Historia de Barcelona
El parque temático de Barcelona: su «barrio gótico» no tomó forma hasta el siglo XX
El entorno de la catedral se reimaginó como barrio gótico a partir de 1902
A principios del siglo XX, un grupo de arquitectos liderado por Josep Puig i Cadafalch y Lluís Domènech i Muntaner, entre otros, pensó aquello que hoy podríamos llamar el «recinto gótico de Barcelona», que se extendería alrededor de la Catedral y el Barrio de la Ribera.
La realidad es que, a pesar del nombre, no todos los edificios construidos en esa zona pertenecían a ese período. La evolución de la ciudad, que estuvo amurallada hasta finales del siglo XIX, hizo que muchas casas fueran derribadas para construir otras nuevas: la ciudadanía crecía y el espacio era escaso.
El crecimiento de Barcelona tuvo lugar con el derribo de las murallas, a partir de 1854, abriendo la ciudad al mar, y con la posterior construcción del Eixample. Para tener una idea de cómo era la Barcelona antes de la caída de las murallas y lo poco que le había importado a sus ciudadanos si un edificio era o no gótico, tengamos en cuenta un detalle: la ciudad olía muy mal.
Como no había servicio de recogida de basuras, ni tuberías en las letrinas de los pisos, la gente tiraba a la calle todos estos desperdicios. Los pozos muertos no se vaciaban tan a menudo como era de esperar. Barcelona, pues, vivía rodeada de una nube pestilente. La insalubridad era muy elevada, pues en una ciudad amurallada era muy complicado que se renovara el aire.
Cambiar el pasado
A los inventores de la nueva Barcelona todo esto les importó muy poco. Tampoco repararon en el hecho de que las casas existentes alrededor de la Catedral poco o nada tenían que ver con el gótico. Serían transformadas y restauradas. Una primitiva idea de todo esto se empezó a gestar en el año 1902, pero se empezó a trabajar en ello en 1914 y se desarrolló en tiempos de la Segunda República. El proyecto se finalizó durante la dictadura franquista.
Teniendo en cuenta que en Barcelona nunca existió un Barrio Gótico como tal, los ilustrados ideólogos pensaron en cambiar los libros de texto. ¿Por qué? Se tenía que explicar algo muy sencillo: una de las joyas de Barcelona había sido, era y sería su Barrio Gótico. Se tenía que enseñar y que calara en la gente para que se conociera y divulgara.
Todo esto ocurría con el beneplácito de la burguesía catalana. A estos sólo les importaba que la ciudad se desarrollara y adquiriera un status positivo para ganar dinero. Como se ha dicho, el proyecto se desarrolló en paralelo con la abertura de la Vía Laietana y el derribo de edificios.
Los cambios
A continuación, vamos a explicar los cambios que sufrió Barcelona hasta convertirse en una ciudad con un Barrio Gótico modélico:
Catedral de Barcelona. La fachada de la Catedral de Barcelona se construyó al más puro estilo gótico. Se llegó a decir que estaba inacabada y que por eso se levantó una fachada que en su tiempo no pudo hacerse. El banquero Manuel Girona corrió con todos los gastos.
La nueva fachada se terminó en 1888. Si bien por fechas queda fuera del proceso que hemos relatado, fue el punto de partida para que todo evolucionara a como lo conocemos. Recordemos que la antigua fachada llevaba así 400 años y que nunca nadie pensó en nada tan ostentoso como lo actual.
Casa Padellás. Estaba originalmente en la calle Mercaders 25. Era de estilo gótico tardío, construida a finales del siglo XV. Se consideró que peligraba con la demolición de casas para construir la Vía Laietana y se decidió desmontarla, piedra a piedra, y reconstruirla en la Plaza del Rey. Cuando se comenzó a levantar de nuevo, se descubrieron restos romanos. La guerra impidió continuar con las excavaciones. No fue hasta terminada la misma cuando se decidió crear un Museo de Historia, siendo su sede la Casa Padellás.
Saló del Tinell. No era como lo conocemos actualmente. Formaba parte del Convento de Santa Clara y lo habían reconvertido en salas y dormitorios. Todo eso fue derribado y restaurado, tal y como lo podemos contemplar hoy en día.
Puente Diputación. Une la Casa de los Canónigos con el Palacio de la Generalitat. Lo hizo Juan Rubió en 1928 con un estilo gótico florido, extraño al gótico catalán. Sobre la restauración de la Casa de los Canónigos, el informe de los expertos decía que «nos encontramos ante construcciones del todo imaginarias». En 1930 se habían cambiado todas las fachadas de la calle del Obispo, salvo la Catedral y el Palacio de la Generalitat.
Plaza Berenguer. La fachada de la Plaza Berenguer cambió como consecuencia de la edificación de Casa Padellás y la remodelación de la casa adosada a la derecha. Ahora hay una uniformidad y parece como si siempre hubiera sido así.
Plaza de Sant Iu. También fue remodelada y, como una imagen vale más que mil palabras, en la fotografía pueden ver el antes y el después. Sobran los comentarios.
Palau Reial. El interior del patio del Palau Reial fue reconvertido al estilo gótico con arcadas y ornamentos. En su origen sólo había arcadas en el primer piso. Se tiró parte de la fachada para construir las actuales arcadas de la segunda planta.
Casa del Deán. La Casa del Deán quedó transformada y adecuada a la nueva fachada de la Catedral de Barcelona. Se reestructuró el arco de entrada y la galería superior, inexistente hasta ese momento.
Plaça Nova. Es singular la limpieza que se hizo en la Plaça Nova, también conocida como Plaza de la Catedral. Existía un bloque de pisos y un par de calles que tapaban la Catedral y los edificios adyacentes. Todo eso desapareció y se oxigenó toda aquella parte para dar majestuosidad a esa zona.
Palacio Pignatelli. El Palacio Pignatelli, sede actual del Reial Cercle Artístic, también lo retocaron como se puede ver en la fotografía. La terraza y la parte inferior, con la fuente, son de nuevo cuño. Asimismo retocaron ventanas y parte del patio interior.
Plaza de Sant Felip Neri. Toda la Plaza de Sant Felip Neri se reconstruyó, en buena parte, gracias al bombardeo que tuvo lugar durante la guerra civil. Lugar mediático -pues ahí se rodó entre otras la película El Perfume- es quizás el lugar más romántico de Barcelona y, a su vez, uno de los decorados góticos mejor elaborado por aquellos ilustres arquitectos.
Casa Cervantes. En el Paseo de Colón número 2, vivió -así lo dicen las crónicas- Cervantes durante su estancia en Barcelona. También la reconvirtieron para que no desentonara con la época del ilustre literato. Dicho de otra manera, consideraron que la casa no tenía la suficiente calidad y se la dieron. La fotografía demuestra el antes y el después de la Casa de Cervantes barcelonesa:
Calle Montcada. Los antiguos palacios de la calle Montcada fueron remodelados y reconvertidos. Se abrieron ventanas; se crearon galerías; se recuperaron patios; se tiraron paredes y se levantaron otras. Algunos de esos palacios llevaban años abandonados. Lo cierto es que, gracias a esta transformación se salvaron del abandono y, a pesar de nunca ser de estilo gótico, hoy en día se conservan unificados, salvándose de la ruina por el abandono. Uno de estos palacios reconvertidos es el actual Museo Picasso.
Traslados forzosos. La obertura de la Vía Laietana provocó el derribo del antiguo Convento de Junqueras. De él sólo se conserva una calle del mismo nombre. Estaba situado en la actual Plaza Urquinaona y sus alrededores, pegado a la muralla. Pues bien, para que no se perdiera, desmontaron piedra a piedra la iglesia y el claustro.
El 14 de junio del 1871 se inauguró solemnemente en su nueva ubicación. Santa María de Junqueras pasó a ser la Iglesia de la Concepción, que actualmente se puede visitar -junto con el claustro- en la calle Aragón 299 de Barcelona.
Otra iglesia que cambió de ubicación fue la de Montsió. Estaba emplazada en el Portal del Ángel, muy cerca del restaurante Els 4 Gats. Santa María de Montsió también fue desmontada piedra a piedra y reconstruida en la Rambla de Cataluña 115. Esto pasaba en el año 1890 y actualmente se conoce como iglesia de Sant Ramon de Penyafort.