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Sociedad

La esperanza en tiempos de frío: el párroco de Barcelona que acoge a jóvenes sin hogar

Una lucha constante por la dignidad en Barcelona

En el corazón de Ciutat Meridiana, un barrio del norte de Barcelona, el mossen Domènec Valls se ha convertido en un faro de esperanza para una cincuentena de jóvenes migrantes que sobreviven en la calle. Su labor se ha hecho más visible tras la reciente muerte de un joven de 28 años que vivía en la intemperie, un suceso que ha puesto de manifiesto una realidad alarmante en la periferia de la ciudad.

La historia de Valls comenzó hace unos años, cuando se dio cuenta de que un número creciente de jóvenes malvivía en condiciones precarias bajo los puentes y en los bosques de la zona. «Vimos que esto no podía continuar», comenta. Consciente de la magnitud del problema, decidió actuar. «Empezamos a acoger a algunos que tenían algún tipo de vinculación con nuestras obras sociales», explica el mossen, que dirige la parroquia de Sant Bernat de Claravall.

«Empezamos a abrir puertas»

Desde que la pandemia obligó a muchos a buscar refugio en la calle, la situación se ha vuelto crítica. «La pandemia hizo que muchos quedaran en la calle, y al finalizar, empezamos a abrir puertas a estos jóvenes que no tenían donde ir», relata Valls. En el espacio de la parroquia, el mossen organiza no solo el alojamiento, sino también clases de alfabetización y orientación para ayudar a estos jóvenes a integrarse en la sociedad.

Vista exterior de la parroquia de Sant Bernat de Claravall, en BarcelonaGoogle Maps

La labor no ha sido fácil. Valls comparte que, aunque intentan ofrecer apoyo, los recursos son limitados. «Sabemos que no podemos abarcarlo todo, pero intentamos dar respuesta a aquellos que llegan a nosotros», dice. La esperanza ha crecido con la sensibilización de la comunidad. «Hemos visto que, con poco, se puede dar esperanza. Muchos de estos jóvenes tienen ganas de salir adelante», señala el mossen, quien ha sido testigo de casos de éxito entre los jóvenes que han logrado regularizar su situación y conseguir empleo.

La colaboración con diferentes entidades ha sido crucial en esta tarea. «Hemos comenzado a reunirnos con otros colectivos y voluntarios para encontrar soluciones, ya que la administración también tiene un papel importante en esto», comenta. Valls enfatiza que, aunque los esfuerzos son significativos, aún falta mucho por hacer. «La problemática del acceso a la vivienda es compleja, pero mientras tanto, seguimos trabajando para ofrecer una respuesta digna».

Durante el día, los jóvenes que acoge la parroquia participan en clases y actividades. «Primero necesitan aprender el idioma, porque sin ello no pueden hacer nada», explica. Además, Valls destaca que muchos de ellos ya poseen formación académica en sus países de origen. «Estamos trabajando para convalidar sus estudios y ofrecerles la oportunidad de continuar su formación aquí», añade.

La esperanza en la comunidad de Ciutat Meridiana es palpable, no solo a través de las palabras del mossen, sino también en las acciones diarias que se realizan en la parroquia. La comunidad, unida por el deseo de ayudar, ha comenzado a involucrarse de manera activa en esta causa. «Estamos buscando personas del barrio que quieran sumarse a esta lucha, porque todos debemos implicarnos», concluye Valls.

En un contexto donde el frío se convierte en un enemigo cotidiano, la labor del mossen y su equipo representa un rayo de luz en la vida de estos jóvenes que, a pesar de las adversidades, siguen luchando por un futuro mejor.