Estos son los dos ingredientes que hacen que el pan gallego sea el mejor de España
Desde hace años cuenta con la Indicación de Origen Protegida
La probabilidad de encontrar buen pan en Galicia es mucho más alta que en el resto de comunidades autónomas.
El pan gallego cuenta desde hace unos años con la Indicación de Origen Protegida que lo define como «aquel pan producido en la comunidad autónoma de Galicia de corteza crujiente y dureza variable en función del formato, miga esponjosa y alveolado abundante e irregular que se elabora de forma artesanal con harina de trigo blando». El hecho de poseer tal reconocimiento implica el que tiene que cumplir con una serie de requisitos que aseguren unos estándares de calidad.
El pan de Cea (Orense), Vimianzo, Carral, Neda (La Coruña), Ousá (Lugo) y el de Porriño (Pontevedra) son algunos de los más populares de la región gallega
Los ingredientes que lo hacen diferente
Según los requisitos de la IGP, en cuanto a la elaboración del pan gallego, éste debe ser elaborado con harinas autóctonas procedentes de trigos de semillas de Galicia. Y el otro factor fundamental es el agua, a la que consideran clave para obtener una buena masa gallega. Las proporciones que estiman son: 75 litros por cada 100 kilogramos de harina. Además, incluyen, la propia masa madre debe representar el 15 % del peso de la harina
En esta misma línea, el documento oficial de la Xunta de Galicia sobre el pan gallego recoge que éste se caracteriza por el uso del masa madre y una elevada cantidad de agua así como por los largos tiempo de fermentación y cocción.
Del mismo modo, la denominación del pan gallego implica que su corteza debe ir de dorada a marrón oscuro y con un grosor que debe de ser de entre 3 y 10 milímetros cuando se trata de una hogaza y de entre 1 y 3 cuando son barras. Además, según este documento, la miga debe ser esponjosa, con alveolado generoso e irregular, y de color entre blanco oscuro y crema pálido.
Y efectivamente, para muchos amantes de este producto la clave de cualquier tipo de pan están en la corteza, y en el caso del gallego, su corteza es más tostada lo le otorga mayor intensidad al sabor. Y esta es una de las razones por lo que el pan gallego es ampliamente reconocido.
Su fama se debe, además de por su corteza gruesa y crujiente y de por su miga esponjosa y húmeda; a su sabor profundo y ligeramente ácido. Todos estos atributos, que hacen del pan gallego uno de los mejores de España, se logran gracias a los métodos tradicionales en el proceso de elaboración como: la masa madre, los largos tiempos de fermentación y las harinas de alta calidad.
Tipos de pan
El mollete, también conocido como pan de moña, es el pan gallego por excelencia. Un pan vinculado a la vida familiar ya que siempre había alguien que se adelantaba al resto para llevarse el ‘currusco’ ‘cuerno’, ‘moña’ o ‘pirucho’. Con una apariencia de grandeza y su sabor, textura y corteza lo hace uno de los más apreciados en la comunidad gallega.
Quien también es muy popular es la bolla, al ser el pan más emblemático de Galicia. Puede llegar a pesar tres kilogramos y es muy habitual en toda la comunidad. Es un pan muy hidratado, tradicionalmente era el primero que entraba en el horno de leña pues tenía la función de general vapor en su interior para los siguientes panes. La bolla es una seña de identidad de los gallegos.
Y por último la broa de maíz, que es el predilecto de los gallegos y se toma con ciertos productos, como con las sardinas, de ahí que la época del año en la que más se consume este pan sea el 23 de junio, en la noche de San Juan. De todas las maneras la broa, por su peculiar sabor y por ser un pan contundente no es del gusto de todo el mundo.
En definitiva, la tradición panadera gallega, transmitida de generación en generación, ha contribuido a que este pan sea un símbolo gastronómico de Galicia y un producto valorado tanto dentro como fuera de España.