La casa que se tardó 30 años en construir en Galicia: un rincón que evoca a Gaudí
Lo que la hace especial no es la historia detrás de su creador, Daniel Mancebo, un hombre que decidió rendir homenaje a uno de los grandes maestros del modernismo catalán
Galicia está llena de lugares asombrosos que aún permanecen ocultos para muchos, aunque hoy en día ocurre con menos frecuencia, ya que las redes sociales nos abren la puerta a numerosos lugares que antes pasaban desapercibidos.
En la provincia de Orense, en el pequeño municipio de A Veiga, se encuentra uno de esos lugares que, poco a poco, ha ido ganando notoriedad gracias a su historia.
Es un rincón único que tardó 30 años en ser construido. Un lugar que recuerda a las obras del mismísimo Antoni Gaudí.
Lo que la hace especial no es solo su estética, sino también la historia detrás de su creador, Daniel Mancebo, un hombre que decidió rendir homenaje a uno de los grandes maestros del modernismo catalán.
Piedra a piedra, años tras año
Se trata de la Casa das Pedriñas, (Casa de las piedritas), una construcción única que evoca el espíritu creativo de Antoni Gaudí y recuerda tanto a la Sagrada Familia como al modernismo catalán.
Lo que hace verdaderamente especial a la Casa das Pedriñas es su peculiar revestimiento, elaborado a partir de pequeños guijarros de colores, fragmentos de vidrio, conchas y botellas.
Materiales que el propio creador, Daniel Mancebo, fue recolectando pacientemente junto a su esposa, y que otorgan a la estructura un carácter artesanal y la hacen singular ya que evoca las formas y colores de la obra de Gaudí.
La Casa das Pedriñas es el reflejo de una dedicación artística y de una visión personal que, con el tiempo, ha transformado lo que comenzó como un proyecto modesto en un atractivo turístico de la región.
Se conoce también como la ‘Casa do Bailarín’ (Casa del bailarín), por el apodo de Mancebo, y hoy en día es un punto de interés que atrae a cientos de visitantes, lo que lo convierte en un símbolo de A Veiga.
Una vida marcada por la emigración
Como tantos gallegos de su generación, Mancebo tuvo que abandonar su tierra natal para buscar un futuro más prometedor para él y su familia. Su destino fue Barcelona, donde trabajó en oficios humildes como limpiabotas o empleado de tranvía.
Durante su estancia en Barcelona, Mancebo se impregnó del ambiente artístico de la ciudad, que vivía el esplendor del modernismo catalán. Sin formación académica en artes, se convirtió en un autodidacta y la influencia de Antoni Gaudí, cuya obra marcaba el pulso arquitectónico de la ciudad, fue crucial en el desarrollo de su visión artística.
Tras años de esfuerzo en Barcelona, Mancebo decidió regresar a su tierra en donde construyó la Casa das Pedriñas. Fue en la década de los 70 cuando emprendió la construcción, piedra a piedra y que le ocuparía tres décadas de su vida.
Aunque Daniel Mancebo falleció hace años, su legado sigue vivo en A Veiga en donde los visitantes que acuden a este rincón pueden admirar la obra inacabada de un hombre que, durante 30 años, dedicó su vida a crear algo extraordinario.