Comunidad Valenciana Ribó convierte los accesos a Valencia en un embudo permanente con atascos kilométricos diarios
Transportistas y trabajadores se desesperan al tener que soportar horas de espera cada día para poder entrar a la ciudad
Lo primero que hizo el alcalde de Valencia, Joan Ribó, al acceder al cargo fue llegar al Ayuntamiento en bicicleta. Sin embargo, el poso de esa simbología impostada es un fuerte elemento ideológico que se traduce en políticas en contra del vehículo particular.
En los ocho años que lleva como primer edil, el dirigente de Compromís ha llevado a cabo una reordenación urbana. Esta, siempre bajo la lingüística populista, está orientada a favorecer el uso de la bicicleta.
En cambio, la realidad deja entrever que el gran hito conseguido no es otro que haber logrado que la ciudad se haya convertido en un gran embudo en lo que a circulación se refiere.
Las obras comenzaron de dentro hacia fuera, en las calles más céntricas, así que en las horas puntas vías como Colón, Játiva o Guillem de Castro tienen como foto fija la de decenas de coches parados aunque el semáforo esté en verde.
Naturalmente, los efectos de esta política no se quedan en el centro de la urbe y donde más se notan es en las entradas y salidas, donde los atascos kilométricos diarios son el particular vía crucis que han de padecer los conductores.
Situación «crítica»
Uno de los sectores que más perjudicado se siente es el del transporte. De hecho, el secretario General de la Federación Valenciana de Transportes y Logística (FVET), Carlos García, señala que la congestión en la entrada al puerto de Valencia es «crónica», lo que se traduce en que la situación sea «crítica».
Según afirma, y le hizo llegar a la Generalitat, los vehículos con mercancías han de esperar cada día «hasta cinco horas», lo que supone unas pérdidas de «tres millones de euros al mes».
En un contexto de «encarecimiento del combustible», situaciones como la descritas equivalen a «una absoluta ruina». La razón es que los transportistas no tienen más remedio que «encarecer el servicio y repercutir el coste a las propias terminales o a los clientes», asegura García.
En esta línea, el responsable de la Federación recalca que estas anomalías que se producen en Valencia afectan «al tiempo de descanso» de los conductores: «Sufren situaciones indignas y una presión diaria inaceptable ante largas horas de espera», subraya.
Los particulares también sufren las colas en los accesos a Valencia. Alejandro, vecino de la localidad valenciana de Alzira, es uno de ellos.
Según relata a El Debate, se tiene que levantar «una hora antes» de lo que lo hacía «hace unos años» para poder dejar a su niña en la guardería y llegar a su puesto de trabajo a tiempo.
«El atasco es lo de menos porque ya lo tengo asumido y no hay más remedio. Lo peor es por la niña», lamenta.
El hecho de salir antes de casa le «trastoca» la planificación diaria porque tiene que «modificar las rutinas y los horarios» de la pequeña. Él mismo lo explica:
«No es lo mismo salir a las 07:15 que una hora antes. La niña tiene dos años, está aprendiendo una rutina y esto es una locura. Nos revoluciona el resto del día porque se le lava y come a unas determinadas horas» denuncia.
Según Pablo, «de lunes a jueves» se tiene que «tragar al menos 45 minutos de retención» hasta llegar a la entrada a Valencia, lo que lo califica de «vergüenza» y propio de un «país de segunda».
En lo político, fuentes del Partido Popular achacan la congestión a que Ribó está ejecutando «actuaciones sin un plan estratégico».
Así, su gestión respecto a la movilidad no sería otra que la de ir «parcheando la ciudad, estrangulando las principales arterias», así como no dar «alternativas al vehículo privado como un buen transporte público o parkings lanzaderas».
En lo que corresponde a los accesos a Valencia, las mismas fuentes critican que el Equipo de Gobierno de Compromís y PSPV-PSOE realiza sus actuaciones sobre el tráfico «sin contemplar el área metropolitana» de la ciudad, con lo que se llega a que la capital levantina se haya convertido «en una ciudad atascada e incómoda».
Por su parte, el concejal de Vox en el Ayuntamiento de Valencia Vicente Montañez no tiene reparos en calificar de «kamikaze» al concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, porque, a su juicio, «desde hace ocho años el urbanismo está profundamente ideologizado».
En esta línea, la gestión sobre ello responde a «intereses partidistas, dejando al ciudadano de lado». Así, también considera que se estaría priorizando «determinados medios de transporte frente a otros que se penalizan».
Para Montañez, todo lo anterior junto a un «plan de peatonalización sin buscar vías de evacuación de la ciudad alternativas» ha hecho que Valencia sea «un gran embudo».
Esta circunstancia, contraviniendo lo argumentado por los partidos de izquierdas, lo que está haciendo es que se incrementen «los niveles de contaminación acústica y atmosférica» como consecuencia del «permanente atasco en el que se encuentra la ciudad», según Montañez.