El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, la semana pasada en BarcelonaEuropa Press

Política

Junts no contempla seguir adelante sin Puigdemont y amaga con que su líder rompa otro compromiso

El partido adelanta su congreso y cierra filas en torno a su líder, aunque debe pensar en un futuro post-Puigdemont cada día más cercano

En la convocatoria de un congreso extraordinario para finales de octubre, Jordi Turull dejó patente que el partido tiene en Carles Puigdemont tanto su principal activo como su condena. Según aseguró este lunes el secretario general de Junts, tanto los miembros de la cúpula del partido postconvergente como sus diputados en el Parlament y en el Congreso de los Diputados –así como sus tres senadores– aprueban de forma «unánime» la reciente aparición y fuga del expresidente en Barcelona.

Además, Turull dejó claro que en su partido «no imaginan» seguir adelante con su estrategia sin contar con Puigdemont de alguna manera, aunque no quiso concretar si el líder fáctico de Junts volverá a asumir responsabilidades en el partido. Pese a su insistencia en que el congreso no ha de servir «para recomponer el partido», lo cierto es que en Junts necesitan recomponerse y encarar seriamente su futuro.

Necesitan hacerlo, y con cierta urgencia, porque uno de los escenarios que se abren para los herederos de CiU es qué ocurrirá en el caso de que Puigdemont se mantenga fiel a su intención, manifestada durante la pasada precampaña electoral, de que dejaría la «política activa» en caso de perder las elecciones. «No me veo como jefe de la oposición», decía en abril.

Han pasado cuatro meses, y jefe de la oposición es precisamente el lugar que le han reservado las urnas. Preguntado Turull sobre si Puigdemont había cambiado de opinión, el secretario general dijo que no le correspondía a él dar esta información, aunque insistió en que «Puigdemont es una persona de palabra».

En caso de que el expresidente, efectivamente, decida dar un paso atrás, en Junts necesitan decidir con urgencia quién asumiría el liderazgo de una formación cada día más personalista. Un partido que se ha configurado claramente en los últimos años como «el partido de Puigdemont».

¿Y si rompe su promesa?

En el caso de que Puigdemont rompa su compromiso –otro más, después de no intentar siquiera acceder al Parlament para la sesión de investidura– y decida mantenerse en el candelero político, el problema para Junts es cómo afrontar de forma efectiva la oposición esta legislatura sin ser rehenes de los vaivenes de su líder.

En su entorno aseguran que su maniobra sirvió para movilizar al independentismo y reavivar el ansia secesionista, pero la realidad es que el anunciado «retorno del exilio» apenas congregó a unos pocos miles de manifestantes. Una pequeña muchedumbre, como hacían notar sobre el terreno algunos de los concentrados, en la que la juventud brillaba por su ausencia.

Acto de bienvenida al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en BarcelonaDavid Zorrakino / Europa Press

Voces del entorno de Junts celebran que Puigdemont haya algutinado a su alrededor el favor de las otrora poderosas entidades independentistas, como la ANC u Òmnium Cultural, pero el poder de convocatoria de estas ha menguado en los últimos años, como han dejado patente los recientes pinchazos en Barcelona. No solo se trata del acto del Arco del Triunfo, sino también de la manifestación contra la justicia por la no aplicación total de la ley de amnistía, que debía ser una manifestación de músculo y terminó en nada.

Además, aunque la cúpula de Junts apruebe «unánimemente» el truco de magia de su líder, lo cierto es que esta no es la sensación general en todos los sectores independentistas. Algunos afean al expresidente que su performance y su «control del territorio» solo sirviesen para dejar en evidencia a los Mossos d’Esquadra y para cargar contra ERC en su pulso particular y partidista por liderar el espacio electoral independentista.

ERC, a la espera

Mientras tanto, los republicanos aguantan el bochorno y guardan silencio institucional mientras Salvador Illa y sus consellers toman posesión. Esperan a que pase la tormenta de voces que les acusan de haber investido a un «españolista» y a que empiece la legislatura para poder rearmarse desde la oposición.

También está el factor Oriol Junqueras, que espera al congreso del 30 de noviembre para tratar de volver a conseguir el control del partido frente a una ejecutiva desgastada.