Agentes de influencia: Mentira y victimismo
La contrainteligencia española, como las del resto del mundo, conoce muy bien cuál es la labor de los agentes de influencia, cuáles son sus objetivos y cuál es el daño que pueden causar a los intereses de nuestro país. No son un invento del momento, estos agentes de influencia han existido siempre, antes incluso de que los propios servicios de inteligencia existiesen de un modo profesional, tal y como los conocemos hoy en día.
Para cualquier servicio de inteligencia es de vital importancia disponer de personas u organizaciones «fieles» en territorio enemigo, dispuestos a divulgar su relato e influir en las sociedades enemigas en la medida de sus posibilidades. Han sido, son y serán una herramienta de alto valor para el desarrollo de las operaciones de inteligencia y para la alcanzar el éxito planificado en territorio enemigo. Y como en las actividades de inteligencia «no existen amigos», debemos asumir que todos los servicios de inteligencia, de países poderosos y menos poderosos, realizan este tipo de actividades, aunque, rusos y estadounidenses se llevan la palma.
El objetivo último de los agentes de influencia es el engaño, la deformación de la realidad, para que aquellas personas sobre las que pueden influir cambien sus decisiones, o se sitúen en una posición determinada, sin sospechar nunca que su ídolo, su influencer, o su nuevo profeta les está engañando para dirigirlos hacia los objetivos que le han marcado los que los controlan. En honor de la verdad tengo que decir que existe un número menor, pero también importante, de personas que no son dirigidas, sino que lo hacen voluntariamente, sin pensar más allá, una minoría denominada «tontos útiles» cuyo valor está, además, en que no suelen tener coste alguno.
En lo que respecta al objetivo de las acciones de influencia nada ha cambiado, solamente se trata de perturbar, desestabilizar o desorientar a la población del país objetivo, de sembrar la duda permanente en sus mentes, de mostrar que todo está mal, que nada funciona y que el futuro se dibuja con tintes muy negros si no nos revelamos. El discurso permanente y machacón acaba convenciendo a muchas personas que creen que sus ídolos de las redes son los únicos que les cuentan la verdad, son los únicos fiables ante tanto desatino. En este momento el ciudadano ya está en sus manos, ya se ha convertido en un potencial elemento a manipular y el «seguidor» se ha convertido en un fanático que no reflexiona y nunca pondrá en duda el mensaje de su «profeta».
Las personas que eligen, o reclutan, como agentes de influencia, solamente tienen que hacer de «eco machacón» de la narrativa elaborada por los profesionales de la inteligencia enemiga, es decir, repetir miles de veces cada discurso, cada lema, cada frase, repetirlo hasta la saciedad, de modo que los convencidos tengan su alimento permanente y actúen a su vez como altavoces divulgadores de este. ¿Y qué puede ocurrir con los no convencidos? Los no convencidos pueden caer en sus redes fruto de la angustia que han creado en sus mentes al transmitir constantes mensajes en la misma línea catastrofista, conspiranoica y de negación de la realidad, que acaba generando miedo, el elemento esencial en la operaciones de manipulación.
Nuevo modelo de comunicación
Si los agentes de influencia ya existían y los objetivos son los mismos ¿qué es lo que ha cambiado realmente? Pues lo que ha cambiado son los canales, el modelo de comunicación, las redes sociales y las nuevas plataformas de comunicación. Este nuevo modelo hace que determinados individuos, a modo de los nuevos profetas, impacten con sus discursos sobre miles o cientos de miles de ciudadanos, algo que antes no estaba al alcance de nadie. El nuevo modelo de comunicación ha creado nuevos ídolos a los que un porcentaje elevado de la población sigue sin hacer reflexión alguna, para que pensar si ya piensan ellos por nosotros. Estos individuos, estos personajes o personajillos son los objetivos a reclutar por los servicios extranjeros.
Para cada personaje, sea periodista, influencer en las diferentes redes, ingeniero, militar o simplemente disponga de muchos seguidores, necesitan establecer un rol adecuado a sus características. Si tienen más de un personaje, establecerán roles diferentes para cada uno, aunque después los unirán en sus actividades y el relato será el mismo para todos, es decir, tarde o temprano acabaremos viendo la interacción de muchos de ellos en las redes, en programas, en conferencias. Esto proporciona un crecimiento del grupo, favoreciendo los que tienen más audiencia a los que tienen menos, haciéndolos crecer y convirtiéndolos en elementos más importantes para la red y disponiendo de más miembros para ir diseminando por los canales, televisiones afines, radios, etc. El objetivo fundamental es llegar al mayor público posible.
Detectar a los agentes de influencia
Pero algo en lo que debemos fijarnos para detectar a estos agentes de influencia es en sus posicionamientos, en sus discursos, algo que les delata si nos paramos un poco a reflexionar, si no lo hacemos seremos presa fácil para estos nuevos charlatanes de feria. Lo primero es la alusión permanente a los valores supremos del patriotismo, la bandera, el juramento y su sacrificio por todos los demás de manera altruista, independientemente de que sean militares, civiles, políticos o se dediquen a cualquier otra profesión. Ellos mantienen sobre su espalda el peso de la Patria, de la pureza de los valores tradicionales y sin ellos vamos hacia un futuro incierto, ellos disienten y por tanto son atacados por todos, son el muro de contención que salva al pueblo de los verdugos, aunque realmente los verdugos son ellos.
La realidad es que utilizan algo así como un resumen de los principios de la propaganda de Goebbels. Un mensaje sencillo dirigido no al más inteligente sino al de menor capacidad del grupo, la división del mundo en dos grupos, ellos y nosotros, y estableciendo un discurso en el que si no estás en nuestro grupo eres un ignorante que no tienes capacidad para observar que te están manipulando y llevando a un camino sin salida, al camino de la destrucción. La aplicación de adjetivos de contenido negativo a los que no piensan como ellos, por ejemplo, los ucranianos son nazis y, por tanto, todos los que defienden a los ucranianos lo son también. El principio de la transposición con el que señalan al adversario o enemigo con el mismo error que hayan cometido los suyos, algo así como «el y tu más».
La utilización de elementos o ideas, aunque sean falsas, pero que saben que un nicho de población defenderá sin razonar lo más mínimo,. La presentación de medias verdades o mentiras entre informaciones reales. Y, por último, el principio de la unanimidad, con el que pretenden hacernos ver que las ideas que difunden disponen del apoyo de una mayoría de la población, aunque esto sea falso, pero la mayoría de los seguidores nunca pondrán en duda lo que afirma su «profeta».
El victimismo
La otra pose utilizada por muchos de estos manipuladores es el victimismo. Daniele Giglioli, profesor de Literatura comparada en la Universidad de Bérgamo y colaborador del periódico «Il Corriere de la Sera», en su obra «Crítica de la víctima», afirma de los victimistas lo siguiente: «La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. La posibilidad de declararse tal es una casamata, un fortín, una posición estratégica para ser ocupada a toda costa. La víctima es irresponsable, no responde de nada, no tiene necesidad de justificarse: es el sueño de cualquier tipo de poder».
Quienes muestran un victimismo permanente solicitan la ayuda de los suyos para soportar la persecución a la que son sometidos, la censura que sufren, la persecución y la indefensión en la que están inmersos, aunque algunos de ellos dispongan de cientos de miles de seguidores, escriban en los medios más importantes del país o participen en programas de televisión con audiencias de millones de personas. La realidad es que se muestran como víctimas sin serlo, es una pose para ganar más seguidores, para que la gente sienta pena y les defienda, para despertar en sus seguidores el ánimo de enfrentamiento contra los que no piensan como ellos. Defienden la neutralidad falsamente, se muestran como individuos razonables y que atienden a todos los puntos de vista, pero la realidad es que siempre tiran de aquellos personajes que refuerzan sus discursos, puesto que los que opinan de forma contraria no tienen presencia en sus programas, no les interesa la confrontación y la posibilidad de quedar en ridículo porque su misión es transmitir su mensaje sin que nadie les moleste. Se muestran como boxeadores todo terreno, pero realmente son púgiles de salón. Son mentirosos profesionales, embaucadores cuya misión es engañar al mayor número de personas posibles.
¿Conocen a personajes con estas características? Desconfíen de ellos porque su discurso es interesado, desconfíen porque sus poses tienen detrás algo oscuro que no cuentan, algún objetivo que no nos están mostrando porque es el que les han marcado y nosotros somos los colaboradores inconscientes cada vez que divulgamos sus mensajes. Esta nueva modalidad de agente de influencia, con estas herramientas en su poder, son mucho más peligrosos de lo que han sido nunca, son verdaderos enemigos de nuestro país o de aquel en el que estén ubicados.