Joan Ribó y Mónica Oltra celebran junto a dirigentes de Compromís el triunfo nacionalista en las elecciones de 2019.EFE.

Comunidad Valenciana  Feminismo y regeneración: Compromís traiciona las banderas que le llevaron al poder

La coalición nacionalista se comporta de forma radicalmente opuesta frente a lo que prometió en 2015 y 2019

Durante la última legislatura del Partido Popular al frente de la Generalitat Valenciana (2011-2015), la coalición nacionalista Compromís llevó a cabo una oposición, en especial en las Cortes autonómicas, francamente dura.

Quien mejor encumbró el papel de justiciera fue Mónica Oltra. En sus continuos y agrios enfrentamientos con el por entonces presidente de la Comunidad, Francisco Camps, la líder de Compromís subía a la tribuna de oradores del parlamento regional con una camiseta que le hizo famosa.

En ella, imitando los clásicos carteles del Oeste, bajo la palabra WANTED (se busca) había una imagen serigrafiada de Camps y el texto ONLY ALIVE (solo vivo). Esa prenda convirtió a Oltra en un símbolo frente a la corrupción del PP y ella supo utilizarlo para alcanzar el poder.

En junio de 2015 se convirtió en vicepresidenta de la Comunidad y consejera de Igualdad. Junto a ella, otros dirigentes de su partido lograron entrar de lleno en las instituciones, como Joan Ribó, que se convirtió en alcalde de Valencia.

Para conseguirlo, tanto ambos como el resto de cargos electos enarbolaron dos principales banderas que hoy día, ocho años después, Compromís ha traicionado de manera meridiana.

Ni el hermano de Puig ni Azud

La causa principal fue la lucha contra la corrupción. Con tal de erradicarla de la gestión pública, los nacionalistas proclamaron a los cuatro vientos que iban a ser inflexibles ante cualquier atisbo de actuación ilícita.

Así, prometieron transparencia total desde la administración y fomentar las buenas prácticas en todas las instituciones en que gozasen de algún tipo de influencia.

Sin embargo, la ejecutoria de Compromís en este tiempo deja a la coalición ante su propia contradicción, ya que ha votado en contra de crear comisiones de investigación en las Cortes Valencianas sobre asuntos de extrema gravedad.

Independientemente de que se tratara del presunto cobro de subvenciones ilegales por parte del hermano del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, o de una supuesta financiación ilegal del PSPV-PSOE, la postura siempre ha sido la misma: no investigar bajo ningún concepto y salvar las costuras del tripartito.

Compromís también ha dado la espalda a la tan proclamada regeneración política en lo que a dimisiones se refiere. Durante años y desde la oposición, Oltra exigió día sí y día también a cargos del PP que dimitieran. Lo hizo cuando resultaban imputados, pero en no pocas ocasiones también lo reclamaba antes de que el juez –a veces nunca terminó haciéndolo– les investigara.

Mónica Oltra, en las Cortes Valencianas con la camiseta en alusión a Francisco Camps.MANUEL BRUQUE / EFE.

En cambio, a mediados de 2022 fue la propia Oltra quien resultó investigada por el Juzgado de Instrucción número quince de Valencia. El magistrado Vicente Ríos le acusa de, supuestamente, haber encubierto los abusos sexuales de su por aquélla época marido a una niña de catorce años. Para más inri, la chica era una menor tutelada en un centro de la Generalitat que gestionaba Oltra, cuyo cónyuge era monitor.

A mayor abundamiento, también está investigada por, supuestamente, haber encargado un informe para desprestigiar a la chica y hacer dudar de su salud mental. No acaba ahí el calvaria de la la víctima, porque fue a declarar al juicio contra su abusador esposada por orden de la propia Consejería, como si fuese ella la procesada.

Durante días, la tensión en el tripartito de izquierdas gobernante en la Comunidad llegó a un punto nunca visto hasta entonces como consecuencia de la negativa en redondo de Oltra a dimitir. A diferencia de lo que exigía tan solo unos pocos años atrás, ahora ni tan siquiera estar imputada por supuestamente haber encubierto abusos sexuales a una menor era motivo suficiente para dar un paso atrás.

No solo eso, sino que cuando parecía que la situación de la nacionalista era ya insostenible, Compromís fue capaz de sabotearse a sí mismo y organizó un evento del todo esperpéntico.

Como si de una celebración por estar imputada se tratase, la formación nacionalista organizó a su todavía líder una fiesta en el antiguo cauce del río Turia. En ella, Oltra bailó, saltó y cantó con un desparpajo impropio de un representante público sobre quien recaen tan duras acusaciones.

Los principales dirigentes de la formación de Compromís cerraron filas con Oltra en la fiesta celebrada pocas horas antes de la dimisiónEFE

Finalmente, a los tres días Oltra acabo dimitiendo a la fuerza por las presiones internas del ala socialista del tripartito. Lo hizo, eso sí, lanzando soflamas y proyectándose como la víctima de un complot a partes iguales entre la ultraderecha y los jueces machistas.

Los que presumían de ser los más firmes defensores del lema «hermana, yo sí te creo», lo habían obviado y todavía hoy siguen haciéndolo.

Precisamente, el conocido como caso Oltra cohabita con el segundo de los principios supuestamente inquebrantables que Compromís lleva años ignorando. Se trata del feminismo.

Silencio ante las rebajas de penas

La defensa de las mujeres y la lucha por recuperar unos derechos que en teoría el Partido Popular de Mariano Rajoy había aniquilado se convirtieron en piezas fundamental del relato político del partido nacionalista.

Sin embargo, esa actitud casi belicista con los populares contrasta con la que tienen una vez prometidos sus cargos.

De este modo, ni Oltra ni su sucesora al frente de la vicepresidencia valenciana y la Consejería de Igualdad, Aitana Mas, han pedido perdón a Teresa, la adolescente abusada por el marido de la ex política. No lo han hecho para lamentar los fallos en los protocolos ni tampoco en todos los acontecimientos que los han sucedido. Ni el más mínimo indicio de autocrítica.

De hecho, cuando Mas asumió la cartera de manos de Oltra dijo sentirse «orgullosa» de su legado y decidió mantener a todas las imputadas en la causa en sus puestos.

En todos estos meses, la víctima no ha recibido ni una sola palabra de apoyo, respaldo o consuelo por parte de Compromís y sus altos cargos. Todo lo contrario que la ultraderecha y los supuestos jueces retrógrados, presentes en la mayoría de sus intervenciones.

Tratándose de un partido que se define profundamente feminista, llama poderosamente la atención el atronador silencio que los nacionalistas continúan guardando respecto a la aplicación de la ley del 'solo sí es sí'.

Sobre todo porque es la Comunidad Valenciana la región que encabeza el ranking de beneficiados por rebajas de condenas a pederastas y violadores. El goteo es incesante en España. No hay día en que alguna o varias audiencias provinciales revisen condenas a este tipo de delincuentes.

No obstante, no se conoce objeción alguna al proyecto de Irene Montero a pesar de los efectos que está produciendo por parte de Compromís que, además de los representantes en la Comunidad, también tiene un senador y un diputado en el Congreso, Joan Baldoví.

Igualmente, ningún dirigente nacionalista se ha dignado a condenar el escrache sufrido en la Universidad Complutense por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, donde se le acosó diciéndole «rata», «asesina» o «fascista, estás en mi lista».

Ni la más mínima repulsa. Todo lo contrario: fue Ayuso la que provocó. En un mensaje en Twitter, Baldoví escribió nombrando a la alumna que increpó a la popular: «Elisa: Cultura del esfuerzo. Isabel: ¿Cultura? ¿Esfuerzo? No sé Rick, quizás pleitesía de un rector pelotillero».

Con todo lo anterior, Compromís sigue demostrando a las claras que, lejos de tener unos principios sólidos y firmes, lo único que tiene a prueba de bomba es la ideología.

El Debate se ha intentado poner de diversas formas en contacto con miembros de Compromís para conocer su postura, pero no ha obtenido respuesta.