Morant, entre el servilismo a Sánchez y tener voz propia con las reivindicaciones valencianas
El Gobierno de Mazón le reclama que ejerza como «enlace» con el Gobierno en materias como agua, infraestructuras y financiación, pero la ministra sigue siendo fiel a su jefe de filas y al discurso de Moncloa
Agua, mejora de las infraestructuras y reforma del sistema de financiación autonómica son las tres grandes reivindicaciones que la Comunidad Valenciana lleva exigiendo celeridad al Gobierno central con tal de solucionarlas a la mayor brevedad posible. Estos asuntos, más allá de los institucional, conforman la clave de bóveda de los partidos políticos con representación parlamentaria en las Cortes regionales y nada hace pensar que vaya a dejar de serlo en el corto plazo.
Por ello mismo, la gran incógnita al respecto es saber cuál será la actitud de la recién proclamada secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant. Con apenas unos días en el cargo, su arduo reto es el de trasladar a la opinión pública (y a no pocos miembros de su propio partido) que no es un peón del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y que, por ende, tiene voz y proyecto propios ajenos a las directrices de Ferraz.
Sabedores de que esa carencia que arrastra la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades no desaparece de un día para otro, la Generalitat Valenciana lleva semanas instando a Morant a que se pronuncie sin ambages sobre los principales asuntos que afectan a la Comunidad y cuya gestión depende de la mesa del Consejo de Ministros en la que ella se sienta cada martes. Comunicativamente, la estrategia tiene como objetivo obligar a la líder de la federación socialista a desmarcarse de su jefe de filas o, por el contrario, explotar el discurso de que le es más fiel a él que a los propios vecinos a los que en las próximas elecciones pedirá el voto.
Sin «razones ideológicas»
La última dirigente en hacer patente esa postura ha sido la portavoz del Consell, Ruth Merino, que ha pedido abiertamente a la exalcaldesa de Gandía que «sirva de enlace» con el Ejecutivo en los tres mencionadas materias claves, explicando la razón: «Porque son temas de justicia para los valencianos», subraya, insistiendo en que en ellos «no podemos avanzar solos: necesitamos ir de la mano del Gobierno y que dejemos de lado otras razones ideológicas y partidistas y pensemos en el bienestar de los ciudadanos».
La también consejera de Hacienda no es la única que se ha expresado reclamando a Morant mayor grado de implicación. Días atrás ya lo hizo el presidente valenciano, Carlos Mazón. No pudo hacerlo directamente porque la mandataria del PSPV-PSOE no tiene escaño en las Cortes, pero se lo trasladó al portavoz socialista, José Muñoz, en un claro mensaje que iba a quien será su rival por la presidencia de la Generalitat en 2027: «¿Por qué no hablamos de financiación? ¿Qué opina del fondo de nivelación? ¿Está a favor o en contra? Porque su ministra dice que está en contra», le dijo desde la tribuna de oradores.
En esta línea, la vicepresidenta segunda y consejera de Asuntos Sociales, Susana Camarero, fue una de las primeras que apuntó en la dirección de hacer hincapié en el marco mental de que ser ministra de Sánchez es incompatible con la defensa de los valencianos: «Que aproveche su sillón en el Gobierno para que en cada oportunidad que tenga le diga a Pedro Sánchez que traiga la financiación, que pelee por el agua, que pida inversiones e infraestructuras en los Presupuestos estatales», exigió Camarero antes de insistir en que Morant «demuestre que de verdad le importa la Comunidad Valenciana» y que tener una ministra de la región «sirve para algo».
Sin embargo, la líder del PSPV-PSOE por el momento está haciendo oídos sordos a esta petición, ya que hace una semana afirmó que no va a entrar «en la guerra del agua» entre territorios porque ella se encargaría de transmitirle a la ciudadanía que ha de tener «tranquilidad» , dado que «tiene un Gobierno que trabaja en los problemas reales poniendo soluciones reales».
Tampoco parece que vaya a provocar progresos en financiación autonómica a tenor de que, aunque reconoce que hay que abordar la reforma de un modelo caducado desde hace años, suele aprovechar las preguntas sobre ello para pedirle «lealtad» al Partido Popular y, de ese modo, evitar pronunciarse sobre el fondo del asunto y salirse del discurso oficial dictado en el Palacio de la Moncloa.