La diputada de Compromís-Sumar en el Congreso, Águeda MicóEuropa Press / Fernando Sánchez

La ruptura de Podemos con Sumar genera incertidumbre en Compromís en su momento más complicado

La maniobra de los de Belarra deja a la coalición valenciana con la imagen de partido poco reivindicativo y se suma a la larga lista de problemas que arrastran los nacionalistas

La patada al tablero político que ha supuesto la ruptura de Unidas Podemos con Sumar y su marcha al Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados tiene más aristas además de los efectos para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la hora de negociar y de la relación de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, con sus ya antiguos socios. Una de esas múltiples visiones es la que concierne a Compromís, ya que su situación en la macrocoalición de la titular de Trabajo deja a los valencianos en una situación de incertidumbre.

La formación nacionalista, lejos de vivir un momento plácido como los que disfrutaba cuando estaba en la Generalitat, está inmersa en, quizás, su peor momento desde que se constituyera. A su salida del Ejecutivo autonómico y de la pérdida de plazas tan importantes como el Ayuntamiento de Valencia, se le une una gran crisis sin precedentes a nivel interno que ha llevado y todavía sigue arrastrando a una implosión entre las dos grandes familias de las tres que componen Compromís, Més e Iniciativa del Poble Valencià.

Es por eso que la maniobra de Unidas Podemos no solo llega en el instante más inoportuno, sino que añade aún más inquietud y deja a sus dirigentes en una posición nada deseada. Y es que, mientras los 'morados' a partir de ahora tendrán su propio espacio en San Jerónimo para preguntar al Gobierno en las sesiones de control e interpelar a los ministros, Compromís seguirá diluido en Sumar, donde su mayor responsabilidad se reduce a una portavocía adjunta en la Cámara Baja, la que ostenta Águeda Micó.

Baldoví y los Presupuestos

Por tanto, los nacionalistas perderán toda oportunidad política y mediática de tener su voz en el Congreso y reivindicarse como partido sin ataduras a otros. Cabe recordar que en la pasada legislatura la coalición estaba integrada en el Grupo Mixto y desde su escaño Joan Baldoví preguntó en diversas ocasiones a Sánchez y subió a la tribuna de oradores en representación de Compromís en todos los debates que se produjeron a lo largo de los cuatro años. De hecho, el ahora portavoz de la organización en las Cortes Valencianas tuvo un protagonismo en los medios de comunicación más que considerable, un aspecto del que Micó no parece que vaya a gozar.

La crisis abierta entre Unidas Podemos y Sumar también evidenciará a nivel institucional y de opinión pública que Compromís tiene escasa o nula influencia de cara a imponer sus propias condiciones en materias tan importantes como puede ser la configuración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Es evidente que con el órdago los comunistas pretenden tener peso y voz propia en asuntos de relevancia como el diseño de las cuentas públicas. Sin embargo, los valencianos, de nuevo, se verán obligados a pasar por el aro que sujete Yolanda Díaz en base a sus preferencias e intereses, tal como se ha venido viendo en los últimos meses con la forma de gestionar los vaivenes con los que hasta hace tres semanas compartía la mesa del Consejo de Ministros.

El portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas, Joan Baldoví, en el Parlamento autonómico junto a Vicent MarzàEuropa Press / Rober Solsona

Es cierto que durante el último mandato de Sánchez, Baldoví votó a favor de los PGE cada ejercicio a cambio de prácticamente nada para la Comunidad Valenciana, pero al menos su tramitación servía para poner en el debate público las reivindicaciones de la región, tales como la reforma del modelo de financiación autonómica, la derogación del recorte en el trasvase Tajo-Segura o el impulso a las obras del Corredor Mediterráneo. Por el contrario, ahora resulta del todo impensable que los diputados de Compromís vayan a romper la férrea disciplina de voto de Sumar si los Presupuestos una vez más no atienden a las necesidades autonómicas.

En conclusión, la jugada de Unidas Podemos no es sino un ingrediente más en la ensalada de problemas que tienen los nacionalistas. Haya sido provocada por un motivo u otro y persiga unos fines u otros, lo cierto es que los de Ione Belarra van a tener protagonismo en el Congreso y Compromís seguirá plegado a la hoja de ruta planificada por Díaz para Sumar.

Si las continuas y casi narradas a tiempo real broncas no son el mejor escaparate para un partido descosido y descompuesto, tampoco ayudan maniobras que a esa misma formación la relatan como acomodada y con poco espíritu reivindicativo. Los disgustos se le acumulan a Compromís: tensión interna, pérdida de poder, liderazgo cuestionado, opacado por un partido de nueva creación y sumamente personalista y, ahora para colmo, con la sombra de Unidas Podemos que le pone más incógnitas a su futuro.