Elecciones 28M Puig se afana en mitigar la amenaza electoral que representa Sánchez el 28-M
El presidente de la Generalitat Valenciana centra sus esfuerzos en separarse del líder de los socialistas y sube el tono cuando se habla de votar en clave nacional
El hecho de que el líder de una empresa reste a nivel interno en lugar de sumar no suele tomarse como un buen síntoma. Encima, si esa persona es el presidente del Gobierno y el número uno de su partido político el problema es aún mayor. El caso de Pedro Sánchez encajaría entre esos parámetros.
Eso lo conoce muy bien el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig. Su relación con el jefe del Ejecutivo está técnicamente rota desde después de las vacaciones de verano. Los desencuentros han venido provocados por una serie de temas, pero especialmente ha habido dos que han escocido sobre manera en el palacio de la Moncloa.
El más reciente es el concerniente al trasvase Tajo-Segura. La tensión era constante desde finales de 2022, cuando el Gobierno ya apuntaba a que consumaría un recorte en dicha infraestructura a costa de la prosperidad y la viabilidad de los campos del Levante.
Cuando finalmente lo hizo, Puig anunció que recurriría ante el Tribunal Supremo, algo que terminó haciendo a finales del mes de marzo. Con el escrito presentado y el asunto judicializado, se volaron todos los puentes entre Sánchez y el valenciano.
El otro gran tema de fricción fue la reforma fiscal que el presidente de la Generalitat anunció. Contraviniendo las férreas directrices del líder de su partido, dio a conocer que bajaría el IRPF a todas las rentas de hasta 60.000 euros en la Comunidad.
Empate técnico
Pero más allá de ambos episodios, a Puig poco le conviene que el 28 de mayo se relacione su candidatura a la reelección con la imagen de Sánchez y mucho menos con su gestión al frente del Gobierno.
Además, en un contexto en el que las encuestas pronostican un empate técnico entre el actual tripartito de izquierdas y el bloque de centro-derecha, los esfuerzos del socialista valenciano se centran en que la separación entre ambos mandatarios ante la opinión pública sea tan notoria como evidente.
Una muestra de ello es que cuando se le pregunta si considera que en las elecciones autonómicas y municipales habrá votantes que acudan a las urnas en clave nacional, a Puig se le tuerce el gesto y expresa sin disimulo su malestar.
En las últimas manifestaciones al respecto ha llegado a definir pensar de esa manera como una forma de faltar «el respeto a los valencianos y valencianas». Su campaña gira exclusivamente en términos regionales, alejándose de Sánchez y del ya mítico «que te vote Txapote».
«Nosotros vamos a intentar tener una conversación con la sociedad valenciana para explicar de dónde venimos y dónde pensamos ir. Y venimos de un pasado que no era el más conveniente para la Comunidad Valenciana y todas las cifras económicas y sociales han mejorado en estos años», comenta Puig.
En esta línea, el presidente de la Generalitat insiste en que «ahora» todo gira en ámbitos como «la sanidad y la educación», mientras que «en unos meses» se decidirán «otras cosas». El afán de Puig por desligarse del estigma electoral que provoca Sánchez no es de extrañar, ya que la ejecutoria del presidente del Gobierno referente a la Comunidad Valenciana no se puede decir que despierte notables simpatías entre los vecinos.
El ya mencionado trasvase Tajo-Segura no deja de ser uno más de los agravios del secretario general del PSOE a la región. Este asunto afecta de pleno a Alicante y a la supervivencia de sus campos de regadío. Por si fuera poco, Sánchez ha infligido un duro castigo a la provincia, situándola en el 'furgón de cola' de las inversiones previstas en 2023 en los Presupuestos Generales del Estado.
Por otra parte, hay temas que se han cronificado en el balance de la gestión sanchista. Si hay una comunidad en la que los flirteos con los independentistas catalanes generan recelos e indignación es la Valenciana. Aquí, en cambio, Puig lo tiene más complicado porque ha sido el primero que ha apostado por alianzas separatistas y por subvencionar y apoyar activamente a entidades que promocionan la creación de los 'Países Catalanes'.
Aún así, el presidente de la Generalitat sabe que ese aspecto le puede pasar algo de factura, pero el importe a pagar será infinitamente mayor si a eso se le unen polémicas como los indultos, la eliminación del delito de la sedición o la rebaja del de malversación.
Por último, los socios de Sánchez también pueden suponer un problema electoral para Puig, tanto los de investidura como Esquerra Republicana de Cataluña y EH Bildu como los de coalición con Unidas Podemos. Sobre los 'morados', casos como la ley Trans o la del 'solo sí es sí' son claros ejemplos de por qué el valenciano desea a toda costa separarse de Sánchez.
El PSOE se define como una formación abiertamente feminista, por lo que la división en el feminismo que estos dos textos legislativos han provocado en ningún caso puede servirle de ayuda a la candidatura de Puig.
Por tanto, en las próximas semanas se va a poder ver una paradoja: un presidente autonómico sin querer que su jefe de filas se pase por sus mítines frente a la necesidad de este último de seguir gobernando en esa región para continuar su supervivencia política.