Las obras hídricas olvidadas en Valencia que podrían haber paliado los efectos de la DANA
En toda la Comunidad Valenciana, teniendo en cuenta las tres provincias, no se ha hecho ninguna obra relevante en los últimos 15 años en este ámbito
La gota fría más devastadora que ha azotado la Comunidad Valenciana en toda su historia y que ha dejado más de 200 muertos ha llegado a su fin. Y, a pesar de no tener precedentes y que las alertas no podían prevenir la magnitud de la catástrofe, algunos expertos han sacado a relucir infraestructuras que podrían haber minimizado o paliado los daños ocasionados por las inundaciones.
A lo largo de los años, las infraestructuras hidráulicas han ido evolucionando y adaptándose a tiempos más modernos, aunque algunas se han quedado obsoletas. En este caso, hay diversos proyectos que estaban planteados desde hace décadas y que, según los expertos, si se hubiesen llevado a cabo los daños causados por esta última DANA no habrían sido tan devastadores.
Desde 2001 hay obras pendientes que de haberse ejecutado hubieran atemperado la magnitud de las inundaciones, principalmente las relacionada con el curso del río Magro y en la Rambla del Poyo. En toda la región, teniendo en cuenta las tres provincias, no se ha hecho ninguna obra hídrica relevante en los últimos 15 años. De hecho, un informe de la Cámara de Contratistas de la Comunidad Valenciana, fechado en 2019, ya advierte de la «nula inversión» en este tipo de infraestructuras.
La Cuenca Hidrográfica, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, tiene obras pendientes de ejecutar en estos enclaves, dirigidas precisamente a evitar inundaciones como las sufridas, enmarcadas en un plan encargado en 2009 para la «adecuación ambiental y drenaje de la cuenca del Poyo vertiente a la Albufera» y que en su momento el organismo cuantificó en un total de 221 millones de euros.
La Rambla del Poyo
El proyecto explica que los barrancos del Poyo, Pozalet y Saleta tienen «caudales muy elevados a la entrada a las zonas urbanas» debido a su morfología, desnivel y «a los fenómenos característicos de las cuencas mediterráneas con precipitaciones de elevada intensidad». Una problemática estudiada desde los años 90 y que se afrontó «parcialmente» con unas obras limitadas en 2004. Pero no eran suficientes porque no se actuó sobre toda la cuenca.
La rambla del Poyo es una cuenca muy sensible a precipitaciones torrenciales, y en la que existen diversas obras de infraestructura mal diseñadas, ocupaciones del cauce e incluso la desaparición física de algunos barrancos, los cuales en el 2007 están ocupados por industrias y viviendas configurando una compleja red hidrográfica en la que en apenas cada cinco años suelen producirse graves inundaciones.
Hace unos años se proyectaron unas obras con la intención de garantizar la eliminación o reducción de los riesgos de daños, que consisten en el encauzamiento de 41,8 kilómetros de longitud del cauce principal de la rambla del Poyo y de sus afluentes, de los cuales 10,8 kilómetros serían nuevos, incluyendo el tramo que trascurre por el término municipal de Catarroja, mientras que los 30 kilómetros restantes serían una reparación de los cauces existentes, ya que estos eran insuficientes en el 2007.
Y es que este tipo de peligro de desborde e inundaciones en la zona ya lo llevan advirtiendo los expertos durante décadas, en base a los numerosos precedentes. «En el mapa de peligrosidad de 1996 ya lo teníamos detectado. Es un barranco típico de crecida relámpago», ha asegurado estos días Félix Francés, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia y director Universitario de Investigación de Ingeniería de Agua y Medio Ambiente, en declaraciones a la agencia Efe.
El barranco de la Saleta era otro de los proyectos pendiente, principalmente en el tramo entre Aldaya y el nuevo cauce del Turia, cuya redacción también se encargó en 2021 y que engloba no sólo el acondicionamiento del barranco entre la autovía A-3 y la CV-33, sino la construcción de una conducción cerrada de 3,5 kilómetros bajo el municipio de Aldaya y Alacuás.
En uno de los documentos previos a la redacción del proyecto, elaborado por la consultora contratada explica que «los problemas de dicho barranco aparecen ya en su cabecera, donde se incorporan los caudales del Barranco del Pozalet en periodo de inundaciones» y que «son frecuentes los desbordamientos», especialmente al penetrar en el núcleo urbano del municipio de Aldaya, «donde acaba perdiendo por completo el cauce, lo que provoca frecuentes y graves inundaciones en este municipio, de ocurrencia casi anual».
Presa de Montesa, otros 30 millones
La presa de Montesa es otro proyecto que se suma a la lista de los pendientes en la Comunidad Valenciana, que se encuentra dentro del Plan de Defensa del Júcar presentado en el año 2000. Se trata de una presa de laminación que estaría ubicada en el río Cáñoles, en los términos de Montesa y Vallada y que está presupuestada en 30 millones de euros.
Otros proyectos, dependientes del Ministerio de Transición Ecológica, contemplados en etapas anteriores como necesarios para prevenir inundaciones, han quedado descartados. Se trata de la presa de Sellent, en el municipio de Estubeny, la de Vilamarchante, o un proyecto alternativo para la regulación de la parte baja del río Magro, origen de la tragedia.
En cuanto a las otras provincias valencianas, el informe del Ministerio de Transición Ecológica destaca que la mayor parte de las obras contra inundaciones en Castellón siguen pendientes con un presupuesto aproximado de 61,5 millones. Tampoco se han llevado a cabo la mayoría de las obras incluidas en el plan director de defensa contra las avenidas en las comarcas alicantinas de la Marina Alta y Baja, actuaciones que están presupuestadas con un coste estimado de 81 millones.