El alcalde de Valencia, Joan Ribó, junto a las falleras mayores en el Balcón del AyuntamientoEFE

Comunidad Valenciana  Ribó no da días festivos en Fallas y prima su proyecto ideológico de jornada semanal de cuatro días

El alcalde de Valencia desoyó una vez más a sus vecinos y se opuso a que el viernes 17 o este lunes 20 fueran festivos

Una de las principales características de Compromís es su fuerte componente sectario. Sus integrantes conciben la vida política como un juego de suma cero en la que la ideología está por encima de todo. Frente a ello todo vale y esta justificado aunque por el camino se queden los intereses de sus gobernados.

El caso de las Fallas es un buen ejemplo de ello. A pesar de que los valencianos han vivido en estos días su fiesta más emblemática, el alcalde de la ciudad, Joan Ribó, no ha tenido el más mínimo reparo en perjudicarles de un manera notable. El motivo no ha sido otro que implementar uno de los experimentos que su partido y semejantes quieren llevar a cabo, como es la semana laboral de cuatro días.

Los días más importantes de las Fallas son del 15 al 19 marzo. Aún así, el regidor levantino no tuvo a bien catalogar como festivos ni el el día 17 ni el 20. Cabe destacar que miles de valencianos tienen compromisos con sus comisiones en estas fechas y, además, tanto ellos como ellas se han de vestir y peinar de cara a la Ofrenda de los días 17 y 18.

Son fechas de mucho estrés, trajín y de ir y venir, pero aún así Ribó ha desplazado el día festivo al 24 de abril.

«Molestos e indignados»

Jose, que es miembro de la falla Obispo Amigó-Cuenca lo explica meridianamente claro: «La mayoría de los falleros estamos muy molestos e indignados, más aún viendo cuando otras comunidades tienen festivo el día 20», indica. Se refiere particularmente a Madrid, donde el lunes es festivo que no se celebra nada como sí se hace en Valencia.

El fallero, a su vez, critica que el alcalde se haya negado a poner como no laborable el 17 o el 20 de marzo y haya trasladado de manera ideológica ese festivo hasta el 24 de abril. Según explica, lo que sucede es que el equipo de Gobierno municipal se ha sacado de la manga «una fiesta inventada que no existe en el calendario».

Para el testimonio, este hecho no es ni mucho casual, ya que es consecuencia de que Ribó «como siempre, no está cerca del mundo fallero ni de los valencianos». Asimismo, especialmente sangrante le parece que no se haya decretado este lunes 20 de marzo como jornada festiva.

Tal como declara, tras la Cremà de los monumentos, los falleros terminan el día «a las dos o tres de la mañana» y al día siguiente, gracias al dirigente de Compromís, toca «ir a trabajar».

La decisión la ha tomado Ribó personalmente, ya que el colectivo fallero se lo ha «dicho, mandado por escrito y pedido» con tal de que cambiase de opinión y pusiese el día posterior al Día del Padre y San José para que se pudiera librar.

En cambio, todas esas sugerencias han caído en saco roto, ya que el fallero recalca que ni el el alcalde ni ninguno de sus concejales competentes han hecho el más mínimo esfuerzo para revertir la situación y atender los intereses de los falleros.

«Caso omiso. Nunca está cerca de las fiestas valencianas ni de los valencianos. Se dedica a hacer sus rollos políticos», lamenta el representante de la comisión Obispo Amigó-Cuenca.

Esta visión no dista mucho de la de Joaquín, que pertenece a la falla Areancapins, colindante con la Gran Vía Fernando el Católico. Apunta que no lo alcanza a comprender «cómo el Ayuntamiento ha tomado esa decisión». Por aquello de no abusar, el fallero no exige que sean festivos tanto el 17 como el 20 de marzo, pero sí «al menos uno de los dos».

Que en la Comunidad sí sea un día libre de trabajo y no en Valencia Joaquín lo considera una «paradoja tremenda», por lo que cree que la de Ribó es una «decisión totalmente equivocada» que demuestra que «estas personas» están actuando «de espaldas a la fiesta».

Trasladar la festividad laboral en favor de la semana de cuatro días a trabajar piensa que es «un experimento» y se atreve a aventurar que muchos valencianos «hubiesen preferido no trabajar el día 20».

Al igual que Jose de la falla Obispo Amigó-Cuenca, Joaquín califica de «error» la postura del Consistorio: «Es su forma de ver las cosas y están de espaldas a la fiesta valenciana», reprocha.

El hartazgo de los valencianos hacia su alcalde es mayúsculo y se manifiesta en aspectos de diferente índole, desde la innegable suciedad de la ciudad hasta la inseguridad palpable pasando por las interminables colas de gente en el padrón. El fallero es un sector transversal y que mueve a mucha gente, por lo que Ribó esta haciendo ímprobos esfuerzos para que el 28 de mayo sea su particular Cremà política.