Salvador Illa y Pere Aragonès, en una imagen de archivo

Salvador Illa y Pere Aragonès, en una imagen de archivoEFE

Análisis

La ajustada votación de ERC no garantiza la elección de Illa y abre una crisis que puede acabar en escisión

El que podríamos bautizar como «mal de Pedro Sánchez» ha llegado a ERC. ¿En que consiste esta enfermedad política? Todos los partidos que han dado apoyo al actual presidente del gobierno han sufrido crisis internas, escisiones y derrotas electorales.

Podemos fue absorbida por Sumar, y a su vez Sumar está en proceso de extinción; el PNV está en caída libre, Compromís perdió la alcaldía de Valencia y ahora le ha tocado el turno a ERC. Tras ser derrotada en las elecciones ahora se ha dividido en dos mitades casi exactas a cuenta de preguntar a sus afiliados si preferían votar la investidura de Salvador Illa o llevar a Cataluña a unas nuevas elecciones.

550 independentistas podrían llevar al socialista Illa hasta la presidencia de la Generalitat. 3.397 afiliados de ERC han dado su visto bueno a la propuesta y 2.847 se han opuesto.

Sánchez está en deuda con todos los independentistas: a Junts, Bildu, PNV, BNG y a la propia ERC les debe su presidencia, y ahora a ERC, o a una parte de ella, les adeudará la presidencia de la Generalitat de Cataluña. Fue Aznar el que dijo que antes se partiría Cataluña que se separaría de España y su augurio lleva camino de hacerse realidad.

El precio que pagará ERC

El precio que pagará ERC si la elección de Illa se consuma es muy alto, incluso puede llevar al partido a una escisión. En el Congreso de los Diputados, Pilar Vallugera, parlamentaria de ERC, ha dicho en público que está en contra de apoyar a Illa, en la misma línea se han manifestado infinidad de alcaldes y concejales de ERC.

No obstante, lo que más inquieta a la dirección provisional de ERC, encabezada por Marta Rovira, es el control del grupo en el Parlament, ya que a estas horas la disciplina de grupo no está garantizada.

Las juventudes de ERC, que cuentan con una diputada, Mar Besses, han dicho que su voto no depende de la votación que ha llevado a cabo la militancia de sus mayores, si no de la decisión de la asamblea de la organización juvenil del partido, que se reunirá este sábado.

La posible deserción de Besses junto al efecto del hipotético regreso de Carles Puigdemont no permite dar por cerrada, con total seguridad, la elección de Illa. Esto es así porque el PSC (42), ERC (20) y Comunes-Sumar (6) alcanzan la mayoría exacta de 68 escaños que son precisos para elegir a Illa: no hay margen de error.

El PSC, inquieto

En el PSC inquieta mucho todo lo que pueda suceder dentro de ERC hasta el día del pleno y pretenden que la fecha del mismo sea cuanto antes: el día más probable es el próximo día 7.

Los socialistas tienen a su alcance un gobierno en solitario, dado que ni ERC ni los Comunes quieren entrar en el gobierno en primera instancia. Pese a todo, Illa está dispuesto a ceder a sus socios independentistas y de extrema izquierda todos los puestos que sea preciso en los segundos y terceros niveles de la administración.

Aun así, la dirección socialista se resiste a lanzar las campanas al vuelo hasta que vean como Illa jura la Constitución gracias a un partido, ERC, que tiene como objetivo político la destrucción de España y derogación de la constitución que Illa prometerá cumplir y hacer cumplir.

En Junts preferían que la militancia de ERC votara «no» a Illa, dado que eso les daba una segunda oportunidad electoral en octubre y evitaba la vuelta de Puigdemont. El prófugo líder de Junts esperará a que pase el fin de semana para decidir si consuma su regreso y el formato del mismo.

El ex presidente solo volverá si el clima político que se cree hasta el día del pleno pudiera llevar a una votación imprevista que hiciera descarrilar la investidura. En caso contrario pasará el verano en el templado clima belga.

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