El doctor Colmenárez atiende a un pacienteCedida

Entrevista

José Manuel Colmenárez, impulsor del mayor operativo médico de Venezuela: «El bien común es contagioso»

El otorrinolaringólogo, de visita en Barcelona, lidera un encuentro anual en el que atienden gratis a más de 3.000 pacientes

Cada diciembre, más de 150 médicos de 26 especialidades distintas se reúnen durante tres días en la pequeña ciudad venezolana de El Tocuyo para atender a unos 3.000 pacientes y realizar más de 500 cirugías, todo ello sin cobrar ni un bolívar. Se trata del mayor operativo médico de Venezuela, y uno de los más grandes de la región.

Todo este operativo caritativo está impulsado por el otorrinolaringólogo José Manuel Colmenárez, que este fin de semana estuvo en Barcelona para participar en la 8ª edición del evento cultural Punt BCN: en concreto, en una mesa redonda dedicada a la vocación laboral. Atiende a El Debate para explicar la historia de este «milagro» en Venezuela y confiesa por qué no ha tirado la toalla en casi 20 años.

El doctor José Manuel Colmenárez, en Barcelona, tras la entrevistaG. Altarriba

–Los números de estas últimas ediciones impresionan, pero ¿de dónde nace este operativo?

–Fue en 1995. Yo estaba acabando mis estudios, en California: fui el primer otorrinolaringólogo de mi pueblo, El Tocuyo. Por eso, me planteé hacerle un regalo al pueblo en el aniversario de su fundación, el 7 de diciembre de 1545. Hablé con mis amigos del hospital de allí, donde nací, y me ofrecí a operar a dos pacientes gratis. Lo hicimos y me decían: «El año que viene repetimos».

–Y repitieron.

–Claro, y hasta hoy. Se fueron sumando otros colegas otorrinolaringólogos, luego de otras especialidades… Se ha ido corriendo la voz y todo ha tomado una dimensión muy grande. Hoy viaja gente de todo el país para operarse: ya hay personas apuntándose para este diciembre.

El reto logístico para montar este operativo no debe ser sencillo…

–No lo es, trabajamos con meses de antelación para que funcione todo en el hospital, desde los aires acondicionados en los quirófanos hasta las tuberías o la pintura de las paredes. Además, a los pacientes esos días muchas veces les regalamos el tratamiento, las medicinas, porque recibimos donaciones tanto del Estado como privadas.

Dos de los quirófanos, durante el operativo en El Tocuyo.Cedida

Y no es solo la parte médica: hemos de hacer más de 1.000 comidas al día. Algunos montan paradas fuera con sopa o arepas, gratis: muchos son personas a las que hemos beneficiado un año y se acercan al siguiente diciendo «quiero colaborar». Tenemos una zona con videojuegos y payasos para entretener a los niños que esperan a ser vistos, o un bazar en el que vendemos ropa o juguetes que hemos recogido previamente: todo lo que reunimos ahí se lo donamos al asilo de ancianos de las Hermanitas de los Pobres.

–El bien engendra bien.

–Claro, el bien común es contagioso. Los que van un año dicen: «No puedo dejar de ir». Es un rosario, una cadena de favores.

–Montar este operativo es complicarse la vida, ¿alguna vez ha pensado en dejarlo?

–Lo he pensado, pero es algo más grande que yo. Ojalá que pueda seguir sin que esté yo, pero sé que la gente se beneficia tanto que… «Llevo tres años esperando a operar a mi hijo y no puedo pagarlo», me dicen. No puedo ver la cara de alguien a quien sé cómo ayudar y decirle que no. Además, hay otro tema.

Pacientes esperan en El Tocuyo a ser atendidosCedida

–Ud. dirá.

–Varias veces hemos estado cerca de la fecha sin saber si iba a salir. Mi hermana me llama y me dice: «Chema, este año no tenemos nada», y ya empezamos a pensar que entonces no podremos operar o tendremos que reducir la escala… pero entonces se multiplican los panes. De verdad, es como un milagro: hay Alguien más que sostiene la obra, estoy seguro. Otro detalle: a El Tocuyo vienen personas muy humildes, sin dinero, con carencias nutricionales… pero en todos estos años no hemos tenido complicaciones médicas.

–Se confiesa ud. como católico. ¿Qué papel juega su fe en esta labor?

–No es el único factor, pero sí tiene mucho que ver con mi formación religiosa católica: sin mi fe, no creo que lo hubiera hecho. Cabe destacar que no todos los que van allá a ayudar son católicos, pero sí empezamos el operativo con una misa de bendición en San Antonio de Padua.

–Ha acudido a Barcelona para hablar de trabajo. ¿Ve necesario dejar espacios de gratuidad en los que «perderse» para escapar de una visión de lo laboral basada en el cálculo?

–Mira, si te pones a sumar y restar... A mí me dicen: «¿Por qué regalas el trabajo? Algunos te podrían pagar». Pero algo que sí supe cuando comencé a ser médico fue que no iba a decidir a quién atendía en función de si me podían pagar o no. Yo tengo mi consulta privada, pero si alguien me dice que no puede pagarlo, yo me fío, y le hablo de la Fundación Stapedium, que creamos en 2004, cuando el proyecto cogió envergadura, y a través de la cual llevamos el espíritu de los tres días de operativo al resto de días del año.