Isla de 'A Creba', un rincón privado de acceso público en las rías gallegas
La isla lleva en manos de particulares desde el año 1992 pero hoy en día se puede visitar
La costa gallega, es un auténtico tesoro natural que se destaca por su belleza y diversidad paisajística. Este tramo del litoral atlántico además de sus playas ofrece al visitante numerosas islas, que añaden cierto encanto a la región.
Estas islas, muchas de ellas deshabitadas, albergan una biodiversidad sorprendente y esconden historias y leyendas que se entrelazan con la cultura gallega. Las Islas Cíes, por ejemplo, forman parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas y están consideradas uno de los paraísos naturales más importantes de Europa, con playas que figuran entre las mejores del mundo.
Pero más allá de las Cíes, Galicia cuenta con otras islas igual de fascinantes. Un ejemplo de ello son las Islas Ons, también en el Parque Nacional, ofrecen paisajes que combinan playa de arena fina con senderos que recorren acantilados abruptos. La de San Simón, en la ría de Vigo, además tiene una historia detrás que la hace peculiar: Albergó desde un monasterio medieval hasta una prisión durante la Guerra Civil Española.
Pero además, Galicia cuenta con una isla que históricamente ha sido de propiedad privada pero que actualmente se encuentra abierta al público y se puede recorrer todo su perímetro.
Una isla por descubrir
Situada en la ría de Muros - Noya, en la provincia de La Coruña y a pocos kilómetros de Santiago de Compostela, se encuentra la isla de A Creba, un enclave que lleva más de un siglo en manos privadas, desde 1922.
Con una extensión de algo más de siete hectáreas, la isla se mantiene abierta al público en la zona delimitada por la Ley de Costas, permitiendo a los visitantes disfrutar de un apacible paseo por su perímetro. Esta pequeña isla, separada por solo 250 metros de la costa, es un lugar que, de tanto en tanto, vuelve a ser objeto de debate por la demanda de que su titularidad pase a manos públicas.
La propiedad privada de A Creba está respaldada por una documentación legal, registrada oficialmente en el Registro de la Propiedad.
Sus propietarios, en los años 80, construyeron una casa en lo alto del islote, con todas las licencias pertinentes otorgadas por el Ayuntamiento de Outes, ya que, en aquel entonces, se consideraba que la isla pertenecía a su término municipal.
Sin embargo, en 1988, se descubrió documentación del Instituto Geográfico Nacional que situaba la isla dentro del Ayuntamiento de Muros, pero curiosamente, hasta ese momento, no tenían constancia oficial de que A Creba formase parte de su territorio.
Durante décadas, las obras en la isla se llevaron a cabo en terrenos privados, con las licencias correspondientes, y sin objeciones por parte de las autoridades locales, ya fueran de Outes o de Muros.
Los propietarios han dedicado mucho esfuerzo a regenerar la isla, que en su origen era un terreno cubierto de tojo y roca, y que hoy en día es un vergel disfrutado tanto por los vecinos como por los visitantes que llegan en sus embarcaciones.
Tranquilidad frente al mar
La isla, de gran atractivo paisajístico, está prácticamente cubierta por un denso bosque de pinos que oculta en gran parte la edificación en su centro. A poca distancia, se encuentra otro pequeño islote, conocido como Isla Vieja (Isla Vella) que le añade encanto al entorno.
A Creba, envuelta en leyendas y con su singular belleza natural, está accesible al público en la zona permitida por la Ley de Costas. Los visitantes pueden recorrer su perímetro sin impedimentos, disfrutando de un entorno que combina la tranquilidad de la naturaleza con la proximidad al mar.
Para acceder a esta isla es necesario utilizar pequeñas embarcaciones. Aunque en el pasado los propietarios levantaron muros para evitar la entrada de personas ajenas, hoy en día no existen restricciones para los visitantes. Aunque es probable que se encuentren con el guarda de la propiedad, este no tiene autoridad para impedir el acceso en la zona pública.
La experiencia de visitar A Creba con sus aguas turquesas y la sensación de aislamiento del bullicio de la civilización hacen de este lugar una plan de viaje perfecto durante una visita a la comunidad gallega.