Enrique Alcántara, presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de BarcelonaAPARTUR

Entrevista

Enrique Alcántara: «Con el cierre de los pisos turísticos, Barcelona dejaría de ganar 1.200 millones cada año»

El presidente de la patronal del apartamento turístico critica que Collboni no quiera reunirse con ellos y asegura que la solución al problema de la vivienda «no pasa por el turismo»

El anuncio del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, de su intención de eliminar los 10.000 pisos turísticos que hay en Barcelona para el año 2029 ha provocado en los últimos días todo tipo de reacciones. Desde la ministra de Vivienda, que lo celebró como una muestra de «valentía» por parte del alcalde socialista, hasta las asociaciones de propietarios, que consideran la medida una «condena a muerte».

Enrique Alcántara es presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (APARTUR), y atiende a El Debate para abordar la polémica en torno a las declaraciones de Collboni y lamenta que el consistorio esté usando a su sector –dice– para sacudirse de encima la responsabilidad de solucionar los problemas reales de la vivienda.

Hace una semana desde las declaraciones del alcalde Collboni, ¿han podido hablar con él?

—No, no. De hecho, no hemos podido reunirnos con él en todo el último año. No nos ha dado cita.

¿Qué le diría al alcalde si se reunieran?

–Le preguntaría si se ha parado a pensar en el impacto que va a tener esta medida en la economía de Barcelona; sobre todo en el empleo de las personas que viven del turismo. Muchos empleados de restauración, comercio, atracciones turísticas o limpieza perderán su empleo, y queremos que explique qué piensa hacer para estas personas.

El otro día en una entrevista para TV3 cifraba en 347 millones de euros lo que la ciudad dejaría de ganar cada año.

—Bueno, esa sería nuestra facturación, la del sector. Pero sí le sumamos lo que dejan de ganar el comercio, la restauración… Sumando ambas, calculamos que la ciudad dejaría de ganar cada año 1.200 millones de euros.

Se han manifestado a favor en otras ocasiones de colaborar en la regulación del sector, con medidas «realistas». ¿A qué medidas se refiere?

—Bueno, este es un sector que ya está regulado, y en el caso de Cataluña y Barcelona, desde hace muchos años. Ahora mismo en la ciudad está vigente un plan urbanístico que desde hace nueve años prohíbe nuevas licencias No hay problema en abordar una mejora de esta regulación, pero creo que el enfoque ha de ser al revés: no se trata de cómo cambiar la regulación, sino de qué problema queremos resolver.

Y, a su juicio, el problema a resolver es…

—Si de lo que se trata es de resolver el problema en general de la vivienda en Barcelona o Cataluña, las soluciones no pasan por el turismo. Si lo que queremos es resolver un problema de sobreturismo y de movilidad turística, ahí tal vez podemos ayudar. Por ejemplo, si el problema es la concentración de la gente en zonas como la Sagrada Familia o el Boqueria, podemos ayudar, promocionando otras zonas fuera de la ciudad. Pero no tiene sentido modificar una regulación sin tener claro para qué.

¿Se ven como un chivo expiatorio?

—Lo que creo –aunque esto lo ha de decir él– es que la ciudad de Barcelona tiene un problema real de vivienda, y que el alcalde ha hecho el anuncio para sacarse responsabilidad. Es su forma de decir: «En cuatro o cinco años esto estará solucionado, nosotros ya hemos hecho lo que había que hacer». Además, después da igual si se hace o no, porque el anuncio político ya está hecho. Yo creo que están más ahí que en creer realmente que haya que eliminar los pisos turísticos.

¿Tienen previsto emprender acciones legales?

—Quiero recordar que tenemos puesto un recurso de inconstitucionalidad contra el decreto ley de regulación de las viviendas de uso turístico que aprobó la Generalitat el año pasado, sobre el que se sustentan las declaraciones del alcalde. Confiamos en que el Tribunal Constitucional acabe con lo que es una expropiación forzosa sin indemnización, que entendemos que es inconstitucional por todos los lados.

Esta semana anunciaban el fichaje como nueva directora de APARTUR de Marian Muro, que fue directora general de Turismo de Barcelona y de la Generalitat. ¿Qué esperan ganar con su incorporación?

—Marian es una de las personas que más sabe de turismo de España, probablemente. Con ella buscamos consolidar la profesionalización del sector, y posicionarnos donde tenemos que estar, como el segmento de alojamiento turístico que más demanda tiene en este momento, mucho más que las habitaciones de hotel. Con ella esperamos convertir este tipo de alojamientos en líderes en la ciudad de Barcelona.

Estos días se ha comparado mucho las declaraciones de Collboni con la prohibición de los pisos turísticos en Nueva York. ¿Le ve sentido esta comparación?

—Creo que no tiene ningún sentido, porque en Nueva York nunca se habían dado licencias para esta actividad, y por tanto no se ha expropiado nada. En Barcelona, los propietarios sí tienen un derecho adquirido que ahora se les revoca. Por otro lado, en Nueva York se consiguió esta medida por la fuerza del lobby hotelero, pero lo que han conseguido es que los apartamentos ilegales estén fuera de control. No es un escenario deseable para Barcelona, y ocurriría seguro si se revocan las licencias, porque la demanda está ahí.

¿Cuál es el perfil de las personas que optan por un piso turístico?

—Nuestros usuarios más fieles son familias: son las que más valoran poder convivir en un mismo espacio, y las más sensibles a nivel de precio y costes, porque normalmente no pueden pagar dos o tres habitaciones de hotel para toda la familia.

Últimamente da la sensación de que el Ayuntamiento ha apretado el acelerador en su lucha contra el turismo, al menos a nivel de discurso.

—Contra el turismo no hay que luchar: es lo que nos ha de comer, a España en general y a Barcelona en particular. Lo que hay que hacer es regular, y gestionarlo bien. Pensemos que Barcelona tiene aproximadamente las mismas habitaciones de hotel y alojamientos turísticos que hace nueve años: por tanto, todo el turismo adicional viene de otros lados, de gente que viene a la Costa Brava o la Costa Dorada y baja a pasar el día a Barcelona. Pienso que hay que centrarse más en este tipo de visitantes y no en las pernoctaciones, porque el problema, de hecho, no está allí.