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Leyendas de Barcelona

La leyenda del barbero diabólico de Barcelona que pudo haber inspirado 'Sweeney Todd'

La calle del Pou de la Figuera oculta un truculento pasado, según las historias

Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet apareció como un relato de terror por entregas entre noviembre de 1846 y marzo de 1847. Lo que empezó como un penny dreadful escrito por Thomas Prest ganó nueva popularidad cuando en 1979 Stephen Sondheim recuperó la historia para un exitoso musical de Broadway, protagonizado por Len Cariou y Angela Lansbury.

En el año 2007, Tim Burton estrenó la película, con Johnny Deep como protagonista. En Cataluña algunos aún recuerdan la extraordinaria producción de 1995, estrenada en el Teatro Poliorama, con la dirección de Mario Gas e interpretada por Constantino Romero y Vicky Peña. Dos años después se estrenó la versión en castellano, en el Teatro Albéniz de Madrid, con Joan Crosas sustituyendo a Romero.

Se cuenta que Thomas Prest se inspiró en un hecho real, aunque nunca se ha llegado a saber cuál fue la base que la inspiró. Es probable que el origen de esta historia vaya ligada a la calle Pou de la Figuera de Barcelona: un callejón sin salida que está cerca de la calle de Serra Xic y los Jardines del Forat de la Vergonya.

Aspecto actual de la calle del Pou de la Figuera

Aspecto actual de la calle del Pou de la FigueraGoogle Maps

En los siglos XVII y XVIII existía en el número 14 de esa calle un hostal, hoy en día desaparecido. En el último piso del hostal tenía un barbero su establecimiento. No era un lugar muy normal, pues no se encontraba en un local a pie de calle, pero cuentan que se ganaba la vida.

La parte más truculenta de la historia viene al conocer que el hostal tenía fama por la calidad de sus platos de carne, que ofrecía a un precio muy económico. Platos cuyo ingrediente principal no era otro que las pobres víctimas del siniestro barbero: los más desfavorecidos, aquellos que nadie encontraría a faltar. Los degollaba con su navaja y el cuerpo era lanzado a un sótano. Allí eran descuartizados y cocinados. Como escribió el folklorista Joan Amades, «la carne humana tiene un sabor muy delicado, superior a cualquier otro».

El final del barbero

Cierto día, el barbero le ofreció sus servicios a un vagabundo que pasaba por la calle. Aunque aceptó, tanta amabilidad le sorprendió. Cuando estaba a punto de rebanarle el cuello le cogió la mano que sostenía la navaja. Lucharon y la casualidad o la mala suerte quiso que el barbero cayera por la trampilla y acabara en el sótano.

El hostelero no lo reconoció y, como en otras ocasiones, lo descuartizó y se convirtió en un rico estofado. El vagabundo alertó a la policía sobre lo que le había pasado. El hostelero fue juzgado y sentenciado a muerte. La leyenda dice que las autoridades mandaron derribar el edificio y así borrar cualquier vestigio de lo ocurrido en la calle del Pou de la Figuera número 14 de Barcelona.

Cabe señalar, no obstante, que esta historia se repite en otros lugares de Europa. En el París del siglo XV tenemos un pastelero que realizaba sus pasteles con carne humana. En esta historia también hay una posadera y sus hijas, que se encargaban de hacer desaparecer los cadáveres en forma de pastel. Era un lugar famoso porque «de las tripas hacían salchichas y longanizas, las más ricas y finas del mundo entero».

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