Iglesia Católica
La diócesis de Terrassa celebra su 20º aniversario con el apoyo del Papa Francisco
El nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, presidió la ceremonia en la Catedral del Espíritu Santo
La diócesis de Terrassa celebró este pasado fin de semana su 20º aniversario con una misa solemne en la Catedral del Espíritu Santo, presidida por el nuncio apostólico de la Santa Sede en España, Bernardito Auza.
Fue una misa concelebrada con los obispos catalanes –además del de Terrassa, Salvador Cristau, participaron los de Barcelona, Tarragona, Sant Feliu de Llobregat, Urgell, Vic y Gerona–, a la que también asistieron autoridades políticas como el alcalde de Terrassa, Jordi Ballart; la alcaldesa de Sabadell, Marta Farrés, o el director general de Asuntos Religiosos, Carles Armengol, entre otros.
El obispo Cristau agradeció la presencia del nuncio, “signo de la paternidad del obispo de Roma y nuestra comunión con él", dijo. También reconoció todos los dones y frutos que el Señor ha regalado a esta joven diócesis, como las ordenaciones de 47 presbíteros diocesanos, seis sacerdotes religiosos y 17 diáconos permanentes.
Por su parte, el nuncio también manifestó que «los frutos de la diócesis son visibles: en la educación de los niños, en las asociaciones y actividades de la juventud, en la vitalidad católica de la familia». También recordó cómo san Juan Pablo II, el 15 de junio de 2004, erigió la diócesis con la bula Christifidelium salutem.
Mensaje del Papa
Al final de la homilía, el Secretario General y Canciller, Eduardo Pire, leyó el mensaje que el papa Francisco hizo llegar a través de la nunciatura apostólica. En este mensaje, el Papa se unía a la alegría de la celebración y daba gracias a Dios por las numerosas vocaciones sacerdotales que han surgido en la diócesis.
También invitó a todos los fieles de la Iglesia que peregrina en el Vallés a «seguir esta obra evangelizadora por medio de la Palabra de Dios, el consuelo de los sacramentos y el auxilio de la oración».
La celebración concluyó con un canto final y una solemne procesión. A la salida, los fieles recibieron un obsequio conmemorativo y pudieron disfrutar de un gran refrigerio popular en el patio de la escuela Vedruna-Vall, donde se compartió la alegría entre todos los presentes.