Historias de Cataluña
La verdadera historia de la sardana, la danza regional de Cataluña que creó un andaluz
La realidad es que la danza tradicional catalana era la jota, y que la sardana moderna se inventó durante la Renaixença
«La sardana es nuestro baile nacional, saludadle", escribía en 1883 el historiador catalanista José Pella Forgas en Historia del Ampurdán. A partir de aquí, autores como Jacinto Verdaguer o Joan Maragall la encumbraron, e incluso este último la denominó “la danza entera de un pueblo». Pero ¿es realmente la sardana una danza tradicional catalana?
La realidad es que la danza tradicional catalana era la jota: la danza típica en toda España, y que encontramos en todas las comunidades autónomas. Cataluña no podía ser menos, teniendo en cuenta que formaba parte de la Corona de Aragón y que tenemos jotas en Aragón, Valencia o Baleares. De hecho, realmente existió una jota catalana: formaba parte del folklore de las Tierras del Ebro.
La primera referencia escrita conocida es una condena por parte del obispo de Tortosa en 1734. En el año 2010, las jotas del Ebro fueron declaradas por la Generalitat como danza de interés nacional en Cataluña, y ese mismo año la Generalitat inscribió la sardana en el Catálogo del Patrimonio Festivo de Cataluña, declarándola elemento festivo patrimonial de interés nacional.
El origen de la sardana
El origen de la sardana está en la Renaixença, el movimiento político y cultural que quiso dar un giro a la historia a mayor gloria de Cataluña. Se tergiversaron pasajes de la historia, se borraron hechos históricos, se eliminaron páginas y se empezaron a organizar juegos florales, porque consideraban que se debía dar valor al catalán. También se nacionalizaron aspectos comunes y algunos personajes empezaron ya con el hecho diferencial del catalán por encima de los españoles.
En este contexto, dado que la jota era la danza tradicional en toda España, se decidió inventar una que ensalzase el catalanismo. El tipo de danza no era nuevo: algunos creen que los griegos ya danzaban así. Hasta ese momento, la primitiva sardana era una danza minoritaria que se bailaba en el Empordà, desconocida en la mayoría de Cataluña y sin una tradición a nivel general.
Por eso los hombres de la Renaixença decidieron que alguien no solo la modernizara, sino que la convirtiera en un hecho diferencial catalán. El hombre elegido fue José María de la Purificación Buenaventura Casas, conocido por el nacionalismo catalán como Pep Ventura y que, a pesar de los esfuerzos por catalanizarlo, nació el 2 de febrero de 1817 en Alcalá la Real, en Jaén.
Era hijo de Antonia Casas y Benito Buenaventura, sargento segundo de la Primera Compañía de Cataluña Segundo Ligero. Originalmente sus abuelos eran de Rosas, Torroella y Manlleu. El padre fue destinado a Alcalá la Real como refuerzo para controlar a quienes ejercían de bandoleros en la sierra. En 1819 destinaron al padre a la Compañía Fija de Rosas, en Gerona, estableciéndose la familia en esa población. De muy joven perdió a sus padres, siendo criado por sus abuelos.
Estudió con Juan Llandrich, director de una orquesta de sardanas, y se casó con la hija de este. En aquella orquesta tocaba la flauta, y con el tiempo aprendería a tocar la guitarra, el clarinete, el oboe y la tenora. El virtuosismo que adquirió con este último instrumento fue tal que incluso se le llegó a conocer como «Pep de la tenora».
Fue un compositor autodidacta, formado gracias a las composiciones que conocía o había tocado. En sus obras incluyó parte del folclore tradicional catalán. Estos conocimientos los había recogido de joven, de la mano de los viejos cantores que tuvo ocasión de conocer. Ventura inventó la sardana larga y fue el primero en utilizar la tenora en la copla. Dicho de otra manera, Ventura inventó la sardana moderna, la danza que los hombres de la Renaixença querían, magnificándola y convirtiéndola en lo que es hoy en día, un invento del siglo XIX, aunque algunos piensan que su origen se pierde en la noche de los tiempos.
La sardana antigua vs la moderna
La sardana ampurdanesa, la que tocaba de joven Ventura, tenía una estructura prefijada. Es decir, un solo movimiento, repetitivo y en cierta manera monotemático. Teniendo en cuenta esta base, creyó que le podía dar otro cariz y convertirla en una pieza musical de mayor envergadura y calidad. La estructura primitiva de la sardana ampurdanesa era de ocho compases tocados por el flautín que servían para marcar el comienzo de la sardana; ocho compases cortos.
El movimiento era lento; 16 compases largos, en los que se incluyen dos temas melódicos, ocho compases cada tema, siendo el movimiento es alegre; 16 compases largos, repetición de los compases y final de la sardana. En total, sin repeticiones, la sardana primitiva tenía 24 compases. ¿Por qué? Este número representaba las veinticuatro horas solares. Los cortos simbolizaban el invierno y los largos el verano. La antigua copla estaba formada por un flautín, un tiple y una cornamusa.
Pep Ventura no creyó conveniente limitar el número de compases. De esta forma nació la sardana larga, a diferencia de la Ampurdanesa que la podemos definir como corta. La estructura, como pensó Pep Ventura, era con una introducción del flabiol para marcar el inicio; 16 compases cortos; 32 compases largos; 16 compases cortos; 32 compases largos; repetición flabiol; 32 compases largos; repetición flabiol, 32 compases largos y final. La formación musical la incrementó con dos tenoras, dos tiples, dos cornetines, dos fiscornos, un tambor, un flabiol-tamboril y un contrabajo.
Pep Ventura compuso más de 200 sardanas en todos los estilos. Arregló fragmentos conocidos de canciones, óperas, zarzuelas y los convirtió en sardanas. Entre las muchas creaciones de Pep Ventura destaco la sardana Per tu ploro, dedicada a su mujer María, fallecida en 1864.
La danza obrera
Se dice que en la sardana hay un componente de clase. La realidad es que, en la época de Pep Ventura y años después, con todo el movimiento de La Renaixença, los que la bailaban eran los nacionalistas catalanes, bailando todo tipo de sardanas, desde las más tradicionales a las más revolucionarias.
A esto debemos añadir a las sociedades corales, que cantaron muchas sardanas a las que se les añadió letra. Ayudaron a este reconocimiento, de la clase obrera, por la sardana, compositores como Enric Morera o Juli Garreta. En un momento determinado, antes de que se popularizara y la bailaran todas las clases sociales, la sardana era la danza de la clase obrera, mientras las clases altas seguían con sus bailes como el vals.