Comunidad Valenciana La pesadilla de conducir en Valencia: más zonas ORA, atascos interminables y multas
La política de movilidad sectaria impuesta por Ribó supone un trastorno para vecinos y trabajadores en gran parte de la ciudad
Las elecciones, desde el punto de vista del votante racional alejado de la identidad de partido, son un examen hacia el gobernante en cuestión, que expone su balance de gestión y los ciudadanos lo aprueban o lo rechazan.
Así, el próximo 28 de mayo los valencianos tendrán la ocasión de valorar la ejecutoria de su alcalde, Joan Ribó. Está por ver qué conclusión sacan en conjunto de sus dos mandatos, pero si únicamente se valorara lo relacionado con el tráfico el suspenso con el que volvería Ribó sería de proporciones olímpicas.
El motivo no es otro que la consecuencia de estar llevando a cabo una política de movilidad sectaria fundamentada en el arraigo fascista de todo aquél que utiliza el vehículo privado y que ha puesto en contra a la mayoría de vecinos, trabajadores y comerciantes.
Un caso de ello es el de Karim, que lleva «veinte años con el taxi en Valencia». Según explica, el principal problema radica en que en los últimos años Ribó ha convertido la capital levantina en una ciudad «más estrecha»:
«Muchas avenidas que antes tenían cuatro o cinco carriles ahora solo tienen dos», indica el trabajador, concretando en vías como «Pérez Galdós o la Constitución».
«Lo tenemos crudo»
Lo mismo denuncia que sucede en las calles no tan anchas, que han pasado «de tres o dos carriles a solo uno», pero con un agravante: «Si tenemos que esperar a un cliente, está el camión de la basura o hay una ambulancia, lo tenemos crudo porque se nos hace eterno estar ahí».
Esta desesperante situación Karim no solo la sufre en el centro de Valencia o en sus calles adyacentes: «Lo peor sin duda son las entradas y salidas en hora punta… Eso lo han hecho muy mal», zanja lamentándose.
Las quejas vecinales de los valencianos en lo referente al tráfico son sobre todo por el aumento de las zonas de pago, la famosa y tan temida ORA, por los ya mencionados atascos y las multas.
Aunque pueda parecer mentira, hay quien a diario padece estas tres circunstancias. No son pocos y, a mayor abundamiento, cada día más. Dina es una de esos conductores mártires.
En el barrio de Ruzafa es la encargada de un restaurante. Esta céntrica zona es una de las de más ambiente de Valencia. Esto significa que Ribó ha puesto su ojo allí a pesar del disgusto vecinal.
Desde hace menos de un año, el alcalde instauró las Áreas de Prioridad Residencial (APR) en distintas zonas de la ciudad. Sin embargo, hay un aspecto que al regidor y su equipo se les ‘escapó’ y que tiene a los afectados con un enojo permanente que Dina relata:
«A pesar de estar empadronados en Valencia, como no tenemos el domicilio fiscal en el restaurante, el Ayuntamiento no nos deja aparcar aquí gratis y tenemos que pagar».
Según explica la encargada del local, tanto ella como el dueño de la empresa han llamado «muchas veces para ver qué se puede hacer», pero la respuesta siempre es la misma: solo se pueden acoger a ello personas físicas y no jurídicas, por mucho que a la concejalía del ramo se les lleve contratos, nóminas y demás documentación.
La broma es de muy mal gusto, porque a Dina el sectarismo de Ribó le sale por «130 euros al mes», ya que ha tenido que «coger un aparcamiento privado cerca del trabajo».
La alternativa a alquilar un garage sigue siendo, como de costumbre en el Consistorio valenciano, echarse la mano al bolsillo. En este caso, en la ORA. Lo curioso es que el afán recaudatorio del dirigente de Compromís le ha llevado a ampliar los tramos en los que pagar.
Hasta hace un año, no se abonaba nada por estacionar en estas zonas de 14 a 16 horas ni a partir de las 20. En cambio, de la mano del concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, ahora los valencianos pagan durante esas dos horas de la tarde y, por aquello de que nunca es suficiente, también de 20 a 21 horas.
Durante su jornada laboral, Dina también sabe lo que son los atascos. Su calle tiene un solo carril gracias al urbanismo ideológico de Ribó. Su enfado es monumental:
«Todos los días vienen los camiones para proveernos y aquí no tienen donde parar e incluso hay coches que se suben al carril bici. Los pedidos no son como los de Amazon, que en un minuto lo has entregado; son cervezas, botellas, vinos, carnes… Son pesados, se tarda y los repartidores sufren mucho porque no saben cómo descargar», subraya.
En el aspecto político, la candidata del Partido Popular a la alcaldía de Valencia, María José Catalá, destaca que el de Ribó es «el único gran Ayuntamiento de España» que sigue con la «presión de las multas» e indica que el Consistorio ha doblado la recaudación en este concepto, pasando de los 6,5 millones de euros en 2021 a los 12,4 del pasado año.
Para la aspirante a primer edil, Ribó continua «haciendo caja a costa de los vecinos». Por ello, exige al alcalde que adopte medidas para bajar «impuestos y tasas» y deje a un lado su «afán recaudatorio».
Por su parte, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento levantino, Pepe Gosálbez, insiste en ese «afán» y afea al regidor que se dedique a vaciar «los bolsillos de los ciudadanos», algo que «no tiene límite».
«Ribó se dedica a cobrar más, a ingresar más, mucho más por las sanciones que impone, pero no da unos mejores servicios a los sufridos ciudadanos», afirma el concejal de Vox.
Incidiendo en las multas en las zonas APR, el portavoz municipal de Ciudadanos, Fernando Giner, señala que tan solo en el centro histórico se recauda «5.000 euros al día y más de 100.000 en un mes».
En opinión del edil ‘naranja’, todo esto supone «un absoluto fracaso» e insta al alcalde a «apagar las cámaras de una vez por todas y sentarse con los vecinos, colectivos falleros, asociaciones, comerciantes y empresarios» que operan en estas zonas.