El Santo Cristo de Mediona, en la iglesia de Santa María del Castell

El Santo Cristo de Mediona, en la iglesia de Santa María del CastellPatrimoni Cultural

Leyendas de Cataluña

La leyenda del Santo Cristo catalán que sangraba y que sobrevivió a los sarracenos y a la guerra civil

El Santo Cristo de Mediona permaneció oculto antes de la Reconquista y sobrevivió a la guerra civil despiezado en la maleza

En el municipio de Mediona, en l’Alt Penedès (Barcelona), se cuentan varias leyendas sobre la imagen del Santo Cristo que se venera en la iglesia de Santa María del Castell, aunque dicen que antes se veneraba en la capilla del castillo. De él, como de otras imágenes religiosas, se cuenta que estuvo enterrado para no ser destruido durante la época en la que los sarracenos invadieron y vivieron en Cataluña.

Muchos años después, en tiempo de la Reconquista, cuando ya no había nadie que recordara el lugar donde fue enterrado, un campesino arando el campo la encontró. Aquel campesino, con su azada, le dio un golpe en la pierna derecha y, de la herida, salió sangre. Otra leyenda cuenta que en aquel territorio había una grieta. La tapaban con tierra y, al poco, esta volvía a aparecer. Tantas veces lo hacían y las mismas volvía a verse. Por curiosidad abrieron la grieta y se encontraron con la imagen del Santo Cristo.

La guerra civil

La realidad es que la primitiva imagen se cree que era del siglo XIV o XV. Ahora bien, la primera vez que aparece documentada la imagen es en 1619. La segunda referencia es del 1685, cuando fue reparada. Los siglos pasaron, siendo venerado, hasta que en 1936, durante la guerra civil, fue destruido.

En julio de 1936 a la parroquia de Santa María de Mediona llegaron cuatro milicianos de la FAI. Forzaron la puerta de la parroquia e hicieron un montón con las imágenes, libros, sotanas y otros objetos de culto y le prendieron fuego, dentro de la parroquia. Al día siguiente volvieron y, conocedores de donde estaba escondido el Santo Cristo, lo localizaron y destruyeron.

Aquellos miembros de la FAI pidieron a varios niños que lanzaran los trozos a una riera que pasaba cerca del pueblo. Los niños no les hicieron caso y escondieron aquellos restos entre la maleza de la montaña. Tres hijos de la familia Romaní, de Sant Pere de Riudebitlles, subieron por la montaña y encontraron la cruz. Esto ocurría pocos días después que la parroquia fuera quemada.

Dando vueltas por los alrededores encontraron una pierna y un pie. Luego el cuerpo sin cabeza ni brazos. Después a cabeza partida por la mitad y una mano. Lo escondieron todo y, al cabo de dos días, a las tres de la madrugada, lo fueron a recoger. Se perdió el palo de la cruz y la cabellera que llevaba la imagen. Bien guardado, esperaron que terminara la guerra civil.

Iglesia del castillo de Mediona, donde está el Santo Cristo

Iglesia del castillo de Mediona, donde está el Santo CristoWikimedia

Terminada la contienda, la familia Romaní pagó la reconstrucción de la imagen. Se lo encargaron al escultor Pere Corbi Torregrosa de Barcelona. Según se explica solo tuvo que hacer de nuevo una porción de la pierna derecha y parte de la nariz. Se le volvió a poner la cabellera y la corona. El 3 de septiembre de 1939, coincidiendo con el Aplec, la imagen volvió a Mediona.

Mediona, desde el siglo X

El municipio de Mediona está en la comarca de l’Alt Penedès. El topónimo Mediona aparece documentado en el año 954 y el castillo, en el año 1011, en una donación a Sant Cugat del Vallés de unos alodios y un molino situados cerca del río de Bitlles. La familia de los Mediona tuvo la posesión del castillo hasta mediados del siglo XIII cuando pasó a manos de la familia Barberá.

En 1616, Guillem de Barberá vendió el castillo y las tierras a Joan Ferrer, un comerciante de Sant Pere de Riudebitlles. En 1632 pasó a formar parte del ducado de Cardona. En el término encontramos dos cadenas de montañas, casi paralelas, integradas dentro del sistema Prelitoral.

El núcleo principal es Sant Joan de Mediona. Otros núcleos de población son el pueblo de Sant Pere Sacarrera, el vecindario de las Casas Nuevas de Can Pardo y la casería de la Quadra d'Agulladolç. Se comunica con la carretera comarcal de Villafranca a Igualada por una carretera local. En todas estas entidades viven 2.628 personas, con una extensión de 47,61 km2.

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