Detalle del mural en proceso que representa al dios Apolo, en BarcelonaInstagram / Inventura Studio

Arte urbano

Un dios griego protege desde esta semana la entrada de una icónica discoteca de Barcelona

El artista urbano Aryz retrata al dios solar Apolo en la entrada de la sala que lleva su nombre

La Sala Apolo de Barcelona cuenta desde esta semana con un nuevo guardián: un mural de varios metros de alto que representa al dios griego Apolo, divinidad solar a quien se relaciona con las artes, el tiro con arco o la sanación. El encargado de revisitar este tema mitológico es el artista urbano y muralista catalán Aryz, que empezó a trabajar en la obra este lunes y tiene pensado terminarla el miércoles que viene, según señala betevé.

En el mural, aún en proceso, Apolo aparece con los brazos cruzados, mirando entre desafiante y divertido a los transeúntes. Aryz ha retratado al dios en colores vivos, coronado de laurel, como parte del proyecto Art Meets Apolo (AMA), una propuesta expositiva en la que la célebre discoteca barcelonesa cede espacios a artistas no musicales para crear piezas únicas.

Está previsto que este Apolo de la Apolo se mantenga al menos un año. «No nos lo creemos aún, ha superado todas las expectativas y estamos emocionadísimas», aseguran desde la discoteca, en un post de X, en el que ironizan con un «¡Aryz presidente!». En el proyecto AMA también han participado artistas como Iván Forcadell, Joaquín Boymer, Miliça Lukic o Miroslav Perkovic.

El mejor grafiti del mundo

La vinculación de Aryz con Barcelona, no obstante, ya ha quedado más que acreditada y reconocida. A principios de año, la campaña Street Art Cities seleccionó una de las obras de este artista como la mejor del mundo: el mural Crianza, que Aryz instaló en la Basílica de Santa María del Pi de Barcelona y que representaba a una mujer sosteniendo a su hijo en brazos.

La composición, que podía aludir a la maternidad de la Virgen María pero también a una familia de refugiados, se instaló en el templo católico gracias a la iniciativa del archivero y conservador de la basílica del Pi, Jordi Sacasas. La instalación no estuvo exenta de polémica, por el hecho de instalar una obra de temática no explícitamente sacra en el altar mayor de una de las principales iglesias de Barcelona.