Armada española Un portaaviones de película: El R-11 Príncipe de Asturias, de la guerra del Golfo al desguace
El martes 9 de mayo de 2017 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó el acta de defunción del R-11 Príncipe de Asturias, el portaaviones español envuelto en una cierta aureola legendaria. Su epitafio fue un frío anuncio de formalización de contrato de la Junta Delegada de Enajenaciones y Liquidadora de Material del Cantábrico para la enajenación del Príncipe de Asturias. Dicho de otra manera, el Ministerio de Defensa vendía el buque más emblemático de la Armada durante tres décadas por 2,7 millones de euros a una empresa que se encargaría de su desguace definitivo en Turquía. Con base en Rota y capacidad para embarcar hasta 29 aeronaves, realizó su primera salida al mar el 3 de noviembre de 1987. Después de 30 años de servicios terminaba en la chatarra.
La Armada había decidido deshacerse del Príncipe de Asturias ante la situación de recortes económicos y presupuestarios, y tras constatar que ponerlo a punto costaría unos cien millones de euros. Ya en 2007 se invirtieron 3,6 millones de euros para su reparación y modernización. Un parche que le permitió sobrevivir casi una década más.
Pese a su larga agonía y su triste final, recibió una despedida con honores. Felipe VI, entonces Príncipe de Asturias, acompañado por el ministro de Defensa, el jefe del Estado Mayor de la Armada y otras autoridades militares, presidió el 6 de febrero de 2013 la ceremonia oficial de despedida. El acto tuvo lugar en la base naval de Rota y Don Felipe saludó a su paso al buque de proyección estratégica LHD Juan Carlos I, que tomaba así el relevo simbólico y efectivo de su antecesor. Además, cuatro aviones Harrier AV 8 pertenecientes a la 9ª Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves realizaron una pasada y uno de ellos tomó y despegó en la cubierta. Tres años antes se había producido una imagen histórica. El 26 de mayo de 2010, el Príncipe de Asturias protagonizó un encuentro histórico con el Juan Carlos I. Por primera vez, ambos portaaviones navegaron juntos en aguas del Cantábrico, a unas 10 millas de la bocana de la Ría de Ferrol. Veinte años antes, en mayo de 1989, era el Príncipe de Asturias el que recogía el testigo aeronaval del viejo Dédalo en aguas del Mediterráneo.
El Príncipe de Asturias supuso un hito para la Armada española tras su desarrollo y construcción en España, a partir de un diseño estadounidense. Un estudio del capitán de navío Luis Díaz-Bedia Astor publicado por la Armada analiza en profundidad el papel del buque y recoge sus principales especificaciones técnicas. Tenía una eslora de 196 metros, una manga de 24,3 metros y un desplazamiento superior a las 17.000 toneladas, con una velocidad máxima de 26 nudos (unos 48 kilómetros por hora). Su capacidad aérea era de diez aviones y siete helicópteros, aunque podía transportar hasta 37 aeronaves. Como armamento, además de los Harrier, disponía de cuatro montajes Meroka, un sistema CIWS (Close-in Weapon System) o de artillería antimisil/antiaéreo de proximidad. Su dotación era de 590 personas, pero con la Unidad Aérea Embarcada y el Estado Mayor, podía embarcar más de 800.
En 1990, el Príncipe de Asturias colaboró, junto con helicópteros de la 5.ª Escuadrilla, en el rodaje de la película Navy Seals (1990) simulando ser el portaviones Forrestal. Protagonizada por Charlie Sheen, el argumento giraba sobre un comando de fuerzas especiales que debía recuperar misiles y detener al líder terrorista de un grupo radical denominado Al Shuhada.
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El capitán Díaz-Bedia Astor recuerda que en una de sus escenas «se aprecian, en la sala de alerta, las pegatinas de diferentes unidades, que dejaban como recuerdo las dotaciones de las aeronaves que tomaban a bordo. En otra, un SH-3D toma en nuestro portaviones, cuya cubierta de vuelo e isla se ven solo de manera parcial, para poder dar el pego y pasar por el estadounidense».
Durante la Guerra del Golfo, en 1991, participó en la operación Southern Guard de la OTAN y permaneció en el Mediterráneo desde el 8 de febrero al 8 de marzo para garantizar la libertad de la navegación. Durante dicho despliegue se produjo un incidente entre dos aviones AV-8S, que realizaban una misión de Patrulla Aérea de Combate, con aviones F-5 tunecinos, que los interceptaron por haber entrado en la FIR (Flight Information Region) de Túnez. «Ante una maniobra agresiva de un F-5 sobre uno de los Harrier, el piloto del otro adoptó una posición de tiro y pidió instrucciones al Príncipe de Asturias, desde el que se les ordenó a ambos que «rompiesen» (se alejasen)».