Manuel Granero Valls, de familia acomodada, era un violinista consumado del que dicen que la primera vez que vio una corrida de toros, con 12 años, saltó al ruedo de espontáneo. Todo fue rapidísimo en su vida y en su carrera. Solo fue novillero un año y después figura absoluta de los ruedos durante apenas dos. Le proclamaron el heredero de Joselito «El Gallo», «el rey de los toreros», después de su primera temporada como matador. Ganaba casi el doble que el propio «Gallito» y Belmonte dos años atrás. Pocapena se llamaba el toro que le mató el 7 de mayo de 1922 en Madrid. En un lance de muleta se le metió por dentro y le lanzó contra las tablas. Allí, en un derrote, le corneó contra la madera en el ojo. Tenía 20 años. Una escena terrible inmortalizada en el Museo de Cera. Su fama quedó reflejada en su entierro multitudinario.