Comunidad Valenciana Las dudas crecen en la izquierda valenciana: sucesión de Puig, futuro de Compromís y agonía en Unidas Podemos
Mientras el debate en el PSPV-PSOE ya está provocando roces y estrategias, los nacionalistas viven su peor momento y los 'morados' están inmersos en una profunda crisis política y económica
Tras un verano marcado por los resultados de las elecciones generales del 23 de julio y las negociaciones con vistas a lograr una investidura, en pocos días arrancará el curso político y, al menos en la Comunidad Valenciana, lo hará presentando dos contextos radicalmente diferentes según el bloque ideológico al que se aluda. Así, en el centro-derecha la situación es inmejorable, con una coalición del Partido Popular y Vox gobernando la Generalitat en plena sintonía, sin polémicas y que poco a poco va sacando adelante sus primeras medidas.
En el lado opuesto se encuentran el PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos. Las tres fuerzas que componían el tripartito de izquierdas en la región no solo continúan en shock por perder el Ejecutivo autonómico y buena parte del poder municipal que habían acumulado a lo largo de los últimos ocho años, sino que además en el corto -cuando no inmediato- plazo deben afrontar delicadas cuestiones de índole interna y que marcarán el destino de estos partidos.
De esta manera, los socialistas valencianos están a la espera de que el panorama político a nivel nacional se despeje en relación a una eventual repetición electoral para organizar su congreso. En él, se debería elegir a su nuevo líder, es decir, al sucesor de Ximo Puig. Oficialmente, todavía no hay ningún candidato que haya manifestado su intención de postularse para el puesto, pero lo innegable es que en la federación existen dos bandos claramente diferenciados.
Puig, rodeado de exconsejeros afines
En el primero, que podría denominarse el sector ximista, se pretende aplicar una línea de continuidad y para ello el expresidente regional ya ha realizado determinados movimientos en aras de garantizarse una sucesión lo más afín posible. Así, una vez ya fuera de la Generalitat, Puig ha designado como portavoces en las Cortes Valencianas a Rebeca Torró y Arcadi España, que han sido consejeros de Política Territorial y de Hacienda, respectivamente. Con esta maniobra, el secretario general del PSPV-PSOE se ha asegurado que el núcleo duro del grupo parlamentario sea de su cuerda, con ambos síndicos y el propio Puig al frente, ejerciendo de líder de la oposición a pesar de que llegó a anunciar que ese no sería su rol en esta nueva legislatura.
Precisamente, el motivo de esa rectificación a sí mismo muchos lo han relacionado con el proceso sucesorio. No son pocos los que aseguran que en la mente del anterior presidente de la Generalitat estaba el escenario de llegar al cónclave con un Pedro Sánchez fuera del Gobierno y con un Ejecutivo central conformado por PP y Vox. De haber sido así, el secretario general del PSOE habría estado ampliamente cuestionado internamente y, por ende, en una clara posición de inferioridad para imponer al candidato de Ferraz. Este, aunque aún no ha dado el paso, ya lidera de facto el segundo bloque. Se trata de Carlos Martínez Bielsa, alcalde de la localidad valenciana de Mislata. Por tanto, los socialistas valencianos comenzarán el curso con un ambiente enrarecido.
En cuanto a Compromís, las perspectivas no son mejores. De hecho, justo antes de comenzar las vacaciones los nacionalistas protagonizaron el que hasta ahora ha sido su enfrentamiento más grave. Fue a cuenta de la elección del senador por designación autonómica que les correspondía. El partido mayoritario de la coalición, Més -encabezado por Joan Baldoví-, propuso para ese puesto al que ha sido presidente del parlamento regional de 2015 a 2023, Enric Morera.
Debate sobre la estructura interna
Sin embargo, Iniciativa, que es la formación de Mónica Oltra y de su sucesora, Aitana Mas, apostaba por su propio candidato, Carles Mulet. La tensión entre ambos sectores fue tal que Mas se saltó los mecanismos orgánicos y presentó por su cuenta a Mulet ante la Mesa de las Cortes para que esta le postulase para ser senador. Lo hizo sin consultar ni informar a Baldoví, por lo que el cisma saltó de inmediato. Lejos de llamar a la tranquilidad y no evidenciar ante la sociedad la división, las declaraciones con reproches y ataques se sucedieron y, para demostrar que no era una rencilla al uso, Iniciativa abandonó los órganos internos.
No obstante, este no es el único problema al que ha de hacer frente Compromís. De puertas para dentro ya se está hablando sobre qué futuro le espera a los nacionalistas. La situación es más que compleja. Actualmente, la coalición está compuesta por los ya mencionados Més e Iniciativa, pero hay otra pata más, Els Verds, la fuera minoritaria. El debate ahora gira en torno a si la formación ha de mantenerse en ese formato o si, en cambio, da el salto y se constituye como un único partido político. Aún así, para enrevesarlo todo un poco más, Compromís se presentó a las elecciones generales junto a Sumar, por lo que existe el riesgo de que los valencianos queden diluidos dentro de la organización de Yolanda Díaz. En otras palabras, que terminen absorbidos.
Finalmente, la situación más grave la vive Unidas Podemos, que está inmersa en un contexto de completa agonía, tanto en lo político e institucional como en lo económico. El 28 de mayo supuso para los 'morados' un auténtico varapalo. Al igual que el PSPV-PSOE y Compromís, integraban el Gobierno de la Generalitat con una vicepresidencia y dos consejerías, unas carteras que ya no gestionan. Pero en términos globales, los resultados revelan la magnitud del descalabro: no obtuvieron representación parlamentaria en las Cortes y en el ámbito local también se quedaron fuera de los Ayuntamientos de Valencia y Castellón. De las tres capitales, solo consiguieron entrar en Alicante, con un representante, y únicamente tienen veintinueve concejales -la mitad que en 2019- de los 5.760 que se eligen en el conjunto de la Comunidad.
Todo ello ha derivado, al igual que en el conjunto del país, en que Unidas Podemos esté sumida en una crisis económica de dimensiones más que importantes. En el caso valenciano, los comunistas se han visto obligados a cerrar próximamente la sede a la que se mudaron en 2019, así como a aplicar un ERE que afectará a siete personas o, lo que es lo mismo, a más del 80% de su plantilla.