Can Rectoret, abandonado, en la actualidad

Can Rectoret, abandonado, en la actualidadCedida

Historias de Barcelona

El «castillo» abandonado de Barcelona que pretendía curar a los tuberculosos pero nunca se inauguró

A principios del siglo XX para curar la tuberculosis se empezaron a construir diversos sanatorios; algunos, como Can Rectoret, nunca se inauguraron

Can Rectoret es uno de los tres núcleos urbanos del barrio de Les Planes de Barcelona, entre Collserola y Vallvidrera. En esta zona destaca un sanatorio, en forma de castillo, que nunca se inauguró, y tenía como finalidad curar a los enfermos de tuberculosis, una de las enfermedades mortales que acechaban desde el siglo XIX.

Para erradicarla, en 1905 se creó el primer dispensario público en Barcelona. La preocupación era máxima. En 1906 el doctor Narcís Fuster Domingo, que era regidor del Ayuntamiento de Barcelona por la Lliga Regionalista, junto con Joan Rubio i Bellver, arquitecto, dieron una conferencia en el Ateneo Obrero del Eixample, donde hablaron de los sistemas constructivos de los sanatorios.

Esas fueron las bases para construir, cerca de Barcelona, un lugar donde poder sacar a las personas que sufrían esta enfermedad. Fuster fue el primero en plantear esta necesidad. Luego vino, en 1931 el Sanatorio de Puigdolena, en Sant Quirze Safaja (Barcelona), donde se trataron Antoni Tàpies, Josep Maria Castellet, José Enrique de Olano o Màrius Torres.

Pero volvamos a Can Rectoret. El farmacéutico Salvador Andreu compró la finca de Can Castellví de la Riera para construir el sanatorio. Andreu también se encargó de urbanizar la Avenida del Tibidabo. El Ayuntamiento de Sarriá dio permiso de obras para construir un edificio con lavadero y servicios. En 1905. Recordemos que Sarriá fue un municipio independiente de Barcelona hasta 1921.

En enero de 1906 la composición del consejo de administración de la sociedad Sanatorio del Tibidabo estaba formada por el doctor Andreu, el doctor Joan Ribas y el doctor Josep Maria Bofill. En 1916, el médico Agustín Bassols decía, con respecto a estos centros, que «los cálculos de funcionamiento establecidos por la sociedad Sanatorio del Tibidabo por un año son los siguientes: los gastos de personal son 50.000 pesetas, manutención de 60 enfermos son 109.500 pesetas. Total, 159.500 pesetas. Los ingresos de 60 pensionistas son 262.800 pesetas, lo que supone un beneficio del 10%».

El edificio estaba pensado para 120 ingresados. El diario La Vanguardia del 16 de julio de 1903 publicaba:

Con escritura ante notario se ha constituido en esta capital la sociedad «Sanatorio del Tibidabo», que tiene por objeto edificar sobre unos terrenos vastísimos de veinte millones de palmos situados en la Rabassada y Vallvidrera, en la cordillera del Tibidabo, un gran Hotel de Salud, a propósito para enfermos, personas delicadas y convalecientes, urbanizando los mismos adecuadamente y construyendo vastísimos paseos entre pinares y jardines, para esparcimiento e higiene de los enfermos.

Dado el cuantioso capital que se destinará al mismo, así como la excesiva importancia que dará y los medios curativos y riguroso régimen interior, no dudamos que llena un gran vacío, dotando a esta ciudad de un factor importante para contribuir a ponerlo al nivel de los principales del extranjero en estos procedimientos modernos.

El encargado de construir el edificio fue Josep Bayó Font (1878-1971). Colaboró con Antoni Gaudí en diversos proyectos, como el Rosario Monumental de Montserrat, la Casa Batlló y la Casa Milà. Con el arquitecto Lluís Domènech i Montaner colaboró en el Pabellón de San Miguel del Hospital de San Pablo; y con Bernardí Martorell, en el Monasterio de Santa María de Valldonzella.

Actualmente el sanatorio, abandonado, está en la calle Júpiter número 7. Es conocido popularmente como «el castillo», por su estructura que recuerda una fortificación de este estilo. Ha estado okupado en varias ocasiones y lleva años degradándose, sin que se haya buscado una solución para este edificio que, en su momento, debía servir para salvar a la gente de la tuberculosis, pero que nunca se inauguró.

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