José Manuel García- Margallo

José Manuel García- MargalloSamira Ouf Calero

José Manuel García-Margallo, europarlamentario

«Uno de nuestros grandes errores fue no haber derogado inmediatamente la Ley de Memoria Histórica»

El veterano político del PP ha estado en Córdoba presentando su último libro, publicado por Almuzara

No queremos amargarle las navidades, pero si se cumple todo lo que avisa José Manuel García- Margallo (Madrid, 1944) en el libro España en su laberinto (Almuzara,2022) es posible que el turrón del próximo año le sepa distinto. O cueste mucho más el adquirirlo. Porque el libro de García-Margallo, escrito junto a Fernando Eguidazu, no solo advierte sobre los españoles que no quieren a España sino que recuerda de lo que hemos sido capaces los españoles de bien y para bien, y propone algunas soluciones necesarias y en muchos casos valientes para enderezar el rumbo que comenzó a la deriva con Rodríguez Zapatero y está a punto de encallar de bolivarianas maneras con Pedro Sánchez.

Hace una semana que este europarlamentario, ex ministro de Asuntos Exteriores y diputado de UCD en las Cortes Constituyentes de la Transición estuvo en Córdoba presentando esta última obra, aunque le preceden otros títulos dedicados a la memoria y al ensayo político. En el acto estuvo muy presente la preocupación general de los ponentes (hubo una pequeña tertulia) y una sensación de que se ha llegado tarde a lo que, por otra parte, Margallo ha advertido como político a pesar de los dolores de cabeza que esto le pudiera provocar. No le duele en prendas poner negro sobre blanco algunos de los errores cometidos por su partido (PP) e incluso por el Gobierno en el que él participó.

Es cierto que en las librerías encontramos títulos de una temática similar, pero pocos pueden presumir de haber vivido en primera línea gran parte de los acontecimientos históricos y políticos en los que nuestro autor ha participado. Porque Margallo lo ha sido casi todo. La veteranía es un grado y en su caso, dos: el del político y el del escritor.

José Manuel García- Margallo

José Manuel García- MargalloSamira Ouf Calero

- «Nos enfrentamos a un problema de supervivencia» es una de las frases destacadas de este libro y que resume el tema que los autores plantean.

- Espero que seamos capaces de evitarlo, pero nos enfrentamos a un problema de supervivencia en algo evidente, y es uno de los motivos por el que un grupo de personas decidimos ponernos a reflexionar otra vez sobre España. Fruto de esa reflexión es el libro ‘España en su laberinto’.Creo que no es exagerado decir que nos enfrentamos a una crisis de supervivencia. Hay una crisis política, una crisis institucional y una crisis existencial. Y todo ello cuando nos enfrentamos a un problema económico que ya es evidente y que probablemente será más grave en los meses próximos. Subrayo lo de la crisis política, ya que estamos viviendo una enorme fragmentación del mapa político. En el libro recojo una frase de Ortega de septiembre del 31, unos meses después de proclamarse la República que literalmente dice: «España puede aceptar cualquier reforma por ambiciosa que sea, pero lo que no puede aceptar es el radicalismo». El radicalismo de que un proyecto político se imponga a los demás sin contar con ellos. Eso nos está llevando a una polarización que empezó con el Pacto del Tinell, cuando Rodríguez Zapatero decide romper los puentes y el diálogo con el Partido Popular en Cataluña y en el resto de España, y apuesta por formar un bloque con los comunistas, Iniciativa Per Catalunya Verds, y los separatistas de toda ley y condición, que es exactamente lo que ha hecho Sánchez. Eso, en la historia de España, siempre ha resultado mal.

- Habla usted de los que han provocado esto, pero también ha habido cierta inacción al respecto. O cuando menos, parece que la acción política en contra de ello no ha sido la más efectiva.

- No. Yo formé parte del Gobierno de Mariano Rajoy e hicimos cosas muy meritorias, entre ellas evitar el rescate de España, que hubiese supuesto un sacrificio para toda la población y sobre todo para las personas más vulnerables. Pero es cierto que no fuimos capaces de revertir la tendencia que había iniciado Zapatero con el Pacto del Tinell. No supimos enfrentarnos con la radicalidad - y aquí sí que era necesaria- que merecía el procés catalán. Hubo dos consultas populares, en noviembre de 2014 y en octubre de 2017, y tras eso, una vez que se cierra el capítulo del Partido Popular, Pedro Sánchez lo acelera a una enorme velocidad. Y todavía, creo yo, no hemos visto lo peor. Uno de nuestros grandes errores fue no haber derogado inmediatamente la Ley de Memoria Histórica, que es una ley divisoria y la inacción que tuvimos en el procés, como digo. Yo fui partidario, y lo dije en enero en una conferencia en Europa Press, de que no se podía permitir que se celebrase la consulta en noviembre de 2014, que finalmente se celebró. Ese hubiese sido el momento de aplicar el artículo 155, probablemente muy limitado en el tiempo y en la acción, es decir, hablar destruido las papeletas y la urnas que se estaban haciendo para que no hubiese sido posible aquello. Y al mismo tiempo haber iniciado una negociación política para embridar el proceso independentista que ya había anunciado Artur Mas, que hubiese pasado por una reforma de la Constitución y modificar aquellos aspectos que había que modificar para conservar lo esencial y, especialmente, haber atado el tema de la financiación autonómica que fue una de las espoletas que lanzó aquello, el ‘España nos roba’.

Hay algunas cosas que no se pueden discutir, lo que Cánovas llamaba ‘Las verdades madre’, que es la unidad de España, la defensa de los derechos y libertades; la defensa de la separación de poderes, que está siendo puesta ahora en riesgo por el Parlamento; el blindaje de aquellas instituciones que hace posible esa separación; la economía social de mercado y el europeísmo. Y a partir de ahí todo el resto se podía haber tocado y recoger las nuevas libertades que el mundo nuevo reclama. Derechos y libertades frente a la biomedicina, la defensa de la privacidad con las nuevas tecnologías, el Senado como foro de encuentro entre administraciones interterritoriales; la delimitación de competencias para evitar que esto sea una vía abierta sin límites… Todo eso se podía haber hecho, y es lo que habrá que hacer si queremos recuperar el camino que hemos perdido.

José Manuel García- Margallo

José Manuel García- MargalloSamira Ouf Calero

- ¿Se imaginaban esto en 1978, señor Margallo?

- No. En el 78 - más exactamente en el 77- yo ya llevaba tiempo en política y era muy joven. Yo entré en la política al leer una frase de Salvador de Madariaga, en lo que el Régimen llamó entonces ‘El contubernio de Munich’, que resume el espíritu de toda acción política en España. Él dijo entonces que «los que perdimos la tierra por conservar la libertad y los que perdisteis la libertad por conservar la tierra nos hemos reunido aquí para hacer un camino que nos lleve a todas a la tierra de la libertad». Y honradamente creí que eso en el 77 lo habíamos conseguido, en un momento icónico. Estamos hablando del junio de 1977, dos años después de morir Franco, en el que Adolfo Suárez - que había colgado la camisa azul del Movimiento un cuarto de hora antes- se levanta para saludar a Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’. Esa es una imagen que resume lo que fue la Transición. La Transición supuso la reconciliación y fue el compromiso de todos de actuar siempre dentro de la legalidad. De la ley a la ley. Se pasa de una dictadura de 40 años a una de las democracias más íntegras y plenas que ha tenido España. Eso se plasma en una amnistía. Desde 1978 no hay exiliados en España por razones políticas. La amnistía, que supone la reconciliación nacional, permite resolver uno de los problemas que teníamos entonces, que es muy parecido al que tenemos ahora: una crisis económica de una enorme magnitud debida al petróleo. Hicimos por primera vez una Constitución entre todos y para todos. Y ahora parece que estamos dispuestos a romper todo lo que aquello fue y a violar las tres reglas de oro que explican la Transición, cuya ruptura explica en lo que estamos ahora,y cuya recuperación sería necesaria: la ley, el consenso y la prudencia. No poner encima de la mesa cuestiones que no sean asumibles por la otra parte. Y a partir de ahora, mucho más, vamos a ver cómo el Gobierno pone encima de la mesa aquellas cuestiones que nos pueden crispar y dividir para garantizar que las próximas elecciones sean una lucha entre nosotros.

Hicimos por primera vez una Constitución entre todos y para todos. Y ahora parece que estamos dispuestos a romper todo lo que aquello fue y a violar las tres reglas de oro que explican la Transición.

- Ha nombrado antes algunas de las claves que se tenían que haber resuelto al hilo de la consulta catalana de 2014, y que coinciden con las que se apuntan en este libro tras el análisis de la situación que recogen en sus páginas.

- Aquí se apunta a cosas que son muy elementales pero que se han olvidado.La lealtad constitucional. Yo creo que los constituyentes pecamos de ingenuos cuando creímos que al reconocer la autonomía de las regiones y sobre todo de las ‘nacionalidades’ se cerraba ese capítulo. Y no fue así. Esa concesión fue aprovechada por los separatistas para”ir haciendo país”, como decía Pujol. Avanzar cada día más hacia la independencia, que es en lo que están ahora. Orial Junqueras ha dicho «Hoy paciencia, mañana independencia». Están en un paréntesis. Creo que es necesario un pacto de hierro sobre la integridad territorial con lealtad constitucional, una integridad que ahora está muy amenazada con un referéndum de secesión y que después de las últimas reformas del Gobierno va a salir gratis. Creo que hay que garantizar la separación de poderes. Ahora estamos en una auténtica ocupación de las instituciones independientes por parte del Gobierno. El Parlamento se ha convertido en una especie de parque temático para usar el decreto ley, un decreto ley que no se convalida, se utiliza para evitar los controles. Se quiere ocupar el CGPJ para garantizar al político que mete la mano en la caja que lo va a juzgar el juez que ha colocado sus amigos. Eso es lo que estamos discutiendo ahora, y en definitiva, hay una erosión permanente de lo que fue el espíritu del 78. Por eso hay que recuperar la historia.

España en su laberinto

Almuzara, 2022 352 págs.

España en su laberinto

José Manuel García-Margallo y Fernando Eguidazu

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