Imagen de la carta 'Chupacabra insaciable', del juego 'Magic: the Gathering'Daarken / Wizards of the Coast

Leyendas de Cataluña

La leyenda de los mortíferos perros vampiro que han dado nombre a un pueblo catalán

Los ‘dip’ no solo han dado origen al nombre de Pratdip, sino que se han colado incluso en su escudo

Cuenta la leyenda que en el pueblo de Pratdip, en la comarca catalana del Baix Camp, existían unos perros vampiro que atacaban a los vecinos. Estos, llamados «dip», dieron nombre al pueblo, y uno de ellos incluso pasó a formar parte del escudo municipal. Parece ser que eran perros cojos, que se alimentaban de la sangre de la gente y los animales.

Dicen que sólo salían por la noche y que entre sus víctimas había borrachos que iban a las tabernas. Lo último que veían eran unos ojos rojos brillando en la oscuridad. Como nadie los vio nunca, parece ser que alguien inventó la historia para que la gente no bebiera tanto en las tabernas. Lo cierto es que Pratdip -«Prado de dip»- ha quedado perpetuado en la toponimia catalana.

Escudo de Pratdip

Se ha descrito al dip con lengua roja y fina, ojos saltones y piel intensamente negra. Su aspecto era amenazante. Pues bien, sobre el dip se cuenta que se representó por primera vez en un retablo de Santa Marina del año 1602, y en otro del 1730. Aquellos que deseen ir a esta población y hacer la ruta para buscar placas de los once dips que están repartidas por todo el pueblo, también tendrán ocasión de visitar el castillo, del que se conservan ruinas del siglo XII.

También se han de visitar los antiguos lavaderos y la iglesia parroquial de Santa María. Adheridas a varias casa se pueden observar restos de la antigua muralla y algún torreón. La torre más conocida es Cal Capet y Portal, al lado de la iglesia. Además de disfrutar de la sierra de Llabería.

El Ugarés

Esta no es la única historia de vampiros en Cataluña. En Gerona, encontramos al Ugarés. Explica la leyenda que el cadáver de un ungrio fue resucitado por un ser maligno y lo adiestró para la magia. Otras leyendas cuentan que es un hombre que vivió en el megalítico y que fue poseído por espíritus malignos venidos del Mar Caspio. Se cree que murió en el siglo X durante una batalla. En el siglo XV se construyó un castillo en el lugar donde había sido enterrado. Aquí empieza la segunda parte de la leyenda.

Se explica que durante su construcción y posteriormente hubo toda clase de desgracias: enfermedades y extrañas muertes. El dueño del castillo asesinaba a niños y se bebía su sangre. Después se comía los cadáveres. Un terremoto, en 1427, destruyó el castillo y murió el propietario del castillo. No hubo señales de él hasta 1483. Por aquel entonces se produjeron epidemias y desaparecieron personas. La leyenda de Ugarés desapareció por miedo a la Inquisición. Nadie se atrevía a hablar de él y poder ser acusado de brujería.

El castillo en cuestión era el de Estela y estaba en la población de Amer (Gerona), hoy célebre por ser el lugar de nacimiento de Carles Puigdemont. El castillo está documentado desde el 1080. En 1289 era señor del castillo Bernardo de Castell. En el siglo XIV lo era Pedro de Soler, y fue abandonado después del terremoto del siglo XV.

Restos del castillo de Estela, en Amerenciclopèdia.cat

Tenemos el nombre del señor del castillo -Berenguer de Soler- y la certeza de que en 1427 hubo varios terribles terremotos que sacudieron las comarcas de La Selva y La Garrotxa. Lo que no queda tan claro es la construcción del castillo, pues es anterior. Recordemos que en aquel tiempo el dominio feudal imperaba en Cataluña.

Es muy probable que aquellas desapariciones fueran consecuencia de algún castigo del señor o de algún bandolero. Cataluña estuvo seriamente marcada por la peste en los siglos XIV y XV. Todo ello dio rienda suelta al imaginario popular. Crearon a un ser fantástico -el Ugarés- que amenazaba a la población. Sólo faltó el terremoto para ratificar la veracidad de sus temores. O fue un acto de odio hacia el señor del castillo que, como era propio en la época, se comportaba de manera tiránica.

Por lo que hemos dicho parece como si el Ugarés fuera un ser inventado, por el imaginario popular, para culpabilizarlo de todos los males que sucedían en una población sumida por el miedo de los señores feudales y de los fenómenos naturales. En una sociedad casi analfabeta, como aquella, no es de extrañar que todo se le achacara al maligno y que este quedara reflejado en una figura conocida como el Ugarés.