Detalle de una de las tres versiones de 'Cristo abrazado a la cruz', de El GrecoMuseo del Prado

Cultura

Así se salvó una obra maestra del Greco durante la Guerra Civil: escondida bajo el colchón de una niña

El 'Cristo abrazado a la cruz' de Olot cumple 420 años: hoy puede verse en la basílica de Sant Esteve

El maestro cretense Doménikos Theotokópoulos, ‘El Greco’, pintó a principios del siglo XVII tres lienzos con el mismo tema, Jesucristo abrazado a la cruz: el más famoso de los tres se encuentra en el Museo del Prado, pero hay otro que puede verse en el Tesoro Parroquial de la basílica de Sant Esteve, en Olot (Gerona).

El lienzo de la capital de la Garrotxa es, seguramente, el último de los tres que pintó el Greco, y está fechado en torno al año 1605. Este año, por tanto, se cumple el 420º aniversario de la obra. Nadie sabe exactamente cómo llegó este cuadro a Olot, pero sí hay constancia de cómo sobrevivió a la Guerra Civil: escondido bajo el colchón de una niña.

La obra puede verse expuesta hoy en el Tesoro Parroquial de Sant Esteve, en OlotSant Esteve d'Olot

En concreto, se trata de Natàlia Juvinyà, que hoy tiene 90 años, y que recuerda en una entrevista publicada por la Agencia Catalana de Noticias (ACN) este lunes que el encargado de salvar la obra fue su abuelo, Joan: «Tenía miedo de que alguien se llevara el Greco, sabían el valor que tenía», dice.

Evitar los saqueos

Joan era el conserje del hospicio y el museo de Olot, y se encargó de gestionar las piezas de valor que fueron retirando de las parroquias de la zona, para evitar que cayeran víctimas de los saqueos. Todas fueron a refugiarse al museo excepto una, la «joya» del Greco, que decidió preservar en su casa, bajo el colchón de su nieta.

Así, la pequeña Natàlia durmió durante los tres años que duró la contienda encima de una obra maestra de la pintura universal. «Yo sólo sabía que en mi cama estaba el cuadro de un Santo Cristo, pero nunca lo vi y ni se me pasó por la cabeza sacarlo de debajo del colchón», recuerda ella. El cuadro estaba envuelto en una colcha roja, protegido por unas maderas y un colchón.

«Me dijeron que no dejase entrar a nadie en mi habitación», añade Juvinyà. Al acabar la guerra, Joan no se quedó el cuadro, sino que lo devolvió a la basílica, donde aún se puede ver a día de hoy. Hace dos años, el Ayuntamiento de Olot rindió homenaje a Natàlia, a su padre y a su abuelo por sus esfuerzos para preservar el patrimonio cultural y religioso durante la guerra.