Fuerzas Armadas | Mundo  A qué precio se vende la paz en Ucrania

Desde la llegada de Donald Trump al poder no dejamos de sufrir sobresaltos, no dejamos de asustarnos cada día y pensar que el futuro que nos espera puede alterarse de modo grave por las políticas implementadas por este ser y su equipo de trabajo. Tengo que reconocer que cuando escucho tanto al líder pelirrojo, como a parte de su equipo, cierro los ojos, y solamente escucho el discurso, y me parece estar viviendo tiempos pasados, tiempos que nunca pensé que podrían regresar, porque consideraba que habíamos aprendido de nuestros errores, pero está claro que no ha sido así.

En los discursos de este individuo se ha instalado un elemento esencial denominado beneficio, el beneficio económico. Todo se limita a si gano o pierdo en el asunto, dejando a un lado los valores, la justicia, la verdad y muchas otras razones. Incluso las dinámicas del relato se retuercen para que unos y otros alcancen su objetivo. Cuando los Estados Unidos de América (ahora Estados Unidos de Rusia) atacaron Iraq, la opinión pública internacional no tenía ninguna duda, se había violado la legalidad, se había engañado a los ciudadanos justificando la busca de armas de destrucción masiva que no existían para provocar una guerra y la solución era que las fuerzas extranjeras abandonasen aquel territorio.

En aquel momento la injusticia estaba clara, los Estados Unidos nos habían arrastrado a una situación sin sentido y los culpables eran ellos. Paradójicamente, en este momento histórico, después de apoyar una guerra en Ucrania que solamente les beneficiaba a ellos por múltiples motivos, como que debilitaban al enemigo histórico, Rusia, ganaban dinero con las exportaciones de crudo y gas a Europa y vendían armas a medio mundo, después de probarlas en un escenario bélico, algo que siempre se convierte en un escaparate mundial de tu producto, los culpables no son los atacantes, en esta ocasión los culpables son los agredidos, los que han puesto los muertos en el campo de batalla.

En todas las ocasiones anteriores había que atacar al agresor y defender que la primera de las medidas era que abandonase el territorio que había ocupado. En esta ocasión, dándole la vuelta al argumento, con quien tenemos que sentarnos es con el agresor, que él establezca las condiciones de paz y que el agredido acepte la humillación permanente, incluso la de no participar en las negociaciones de paz, es decir, la guerra se produce entre Rusia y Ucrania, pero se decide la paz entre Rusia y Estados Unidos, sin contar con el otro contendiente ni con la Unión Europea.

Mientras, el pelirrojo loco continuó con sus bravuconadas diariamente, convirtiendo la política y la diplomacia en una especie de arte del mal gusto, de mala educación y malas formas, la política exterior en la política del negocio y nada más, de la humillación del más débil, de la imposición y de muchas otras cuestiones, los demás observamos perplejos sin alcanzar a adivinar hasta dónde pretende llegar.

Es difícil identificar a este necio gobernante con aquellos soldados estadounidenses, y de otras nacionalidades, que caían a miles el día D, en el desembarco de Normandía. Dejen ya de enviarnos un relato mentiroso para justificar su traición. Hasta ahora muchos europeos respetábamos a los EE.UU y reconocíamos que durante la II GM nos habían salvado del miserable Hitler. Aquellos caídos en las playas de Normandía siguen estando en nuestro recuerdo, seguimos agradecidos a todos aquellos que, pensando en el bien del mundo, perdieron su vida en la guerra más cruenta de la historia mundial, pero usted y su equipo no son el ejemplo de aquellos héroes, más bien de todo lo contrario. En la vida, aunque muchos piensen lo contrario, determinados individuos nacen para ser villanos y el pelirrojo parece que desarrolla este papel a la perfección.

Como ya he mencionado, mientras los ucranianos caían en el frente de guerra, ellos vendían armas viejas a Ucrania y ponían en lista de espera a todos los países del mundo para comprar las más modernas. Mientras en EE.UU. se calentaban con un gas barato, Rusia atacaba sin cesar las instalaciones energéticas ucranianas para provocar un daño mucho mayor y que la población civil sufriera aún más los efectos de la guerra que se desarrollaba en su territorio.

En realidad, los ucranianos solamente habían cometido un error, aunque dramático, creer que, con la ayuda exterior, con la ayuda de los estadounidenses y europeos, podrían aspirar a vivir como sus vecinos, aquellos que se habían alejado de los rusos y ahora vivían en mejores condiciones, habían avanzado, tenían mejores vías de comunicación, ganaban mejores sueldos y su progreso era evidente. Deseaban para sus hijos este escenario, algo que al lado del oso ruso nunca tendrían. Cometieron el error de elegir su camino, como cualquier país soberano, decidieron elegir el club al que querían pertenecer.

Lo dramático de esta traición, que se consuma día a día, es que han decidido dejar desnuda a Ucrania y que así Rusia pueda apalearla sin problemas y, además, con el apoyo de los nuevos medios de comunicación y redes, han decidió cambiar el relato y convencernos a todos de que esto es lo justo, de que no existe otra solución. Ahora, fruto de esta estrategia tan miserable, ya comienzan a lanzar globos sonda sobre la posibilidad de que Rusia firme la paz si Ucrania entrega los territorios no ocupados de las cuatro provincias del Este y Sur (Zaporiyia, Jersón, Donetsk y Lugansk), además de la pérdida de Crimea.

El papel reservado para la Unión Europea es que pague la factura, que admita a Ucrania en su club y que sus soldados, junto con los británicos, pasen a ocupar posiciones de mantenimiento de la paz en diversas posiciones a lo largo del país. Parece una especie de división de Ucrania al estilo de Alemania nazi, solo que en aquella ocasión fue el territorio de los agresores el que acabó dividido y en esta, paradójicamente, es el de los agredidos el que se pretende dividir, con la participación directa del agresor y sin la participación de Europa.

Será difícil olvidar esta traición por parte de Estados Unidos, será difícil volver a confiar en ellos, pero lo que será un error de características inimaginables es que los europeos sigamos el camino decidido por este individuo y su equipo y nos unamos a la falta de respeto al pueblo ucraniano. Ahora es el momento de responder, de ocupar un puesto que nos corresponde por nuestra importancia en el mundo, de distanciarnos de estos señores que no nos representan y de ayudar a uno de los nuestros, que se lo ha ganado a «sangre y fuego». Aquí no existen posiciones intermedias, o estas con el agredido o con el agresor.

Me permito resaltar dos citas que considero muy importantes para esta cuestión. Desmond Tutu: «Si eres neutral en situaciones de injusticia significa que has elegido el lado del opresor». Martin Luther King: «No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos».

No podemos mostrarnos indiferentes ante la humillación a un pueblo que ha defendido y defiende su territorio como héroes, defendiendo al mismo tiempo a Europa. No podemos ser cómplices de rusos o estadounidenses en esta vergüenza histórica.