Dos supervivientes en Torrente: «Temimos por nuestra vida en varias ocasiones»
220 pasajeros de un vuelo desviado a Alicante quedaron abandonados en Torrente por culpa de la aerolínea
Lo que parecía una vuelta tranquila a casa desde Roma se transformó en una odisea para 220 pasajeros de un vuelo de Wizz Air. El martes por la tarde, tras llegar a Alicante debido al cierre del aeropuerto de Valencia, la compañía aérea los dividió en cuatro autobuses con la intención de llevarlos al aeropuerto de Manises. Sin embargo, la DANA desató sus efectos con una fuerza inesperada y dejó varados a los viajeros en Torrente. Los dos primeros autobuses lograron acceder a esta localidad, pero, ante la gravedad de las inundaciones, los dos restantes tuvieron que regresar a Alicante.
Desde entonces, los pasajeros atrapados en Torrente han quedado sin opción de salir de la zona. Han pasado dos noches en un polideportivo de la localidad, en condiciones cada vez más precarias y con una sensación de abandono creciente. Ante la falta de respuesta de la aerolínea, los viajeros han tenido que arreglárselas como pueden, recogiendo agua en cubos de grifos de la calle para asegurar un mínimo de suministro. Mientras tanto, el desabastecimiento en los supermercados cercanos se ha vuelto una preocupación mayor, pues varios han quedado completamente vacíos y otros tantos, imposibles de acceder debido a las inundaciones.
El Debate ha podido contactar con dos de los afectados, un matrimonio que venía de pasar unos días en Roma, y han relatado su preocupación: «La compañía nos subió a los autobuses sabiendo que se estaba desatando el caos en algunas zonas de Valencia. A la altura de Torrente, el conductor nos dijo que ya no podíamos avanzar porque estaba todo inundado. Pasamos por zonas muy afectadas, donde el agua subía hasta las puertas. Temimos por nuestra vida en varias ocasiones». Además, aseguran que la compañía Wizz Air se ha lavado las manos ante esta situación. «Aquí estamos, más de un centenar de personas en un polideportivo, sin comida suficiente y sin saber cuando podremos llegar a casa».
La situación, lejos de lo esperado en una emergencia, ha generado un sentimiento de impotencia entre los pasajeros. En un intento de rescatar lo básico para su comodidad, el panorama se mantiene crítico. «Hemos pasado dos noches aquí, sin apenas poder dormir. Ya no sabemos si mañana tendremos algo para comer o si podremos ducharnos», explican .
En medio de esta catástrofe, la pareja atrapada y los demás pasajeros afrontan una situación que ningún viajero debería tener que experimentar: alejados de sus hogares, atrapados en una localidad que intenta recuperarse de los devastadores efectos de la DANA y sin un apoyo claro que les permita volver a casa o acceder a condiciones mínimas de asistencia. La incertidumbre marca cada día mientras esperan una respuesta que permita poner fin a esta amarga espera.