El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont

El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles PuigdemontEuropa Press

Política

Puigdemont pedirá someterse a la investidura pocos días antes del 26 de agosto

Entre los socialistas cunde el desánimo por el pacto con ERC

El presidente del parlamento de Cataluña, Josep Rull, constató la semana pasada que no había ningún candidato a la presidencia de la Generalitat y tomó dos decisiones.

La primera fue activar la cuenta atrás hacía unas nuevas elecciones: si antes del 26 de agosto ningún candidato ha manifestado que quiere someterse a la investidura, el parlamento autonómico quedará automáticamente disuelto y los catalanes volverán a votar el próximo 13 de octubre. La segunda fue habilitar el mes de agosto como practicable para celebrar plenos.

Los diputados que tuvieran previsto viajar lejos de su domicilio habitual se han quedado sin vacaciones, porque la política catalana y sus protagonistas son expertos en tomar decisiones de ultimísima hora con giros de guión inesperados. Ninguno de los 135 miembros del hemiciclo quiere que una convocatoria de pleno de investidura inesperada le pille lejos de Barcelona.

La única opción del PSC

Salvador Illa ha dejado claro que su única opción es un acuerdo con ERC y los Comunes que le da justo la mayoría para ser elegido presidente de la Generalitat, pero el líder del PSC tiene por delante un muro casi infranqueable, dado que no solo ha de alcanzar un acuerdo sobre financiación, cesión de impuestos y condonación de deuda, sino que dicho pacto ha de ser sometido a la aprobación de una imprevisible militancia de base de ERC.

Los afiliados de ERC han llegado a la conclusión que el motivo de su batacazo electoral no es otro que los votantes les perciben como dóciles socios secundarios del PSOE, y en ese ambiente un acuerdo del PSOE y ERC para investir a Illa tiene altas probabilidades de ser rechazado por las bases.

Los militantes de ERC ya dieron muestras hace pocas semanas de su poca predisposición a avalar acuerdos con el PSC cuando fueron llamados a opinar sobre la entrada de ERC en el gobierno municipal de Barcelona, encabezado por el socialista Collboni.

La avalancha de militantes que, al parecer, acudían a oponerse al acuerdo alcanzado por los líderes de ERC en Barcelona con el PSC les llevó a suspender la votación alegando problemas de aforo. La consulta ha sido pospuesta sine die.

Illa sabe que para seducir a los militantes de ERC debe presentar una propuesta de máximos pero a la vez es consciente que lo que complacería a ERC disgustaría a los barones socialistas en otras CC.AA. Además, enojaría a los socios de investidura del PSOE, que exigirían para Galicia o la Comunidad Valenciana lo mismo que se le entregue a Cataluña y, además, tiene difícil encaje estatutario y constitucional.

Optimismo en Junts

La situación para el exministro de Sanidad es de tal complejidad que el desánimo se ha adueñado de los dirigentes del PSC, que ven la repetición electoral como algo casi inevitable. En cambio, en Junts cunde el optimismo.

La Fiscalía está haciéndoles el trabajo de facilitar la vuelta de Puigdemont y creen que si el PSC y ERC acaban constatando que su alianza es imposible, ellos tendrán una oportunidad de intentar la investidura de Puigdemont.

Junts está en condiciones de llegar a un pleno pactando con ERC, la CUP y Aliança Catalana un modelo de financiación y el compromiso de redacción de una «constitución» catalana para reactivar el procès.

Puigdemont lleva semanas trabajando la relación con Marta Rovira y si, tal como desvelo el presidente de la ANC, Lluís Llach, la relación entre Puigdemont y Junqueras es «horrorosa», la de Rovira con el ex president es muy fluida y cordial. Ese buen feeling entre ambos es fundamental para Puigdemont, dado que Rovira es quién a día de hoy tiene en sus manos los mandos de ERC.

Puigdemont y su entorno quieren acordar un documento de compromiso con ERC y la CUP al que se sume gratis Aliança Catalana, con el que poder solicitar a Rull someterse a la investidura. Para ERC es el abrazo del oso porque en el caso de que la investidura fracase (cosa que sucederá a no ser que el PSC se abstuviera), los republicanos concurrirían a unas nuevas elecciones como una fuerza casi subsidiaria de Puigdemont.

Por otra parte, si la propuesta programática de Junts agrada a las bases de ERC, a sus dirigentes les costará mucho encontrar motivos para no apoyar una investidura de Puigdemont.

Puigdemont controla los tiempos de la mesa del Parlament a través de Rull, que es una persona de su máxima confianza. Su mejor escenario es someterse a una investidura a pocos días del final de la cuenta atrás, dado que obligaría a ERC a tomar partido entre los socialistas y él, le presentaría como única alternativa a los socialistas y, aunque no obtuviera la investidura, quedaría en una posición inmejorable cara a una nueva cita con las urnas.

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