Edificios del que fue el preventorio de la Sabinosa, hoy abandonados

Edificios del que fue el preventorio de la Sabinosa, hoy abandonadosWikimedia

Historias de Cataluña

La trágica historia de la 'ciudad fantasma' en la Sabinosa, en Tarragona: «Podría ser una película»

Un conjunto abandonado junto a la playa protagonizó un edificio tenebroso de nuestra historia reciente

Comiendo en un restaurante cercano a la Playa Gorda en Tarragona, Montse me comenta: «Fíjate en aquel edificio abandonado, es el preventorio de la Sabinosa, ¿conoces su historia?». Giré la cabeza para contemplarlo y negué con la cabeza. «Pues es muy interesante», concluyó ella. Aquellas palabras y aquella pregunta han desembocado en lo que leerán: una historia trágica que tal vez algunos conozcan y muchos otros –como me ocurría a mí– no.

Lo primero que hay que saber sobre aquel lugar es que, después de la guerra civil, funcionó como hospital para niños tuberculosos. Muchos eran huérfanos, porque sus padres habían muerto durante la guerra civil. Así, los «niños de la Sabinosa» formaban parte del bando perdedor de la guerra, y allí eran maltratados.

Algunos argumentaban que esas criaturas pagaban los «pecados» de sus padres: ser republicanos y de izquierdas. Este texto puede parecer exagerado. Uno puede creer que forma parte de alguna leyenda urbana… pero no. Por eso era necesario profundizar sobre el tema y conocer la realidad de lo que allí ocurrió durante esos años.

La primera piedra

Este complejo, construido como una pequeña ciudad, con sus calles y plazas, empezó a funcionar a finales de 1929 como centro sanitario. La primera piedra se colocó el 5 de enero de 1928 y las obras finalizaron en 1932. La idea era fortalecer, con una buena alimentación y un lugar saludable junto al mar, a aquellos niños sin familia o con pocos recursos, que normalmente vivían en ambientes insalubres.

Edificios del que fue el preventorio de la Sabinosa, en Tarragona

Edificios del que fue el preventorio de la Sabinosa, en TarragonaWikimedia

Entre 1932 y 1935 funcionó como colonia escolar. Durante la guerra civil acogió a los niños que huían de los bombardeos de Madrid y Málaga: allí llegaron a vivir 210 niños y 85 niñas, vigiladas por cinco profesoras, dos profesores y dos auxiliares. Estos tuvieron, por así decirlo, la suerte de quedarse en España: luego hubo los niños del exilio, que vivieron la guerra civil en Rusia, Inglaterra, Bélgica, Francia o México, y que en su mayoría nunca regresaron a España.

Parece ser que los niños y niñas no eran todo lo calmados que alguno hubiera querido. El 4 de marzo de 1937, un informe detallaba como daños «713 cristales rotos, 180 pararrayos arrancados y desaparecidos, 100 colchones dañados, 100 camas de hierro muy deterioradas, dos colchones reventados y 18 váteres y lavabos embozados».

Por otra parte algún informe externo detalló los malos tratos en este preventorio. En él se detallan vejaciones tales como palizas por parte de las cuidadoras, la obligación a los niños de comerse su propio vómito o pinchazos con tijeras en las yemas de los dedos, además de censurar las cartas que los internos escribían a sus padres contándoles estos hechos.

Durante la guerra civil, que se convirtió en albergue, le costó a la Generalitat de Cataluña 146.101 pesetas. En 1937, se convirtió en hospital militar, como centro de traumatología. Esto es, todos aquellos soldados heridos por una bala, con problemas óseos, eran trasladados allí. Con la batalla del Ebro, el centro se convirtió en hospital de todo tipo de heridas.

Después de la guerra

Finalizada la guerra civil lo adecuaron para ser un cuartel militar, hasta que se inauguró el Cuartel General Contreras, que hoy en día alberga el Campus Catalunya de la Universitat Rovira i Virgili.

No es hasta 1945 cuando se convierte en preventorio para niños. La prensa de la época afirmaba que los niños eran felices. «El pequeño, aunque sometido a un horario muy lógico y racional, goza de una libertad inteligentemente puesta a la práctica que hace que se sienta feliz y no tenga nostalgia de su casa», podemos leer. No obstante, Javier Moreno, de Málaga, que vivió allí, desmiente esta versión:

«En el preventorio había una disciplina muy fuerte y un tanto absurda. Por ejemplo, estaba prohibido correr o saltar, hacer cualquier cosa que implicase un desgaste físico. Querían que cogiésemos peso como fuera. Sólo podíamos jugar quietos y agachados en cuclillas. Si corrías, te golpeaban, te castigaban o te ponían de rodillas.

​Estaba prohibido hablar mal del preventorio, contar los malos tratos psicológicos y palizas. Tenías que decir que todo estaba bien. Yo me pasé los tres meses llorando cada noche. Aquello podría ser el guión de una película, pero no fue inventado. Fue real. Los tarraconenses ignoran lo que pasó allí. Tienen que saber lo que sucedía en un lugar tan cercano».

El preventorio de la Sabinosa cerró en 1967. De ahí fueron trasladados, en 1976, al barrio de la Esperanza. Desde aquella fecha nunca más ha sido utilizado y hoy se nos presenta como una pequeña ciudad fantasma. A partir de ahora cuando alguien me pregunte si conozco la historia de la Sabinosa, no podré negar con la cabeza.

Gracias, Montse, por darme a conocer un edificio que supone una parte tenebrosa de nuestra historia reciente. Los niños de la Sabinosa aún recuerdan lo que allí vivieron, siendo unos niños marcados por los «pecados» de sus padres.

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