Iglesia
La tormenta no frenó a los cientos de jóvenes que subieron a rezar al Tibidabo: «Tengo mucha paz»
Ni la niebla ni el viento evitaron que centenares de católicos barceloneses subieran al templo expiatorio para adorar al Santísimo
Cuando se fue el sol, el templo del Tibidabo quedó envuelto en un denso manto de niebla. Soplaba un viento frío, y la tormenta amenazaba con descargar su furia sobre Barcelona en cualquier momento.
Pese a todo, cientos de católicos barceloneses desafiaron este miércoles por la noche a los elementos en la cima de la montaña, rezando y adorando al Santísimo en la oscuridad.
«Era niebla pura y viento, un clima muy raro pero que daba mucha serenidad… No llovió de milagro», explica Silvia, una de las participantes en la adoración. En la terraza superior del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, sobre una Barcelona cada vez más secularizada, una multitud de jóvenes, familias y mayores se arrodillaba, a pesar de las inclemencias.
«Tú [eres] el único Señor al que voy a alabar», entonaba el coro en la oscuridad, mientras el sacerdote alzaba el Santísimo, iluminado, y avanzaba entre los fieles congregados, bendiciéndoles.
«Se paró justo delante de mí; nos bendijo a todos los participantes y, después, se dio la vuelta y se acercó a la cornisa para bendecir a toda la ciudad de Barcelona», recuerda Silvia emocionada, que confiesa que, al volver a casa, sentía «mucha paz interior».
Séptimo año consecutivo
Se trataba de la séptima edición de esta adoración, convocada por la parroquia de Santa Inés, a la que estaban invitados varios grupos y comunidades parroquiales de Barcelona. «Tibidabo al completo. Gracias, Señor, un año más», celebraban los organizadores al acabar el acto, que duró una hora y media, aproximadamente.
Era el tercer año que esta adoración se celebraba desde que la nueva comunidad de Salesianos que llegó al templo canceló la adoración eucarística perpetua que caracterizaba a esta iglesia: una capilla abierta las 24 horas del día, los 365 días del año, en la que siempre había al menos una persona rezando. En 2021, después de 55 años sin fallar ni un día, se suprimió, con la excusa de la pandemia. A día de hoy aún no se ha recuperado.
Mientras tanto, queda este encuentro anual, en el que se tocaron himnos de Hakuna y de Tuyo, entre intervalos de silencio marcado por el aullido del viento. Alguno derramaba lágrimas en silencio. Al terminar la adoración, el milagro meteorológico se quebró: la lluvia que había contenido la respiración mientras los fieles rezaban se derramó sobre la ciudad.