Elecciones 28-M Ximo Puig presume de su gestión pero rechaza acudir a tres debates electorales
El candidato socialista a la reelección al frente de la Generalitat rehúsa confrontar con el resto de rivales para evitar hablar de corrupción o los millones dados al independentismo
Cuando al presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, se le pregunta sobre la igualdad entre los bloques de izquierda y centro-derecha que pronostican las encuestas, se muestra convencido de que tras las elecciones autonómicas del 28 de mayo estará en condiciones de reeditar el tripartito gobernante.
No solo eso. También augura que la suma de los escaños de PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos será todavía mayor que la actual y sustenta su previsión en una máxima que repite en cada una de sus intervenciones, bien se produzcan estas en las Cortes regionales, en actos institucionales o en mítines de su partido: «Todos los indicadores sociales y económicos de la Comunidad Valenciana están mejor que en 2015».
Esa euforia medianamente contenida llevaría a cualquier político a presumir de sus logros ante la ciudadanía que gobierna y que aspira seguir haciéndolo. Sin embargo, no es este el caso de Puig, ya que a pesar de la elevada calificación que se pone a sí mismo, extrañamente ha rechazado participar en tres debates electorales que iban a producirse para que los principales aspirantes a presidir la Generalitat confrontasen entre ellos y describieran su proyecto de gobierno.
De este modo, el socialista tan solo acudirá al que organiza la Cadena SER mañana viernes y al de À Punt, la televisión autonómica valenciana, que tendrá lugar el 25 de mayo, a únicamente tres días de que abran las urnas.
«Perspectiva adulterada»
En cambio, Puig no acudirá a otros tres. Uno de ellos es el que tenía previsto llevar a cabo el periódico regional Levante-EMV. Estaba todo planificado para el día 22, pero la ausencia del candidato del PSOE ha obligado a cancelarlo para, según explica la empresa editora del diario, evitar dar «una perspectiva adulterada» porque los espectadores iban a ser «privados de la opinión de uno de los principales candidatos en estas elecciones».
El grupo informativo, que cuenta con más de catorce millones de visitantes únicos entre las páginas web de sus tres cabeceras, no deja dudas sobre el motivo de la suspensión: «Responde únicamente a la decisión de Puig y del PSPV-PSOE de declinar la invitación para participar».
Otro debate al que el presidente valenciano se ha negado a asistir es el organizado por RadioTelevisión Española (RTVE) en su desconexión regional. Aunque todavía no se ha anulado, el hecho de que Puig no vaya hace pensar que correrá la misma suerte que el de Levante-EMV.
Por contra, el que sigue en pie y sí se celebrará pese a la ausencia del socialista es el debate del diario Las Provincias junto a la Cadena Cope. Programado para el 18 de mayo, ya han confirmado su asistencia de los candidatos Carlos Mazón, del PP, Carlos Flores (Vox) y el de Unidas Podemos, Héctor Illueca.
Como se puede ver, este último debate tampoco contará con la presencia del aspirante de Compromís, Joan Baldoví. La razón que alega el nacionalista es la intensidad de la campaña electoral que comienza esta misma noche y la consecuente dificultad para hacer un hueco en la agenda. Por tanto, acudirá a los de la SER y À Punt.
Por su parte, los motivos del escapismo de Puig serían varios. Aunque el contexto le permitiría ensalzar los buenos datos de los que continuamente saca pecho, es plenamente consciente de que hay no pocos asuntos que le pondrían contra las cuerdas y le provocarían una previsible fuga de votos.
Uno de ellos, sin duda el más espinoso, es el de la corrupción. Para un candidato que llegó a la presidencia abanderando la regeneración y la limpieza de la vida pública le es del todo perjudicial responder a por qué aparece la anotación «X. Puig» en la libreta del extesorero socialista y a quien la Guardia Civil sitúa como cabecilla en un caso sobre supuesta financiación ilegal del PSPV-PSOE.
Sobre esta trama, el caso Azud, Puig no ha dado ni una sola explicación. En cambio, lo que sí ha hecho ha sido variar la estrategia al respecto. La excusa de «son cosas del pasado» se transformó en culpar a «la derecha y la ultraderecha» por, en su opinión, lanzar «bulos» para, finalmente, no dedicar ni una palabra cuando se le cuestiona y pasar del tema.
Este no es el único caso de corrupción que afecta a Puig. Su hermano Francis está imputado por presuntamente cobrar de la propia Generalitat Valenciana y de otras administraciones subvenciones de manera ilegal. Por si el tema fuera poco grave, el presidente valenciano continúa demorando la entrega a la Justicia de la información requerida y en los últimos días han salido a la luz decenas de facturas del Ayuntamiento de Morella a la empresa de Francis cuando Ximo era el alcalde de la localidad castellonense.
En el ámbito de la corrupción Puig tiene una difícil salida en los debates electorales, pero respecto al independentismo no parece que sea más fácil. Aunque presume en sus discursos de valencianía, lo cierto que es de las arcas públicas el socialista ha gastado casi diez millones de euros para subvencionar y respaldar a asociaciones independentistas para que promuevan su ideario en la región y vayan sembrando el germen de los inexistentes 'Países Catalanes'.
La sanidad pública que deja Puig tampoco le permitiría enfrentarse a un debate y salir victorioso. Acaba de producirse una huelga de médicos, las Urgencias de los centros sanitarios están colapsadas y los sindicatos reclaman la contratación de más personal facultativo. Además, de cara al 28-M, algunos de los hospitales prometidos por el candidato del PSPV-PSOE ni siquiera están presupuestados, otros no son más que maquetas y todos los anuncios llegan tras ocho años en los que no ha construido ni uno solo.
Por tanto, parece que aunque su relación está rota, Puig ha aprendido de Pedro Sánchez que cuanta menos exposición pública para rendir cuentas, mejor. De los cinco debates, solo irá a dos por aquello de que lo contrario sería una estrategia del todo perjudicial.
Sin embargo, como alumno del presidente del Gobierno, en lugar de asistir al resto, los cambiará por engrasar la maquinaria propagandística con actos encapsulados al más puro estilo del palacio de la Moncloa.