracaso del caballero, el mismo conde Sunifredo I, valiente como era, fue a matar al dragón, acompañado por un cortejo de hombres.

Salvados por la cruz

La lucha comenzó cuando el conde, con una rama de roble, se acercó a la cueva y el dragón se abalanzó. Sunifredo I rompió la rama, que quedó a los pies de la fiera en forma de cruz, en lo cual vio una señal divina. El conde, con energías renovadas, lo hirió de muerte en el vientre con su lanza.

El casillo de Puig de la Creu, en torno a 1920

El casillo de Puig de la Creu, en torno a 1920Marcel·lí Gausachs i Gausachs / Wikimedia

El dragón se fue volando hasta el Puig de la Creu -monte de la Cruz-, donde fue a caer a lo que hoy en día conocemos como el Sot d'en Goleres, al producir con su cuerpo una pequeña depresión en la tierra. Con pequeños vuelos subió hasta la cima, donde los gritos que hacía atemorizaban la comarca entera. Sunifredo I y sus hombres llegaron y allí lo remataron.

Con respecto a la cueva de Santa Inés no se sabe si fue en origen un cenobio de monjas o si en ella habitó el personal de servicio del monasterio de la cima. A partir del siglo XVI pasó a ser renovada para acoger a ermitaños, cuya patrona es Santa Inés, y se abandonó a finales del XVIII. En su interior, además de la propia ermita románica, hay unas pilas naturales de agua.

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