El toro de Osborne de La Coruña sucumbe al abandono
La vegetación oculta la famosa valla publicitaria ubicada en la Nacional 6 en la zona limítrofe entre Coirós y Aranga
Galicia cuenta con cinco toros de Osborne, la famosa valla publicitaria que representa la silueta de este animal y que se ha convertido en un icono de España. En la provincia de La Coruña sólo hay uno y se encuentra situado en la antigua Nacional 6, en las proximidades de la Costa do Sal, en una zona limítrofe entre los municipio de Aranga y Coirós. No vive sus mejores días, ya que la vegetación existente impide su visualización casi por completo desde la carretera y también ha caído en el olvido al desaparecer el tráfico que usaba esta vía tras la apertura de la autovía A-6.
Esta publicidad fue colocada en el final de una recta de poco más de un kilómetro ubicada tras la subida de la Costa do Sal. Inicialmente era fácil verla, pero en los últimos años la vegetación próxima a la calzada ha crecido de forma importante, destacando los altos eucaliptos, lo que provoca que esta figura pasa totalmente desapercibida para los pocos conductores que todavía transitan por la zona. Eso sí, la finca en la que propiamente se ubica la estructura permanece limpia. No así el espacio entre este punto y el vial.
El origen de los toros de Osborne se remonta a hace más de 60 años, cuando esta empresa encargó a la agencia Azor una valla para publicitar en las carreteras su brandi Veterano. El diseñador Manolo Prieto creó en 1956 el diseño de este animal que se integrara en el paisaje. El primero de ellos se colocó en 1957 en Cabanillas de la Sierra (Madrid) y desde entonces se instalaron decenas de ellos por toda la geografía española, incluido el de La Coruña.
«Integrado en el paisaje»
Fue tal la trascendencia de este emblema que en la década de 1990 tuvo su propio movimiento de apoyo tras la aprobación de un nuevo reglamento para las carreteras españolas que restringía la publicidad en cualquier lugar visible desde la calzada. Una sentencia del Tribunal Supremo, emitida en 1997, salvó a este icono. Los jueces concluyeron que «la silueta del toro ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje, como un elemento de ambientación ajeno al mensaje propagandístico de una marca». También indicaron que «cumple, desde esta perspectiva, la finalidad decorativa que ha llevado a la propia Administración a colocar, en los márgenes de determinadas carreteras, estructuras esculturales, algunas de ellas curiosamente representativas de animales, que no perturban la concentración del conductor que circula por la carretera».
El propio fallo, de hace más de 25 años, recoge que esta figura «ha sido objeto de comentarios elogiosos de destacadas personalidades relacionadas con el mundo del arte y la cultura» en revistas. Además de que en algún ayuntamiento (Valmojado-Toledo) la considera como Bien Cultural de Interés Local e integrada en el paisaje” o que «comunidades autónomas como la de Andalucía han incoado expediente para su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con categoría de monumento».
Este emblema también tiene sus detractores. Hace dos años el situado en Orense fue pintado de azul, de tal manera que pasase desapercibido al confundirse con el cielo. En 2021, el toro de Osborne de Lugo sufrió un ataque al ser pintado de rojo.