Ximo Puig, junto a Sandra Gómez, Carlos Martínez Bielsa y Diana Morant en un mitin del PSPV-PSOE.À PUNT

Comunidad Valenciana  PSPV-PSOE: una obligada renovación con la sombra de volver al ostracismo durante décadas

La pérdida de la Generalitat y ayuntamientos fuerza a los socialistas valencianos a abordar la sucesión de Puig en un momento en el que el PP ha reforzado notablemente su poder territorial

Los resultados de las elecciones autonómicas del 28 de mayo dejaron varios mensajes en la Comunidad Valenciana. A nivel sociológico, fue que la sociedad viró hacia posiciones de centro-derecha, conformando una mayoría absoluta a la suma del Partido Popular y Vox. En clave de partidos, también hubo diversas claves.

Una de las más llamativas es la que afecta al PSPV-PSOE, que sin duda fue el gran perdedor de la noche. Conforme avanzaba el escrutinio, los socialistas iban asimilando que su salida de la Generalitat era una realidad, aspecto que se consumará el próximo jueves cuando Carlos Mazón sea proclamado presidente.

Aunque no se ha mencionado públicamente, la notable pérdida de poder territorial, con el Ejecutivo autonómico como mayor símbolo de la debacle, aboca sin remedio a abordar una nueva etapa en la federación. Dicho con otras palabras, la sucesión de Puig.

De hecho, el primero que dio pistas sobre ello fue el propio presidente valenciano en funciones, que anunció que en la legislatura recientemente estrenada no va a tener un papel primordial y no será el portavoz de su grupo parlamentario en las Cortes. Así, a la reunión con el equipo negociador del PP no acudió y fueron los consejeros Rebeca Torró y Arcadi España, nombrados síndicos este pasado jueves.

Puig, senador autonómico

Sin embargo, aunque ese periodo de transición hacia un nuevo liderazgo se ha visto aplazado por el adelanto de las elecciones generales, las voces y los rumores internos no se han apagado y ya se apuntan nombres a la espera de que una vez pasados los comicios se fije la fecha para un congreso.

En principio, este tendría lugar durante el otoño de este mismo año y la persona que suena en todas las quinielas es Carlos Martínez Bielsa. Alcalde del municipio valenciano de Mislata y secretario provincial del PSPV-PSOE, el pasado 28-M se convirtió en el edil socialista más votado de España en términos porcentuales. Oficialmente no se ha pronunciado sobre la posibilidad de postularse al cargo, pero es algo que en la sede socialista se da por hecho.

Ahora bien, eso no quiere decir que Puig vaya a desentenderse de su sucesión y su próxima marcha al Senado por designación autonómica es buena muestra de ello: algunos días acudirá a Madrid, pero mantendrá su escaño en el hemiciclo regional y, por tanto, conservará un gran poder orgánico.

Aún así, el dirigente provincial ya ha pegado un golpe sobre la mesa, haciendo valer su posición frente a la de Puig en la dirección de Ferraz. En la configuración de las listas electorales para el 23-J, ha logrado que Pedro Sánchez apruebe sus candidatos y deseche la propuesta del todavía jefe del Ejecutivo valenciano. En política nada es casual y con Pedro Sánchez, menos.

Suponiendo que Bielsa termine por presentarse a la secretaría general de su formación en la Comunidad, previsiblemente su mandato comenzaría con un significativo lastre. En los próximos días se constituirá la Diputación de Valencia y, salvo otra sorpresa de última hora, la presidirá el PP. De confirmarse, será porque un diputado provincial exalcalde socialista expulsado por Puig no le apoyará. De este modo, el edil de Mislata tendría más motivos para querer pasar página del denominado ‘ximismo’.

Igualmente, sea Bielsa u otro socialista quien tome el relevo de Puig, su gestión tendrá el objetivo de no sumir a la formación en el ostracismo en la región en el que estuvo hasta 2015. En clave autonómica, el PP accedió a la presidencia de la Generalitat en 1995 y durante veinte años encadenó mayorías absolutas. En esa etapa, los populares consolidaron a la Comunidad como una de sus plazas electorales más emblemáticas y donde se han celebrado mítines históricos, como el del estadio de Mestalla o varios en la plaza de toros de Valencia.

Ximo Puig y Diana Morant, junto a Sandra Gómez y Carlos Martínez Bielsa en el inicio de la campaña del PSPV-PSOEPSPV-PSOE

Ese ciclo se rompió en 2015, cuando la izquierda volvió al poder como consecuencia de los múltiples episodios de corrupción que el PP protagonizó en sus últimos años en el Ejecutivo valenciano. Ahora, con el partido renovado, con al menos cuatro años por delante para gobernar y con un viento de cola que puede consolidarse con la llegada de Alberto Núñez Feijóo al palacio de la Moncloa, el miedo en el PSPV-PSOE radica en volver a tener un rol secundario frente a una hegemonía consolidada del PP.

A nivel municipal, el contexto es prácticamente idéntico. Así ha sucedido en Castellón o Alicante, pero el ejemplo más representativo es el de la ciudad de Valencia. La fallecida Rita Barberá accedió a la alcaldía levantina en 1991 y se convirtió en un icono político más allá de la ciudad, a quien tanto Aznar como Rajoy llamaron «la alcaldesa de España». Veinticuatro años estuvo al frente del Ayuntamiento, seis legislaturas de las que en cinco obtuvo mayoría absoluta.

Al igual que en la Generalitat, en 2015 el poder retornó a manos de la izquierda, pero no a los socialistas, sino para los nacionalistas de Compromís. Tras ocho años de Joan Ribó, el Consistorio ha vuelto a cambiar de líder, pero el PSPV-PSOE ha quedado como tercera fuerza política. De esta manera, son ya 32 años los que no gestionan la ciudad de Valencia, que serán 36 cuando termine la legislatura.

Por tanto, el panorama para los socialistas valencianos es poco alentador. Hace tres semanas fueron testigos de cómo decenas de alcaldes dejaban de serlo y en tres días Mazón será presidente de la Generalitat. Si las encuestas acertaran, habría que añadirle el relevo en el palacio de la Moncloa. Ese sería el escenario en el que el PSPV-PSOE desarrollaría una sucesión, aspecto siempre peliagudo. Y todo ello con la sombra del ostracismo político volviendo a acechar.