La triple tesitura de Vox en la Comunidad Valenciana: apoyos a Mazón, seguir a Madrid o forzar elecciones
Cómo vayan a actuar los de Abascal en las Cortes regionales respecto al Consell es la gran incógnita del nuevo periodo de sesiones, con la Ley de Presupuestos como la votación que puede marcar el futuro de la legislatura
El nuevo periodo de sesiones en las Cortes Valencianas echará a andar aproximadamente a mediados del mes de septiembre que está a punto de comenzar. Cuando lo haga se estarán cumpliendo, día arriba, día abajo, dos meses de la ruptura de los gobiernos autonómicos que estaban formados por el Partido Popular y Vox por decisión expresa del presidente de este último partido, Santiago Abascal, y de su núcleo más cercano.
Esta tajante postura no gustó nada a los cargos conservadores en la Comunidad Valenciana, que habían logrado formar un Consell unido y fuerte bajo el liderazgo de Carlos Mazón. Buena muestra de ello fue la cara y los gestos del que, mientras Abascal hablaba, apuraba sus minutos como vicepresidente primero y consejero de Cultura, Vicente Barrera, que mostró un semblante de enojo y que, incluso, negó el abrazo a su jefe de filas tras la intervención de éste.
Con las salidas, además del extorero, de los titulares de Justicia e Interior, Elisa Núñez, y de Agricultura, Jesús Aguirre, consumadas y con un Ejecutivo autonómico monocolor con el PP en solitario, cómo va a afrontar y actuar Vox en el segundo año de legislatura es la pregunta que tanto analistas como políticos se hacen. El contexto no es fácil, ya que figuras de relevancia como eran los tres cesados no estarán en el Parlamento regional. Barrera y Aguirre por no tener actas de diputado y Núñez por haberse dado de baja de la organización.
Presupuestos de 2025, la ley clave
Por ello, a los de Abascal en la Comunidad se les plantea esta etapa en el corto plazo con una triple tesitura, a sabiendas de que contentar al Comité Ejecutivo Nacional del partido, seguir con la hoja de ruta llevada a cabo hasta julio y convencer a todos sus últimos votantes en caso de llevar la situación a unas nuevas elecciones resulta tan imposible como la cuadratura del círculo.
Así, no queda mucho tiempo para comprobar si la sintonía que PP y Vox han expresado en la inmensa mayoría de votaciones en las Cortes mientras formaban coalición gubernamental seguirá y, de ser así, en qué grado y en qué materias. Es decir, tras el giro de timón impuesto por el presidente de la formación todo apuntaría a que los 'populares' podrían perder alguna votación, si bien estarían en disposición de sacar adelante normas de carácter ideológico, del estilo de la de Libertad Educativa o la de Concordia.
Este hecho supondría una ralentización en lo que a implementar un programa de gobierno por parte de Mazón se refiere, pero, llegado el caso, serían los propios dirigentes de Vox los que tendrían que explicar cuáles serían los motivos que les habrían llevado a desmarcarse de algo que, muy probablemente, sería casi idéntico al acuerdo firmado antes de arrancar el mandato hace 14 meses.
De todas formas, la gran prueba se llama Ley de Presupuestos de la Generalitat Valenciana para 2025. Es cuestión de días que las diferentes consejerías comiencen a elaborar sus respectivas cuentas para que la de Hacienda elabore un proyecto de ley y lo presente. Esto sucederá a lo largo del mes de octubre y su aprobación definitiva tendría lugar poco antes de final de año, previo paso por comisiones y presentación de enmiendas.
Con la negativa del PSPV-PSOE y Compromís fuera de dudas, Vox demostrará su nivel de dependencia de Abascal y de Madrid, dado que si no respalda los números para el próximo ejercicio, Mazón deberá prorrogar los del presente y es más que probable que la oposición redoble su presión contra él y le inste de manera repetida a una convocatoria electoral anticipada.
Este hipotético escenario puede ser más que peligroso para Vox porque de cara a la opinión pública acudiría a las urnas como el responsable por partida doble de la cita (salida del Consell y negativa a los Presupuestos), lo haría con no pocos cargos orgánicos todavía a disgusto por la espantada forzada, con pérdida del foco mediático y, a la vez, con un candidato 'popular' que, al ejercer de presidente, capitalizaría la gestión en su persona, más aún cuando parte de ese recorrido lo hace en solitario.